EL PAíS › ALAN DUNCAN INICIO SU CARRERA EN SHELL Y SE HIZO MILLONARIO VENDIENDO PETROLEO

El Aranguren británico

El vicecanciller de Gran Bretaña fue quien firmó con Malcorra el acuerdo que incluye levantar las trabas para la explotación de hidrocarburos en Malvinas. Hizo su fortuna como asesor de empresas dedicadas a ese negocio.

 Por Fernando Cibeira

Duncan estuvo en Buenos Aires y firmó con Malcorra el acuerdo que favorece a los británicos.
Imagen: AFP.

La visita del vicecanciller británico Alan Duncan fue promocionada como la primera de un funcionario del Foreign Office al país desde la llegada de los conservadores al poder, fruto del descongelamiento de las relaciones impulsado por el presidente Mauricio Macri. Aunque breve, el paso por Argentina le resultó productivo al británico. Además de participar del “mini-Davos” organizado en el CCK, Duncan conversó con toda la plana mayor del Gobierno y firmó con la canciller Susana Malcorra el ya famoso acuerdo de diez puntos que incluye el compromiso argentino de “remover todos los obstáculos” para el desarrollo económico de las islas Malvinas en lo que se refiere a comercio, navegación, pesca e hidrocarburos. Este último rubro fue el que más rechazos generó, dado que en 2013 el Congreso votó una ley que sanciona a los empresarios que exploten hidrocarburos en territorio argentino sin autorización del gobierno. Lo que hasta ahora no se había dicho es que sir Alan Duncan inició su carrera en Shell y se hizo millonario con la venta de petróleo y como asesor de empresas del rubro, las grandes beneficiadas por la firma del acuerdo que la Cancillería deberá ir a explicar el miércoles al Congreso.

“Veo un cambio asombroso. Pienso que el mundo está mirando hacia Argentina y dice ‘wow’. Este es ahora un país abierto a los negocios”, comenzó Duncan su exposición en el CCK en un panel que compartió con el secretario de Comercio de España, Jaime García Legaz, y la canciller Malcorra, quien arrancó pidiendo disculpas por tener que hablar en castellano pero que estaba en su país y no tenía más remedio. Entre quienes ven ahora esas grandes oportunidades que entusiasman a Alan Duncan están sus colegas del rubro petrolero, que ansían ver despejado el camino para la explotación en las Malvinas.

Egresado de la Universidad de Oxford, Duncan inició su carrera en el mundo de los negocios en 1979 en la Royal Dutch Shell, la original, de la que tenía acciones –si es cierto que las vendió– el ministro de Energía, Juan José Aranguren. En 1982 renunció a Shell para asociarse al célebre prófugo norteamericano Marc Rich, quien había elegido Suiza como base de operaciones de comercio internacional porque no tenía tratado de extradición con Estados Unidos, donde la justicia lo reclamaba por evadir 50 millones de dólares en impuestos, entre otros delitos financieros. Trabajó con Rich durante siete años, dedicado a abrir mercados petroleros en Asia. En 1989, decide abrir su propio kiosco, Harcourt Consultants, con el que terminó de convertirse en millonario. Duncan dice que pegó el salto cuando comenzó a venderle petróleo a Pakistán durante la Guerra del Golfo.

Existe un viejo dictado “tory” que considera prudente hacer mucho dinero antes de meterse en política. Duncan lo cumplió. Con sus necesidades básicas bien satisfechas, en 1992 ganó un lugar en el Parlamento como representante del Partido Conservador por el distrito rural de Rutland and Melton. Durante los años de los gobiernos laboristas de Tony Blair y de Gordon Brown se desempeñó como integrante de los gabinetes en las sombras de los conservadores. Con el triunfo de los “tories”, en 2010, David Cameron lo designó Ministro de Desarrollo Internacional, puesto que ocupó durante cuatro años. En julio pasado, Theresa May lo nombró ministro de Asuntos Exteriores y del Commonwealth, que se considera el segundo cargo en la Cancillería británica.

Duncan es conocido en Inglaterra, tiene un alto perfil mediático. En 2002 se convirtió en el primer político conservador en reconocer su homosexualidad y firmó la unión civil con su pareja. Pero no sólo se lo ve en la sección de sociales. En 2011, cuando era ministro de Desarrollo Internacional, apareció involucrado en unas opacas reuniones de las que formaban parte funcionarios británicos y la petrolera Vitol en busca de tomar el control del mercado de Libia luego de la caída de Muammar Kaddafi. El problema de incompatibilidades se acrecentaba porque Duncan es amigo del dueño de Vitol, Ian Taylor, desde que ambos comenzaron juntos en Shell. Duncan luego trabajó como consultor en Vitol y Taylor es uno de los habituales aportantes para sus campañas electorales. Una buena prueba de que la política no lo llevó a dejar de lado las “oportunidades de negocios”, una expresión muchas veces repetida en el foro de la semana pasada en el CCK, tanto en inglés como en castellano.

En dos días en Buenos Aires se reunió con el jefe de Gabinete, Marcos Peña, con el presidente provisional del Senado, Federico Pinedo, cruzó un saludo y foto con el presidente Mauricio Macri en el foro empresarial y, principalmente, se encontró con Malcorra y el vicecanciller Carlos Foradori. Si bien el Gobierno había difundido un intercambio de cartas entre Macri y la primera ministra Theresa May proponiendo que las relaciones bilaterales avanzaran en algunos rubros, el comunicado de diez puntos que alumbraron Malcorra y Duncan sorprendió a propios y extraños. Allí invocan el resguardo de las posiciones de soberanía de cada país sobre las Malvinas –un “paraguas”– que en su momento acordaron Carlos Menem y Tony Blair, para después avanzar a gusto en el punto dedicado al Atlántico Sur, con la balanza muy inclinada para el lado británico.

Para esto hay que recordar que en 2013, luego de que Argentina y Gran Bretaña subieran de tono del conflicto, el Congreso aprobó por amplia mayoría una ley que prohíbe a toda persona “física o jurídica” desarrollar actividades hidrocarburíferas en la plataforma continental argentina sin autorización del gobierno. Para los incumplidores estableció penas de prisión y multas equivalentes a cientos de miles de barriles de crudo. En base a esa ley, en junio de 2015 una jueza de Tierra del Fuego dictó una orden de embargo por más de 165 millones de dólares contra tres empresas británicas y dos norteamericanas que explotan hidrocarburos en las islas Malvinas.

El ex Shell y trader petrolero Alan Duncan no pudo menos que celebrar como una revancha el comunicado de Malcorra comprometiéndose a remover todos los obstáculos para la explotación de hidrocarburos en las islas. “Comparado con otros países, el mundo mira a la Argentina y dice ‘buenas noticias’, es un país interesante”, sostuvo el vicecanciller británico en el reportaje que le dio a Clarín. No era para menos.

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