Juan José Gómez Centurión, el ex titular de la Aduana suspendido luego de que la ministra Patricia Bullrich lo denunciara por sobornos en base a audios de origen desconocido, se presentó ayer con sus abogados en el juzgado de Ariel Lijo para declarar como imputado. El magistrado se negó porque todavía está recolectando y analizando pruebas, pero escuchó su exposición oral sin formular preguntas. El ex carapintada afirmó que desde diciembre, cuando el gobierno de Mauricio Macri lo designó al frente de la Aduana, su misión fue convertir el organismo en un ente “eficaz y transparente”. Dijo que supo de personas que hablaron en su nombre y aludieron a influencias o vínculos con él para conseguir beneficios preferenciales en la Aduana, pero que no le dio “verosimilitud” a lo que calificó como “rumores” y por eso no formuló ninguna denuncia.

Gómez Centurión se presentó en los tribunales federales de Comodoro Py junto a sus abogados Hugo Wortman Jofre y Alejandro Pérez Chada y pidió entrevistarse con el juez para que le tome declaración indagatoria. Cuando Lijo rechazó esa pretensión porque están en curso pruebas como cruces telefónicos y pedidos de documentos (de hecho todavía no resolvió citarlo a indagatoria) el ex funcionario hizo una presentación espontánea, que tampoco es una declaración testimonial porque como imputado no está obligado a decir la verdad.

El suspendido funcionario hizo un repaso de su gestión y resaltó que tuvo el mandato de Macri “de transformar la Aduana en un organismo eficaz y transparente, atributos que dicho organismo había perdido hacía mucho tiempo y que para el comercio exterior tiene que tener dos visiones claras: facilitación del comercio exterior y control de lo que ingresa al territorio”. Destacó que en los últimos 15 años se permitió al narcotráfico actuar para sacar la droga “puerto vía España a través de Aduana”.

Durante su gestión, agregó, “circularon personas aduciendo influencias o vínculos conmigo, con la política, con ministros y/o con gente del partido, esto con la intención de ejercer influencias en una organización absolutamente permeable históricamente al modelo de influencia”, explicó. “Para frenar todo este modelo cultural (sic) me vi obligado muchas veces a mandar mails a mis reportes más cercanos de primer y segundo nivel sobre personas o situaciones que se rumoreaba que tenían factor de influencia sobre la Aduana; entre ellos se mencionaban partidos de golf, viajes de navegación, comidas, eventos sociales o personas que directamente invocaban mi nombre”, dijo. “Quiero dejar claramente asentado –agregó- que si alguno de estos rumores hubiera tenido algún punto de verosimilitud o nombre propio, lo hubiera denunciado en forma inmediata como denuncié otras cosas”.

En un escrito presentado apenas se abrió la denuncia en su contra, Gómez Centurión dijo saber que otro imputado en la pesquisa, el empresario Carlos Oldemar Barreiro Laborda, hablaba invocando su nombre. Ayer ante el juez afirmó que por ese motivo se reunió varias veces con él para que cesara en su actitud. A su vez, Barreiro Laborda presentó un escrito donde asegura conocer al ex funcionario desde hace años. Gómez Centurión, en cambio, explicó que se lo presentaron en enero pasado. En la causa hay escuchas telefónicas entre empleados de ambos.