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“Para poder, a veces hay que decir que no y plantarse”, señaló ayer Néstor Kirchner con el tono de quien da un consejo. Fue durante un acto en el barrio San Ignacio de Bernal, en el partido de Quilmes, donde estuvo acompañado por el gobernador Felipe Solá. Aunque no lo precisó en público, los asistentes interpretaron que el Presidente se refería a su postura ante los bonistas y la presión de los organismos de crédito. “Construir una sociedad diferente no es gratis”, advirtió luego Kirchner, y reconoció que está sufriendo “un cúmulo de presiones” por la forma en que está llevando adelante la negociación de la deuda.
Como lo viene haciendo desde hace meses, y más a medida que se acercan las fechas clave en la relación con el FMI, el Presidente aprovechó la visita al conurbano para denunciar las presiones internas y externas. En el terreno lo esperaban muchos desocupados de la Federación de Tierra y Vivienda (FTV) encabezados por Luis D’Elía, y una delegación de Madres de Plaza de Mayo - Línea Fundadora. Para llegar hasta allí, Kirchner voló en el helicóptero presidencial y luego, tras encontrarse con Solá y sus ministros, se subió a una camioneta que los llevó hasta el predio donde se haría el acto. En el lugar lo esperaban el cura Luis Farinello y el intendente anfitrión, Sergio “el Chino” Villordo.
Junto al Presidente viajaron los ministros Aníbal Fernández (Interior), Julio De Vido (Planificación) y Alicia Kirchner (Desarrollo Social), además del titular de la Cámara de Diputados, Eduardo Camaño. Tanto Fernández como Camaño proceden de Quilmes, y son representantes del peronismo de ese municipio. De hecho, Villordo es un incondicional del ministro del Interior. Antes del discurso, Kirchner firmó la entrega del primer anticipo de fondos a cooperativas de viviendas, en el marco del Programa Federal de Emergencia Habitacional, para la construcción de 408 casas. También criticó a aquellos “muy educativos con otros intereses, pero terminan siendo ingratos e injustos con nuestros hermanos”.