EL PAíS
El infierno de La Perla fue comparable a la ESMA
Bajo el mando de Luciano Benjamín Menéndez, el Tercer Cuerpo del Ejército tuvo a su cargo 60 campos de concentración. Fueron muy pocos los que sobrevivieron a ese infierno. En sus denuncias aparecen fusilamientos como los que relata Bruno Laborda.
Todas y cada una de las violaciones a los derechos humanos que se cometieron durante la dictadura en el noroeste argentino conducen al mismo lugar: el Tercer Cuerpo de Ejército que, encabezado por el represor Luciano Benjamín Menéndez y con base en Córdoba, coordinó la represión ilegal en las diez provincias bajo su control. En jurisdicción de esa unidad militar funcionaron cerca de 60 centros clandestinos de detención y tan sólo por La Perla –el más grande de los campos de exterminio y comparable por su magnitud a la ESMA– pasaron unos tres mil detenidos. Fueron muy pocos los que consiguieron sobrevivir a ese infierno para contarlo.
Quien lo logró fue Liliana Susana Geuna, que aportó datos sobre el modo en que funcionó el sistema represivo del Tercer Cuerpo de Ejército. Como partícipe de la represión, el teniente coronel Bruno Laborda puede brindar ahora muchas más precisiones.
A las órdenes de Menéndez, el Tercer Cuerpo de Ejército controlaba durante la dictadura diez provincias: Córdoba, Mendoza, San Luis, San Juan, Catamarca, La Rioja, Santiago del Estero, Tucumán, Jujuy y Salta. Según los informes de la Conadep, dentro de su jurisdicción funcionaron 59 centros clandestinos de detención. Allí actuó también el represor Antonio Domingo Bussi, quien en el ‘80 sucedió a Menéndez en el mando.
El testimonio de Geuna –quien fue liberada en 1978 y al año siguiente huyó del país– describió la estructura y el funcionamiento de La Perla, ubicado sobre la ruta que vincula Córdoba con Carlos Paz.
De la Base, como Geuna identificó a la sede central del campo, dependían cinco secciones. Una de ellas era Política, encargada de centralizar y archivar la información y de seleccionar los blancos. La sección de Calle investigaba en función de las prioridades que fijaba Política: ponía micrófonos, hacía seguimientos y controlaba a los agentes secretos. Los secuestros, la aplicación de las torturas y la ejecución de prisioneros corría por cuenta de la sección de Operaciones Especiales. La estructura represiva la completaban Logística y el Campo de la Ribera, al que eran derivados los prisioneros de menor compromiso político.
En La Perla los prisioneros eran fusilados en los campos aledaños al centro. Hasta allí eran trasladados en un camión bautizado “Menéndez Benz”. Geuna contó: “Antes de descender del vehículo, eran maniatados. Luego se los bajaba y se les obligaba a arrodillarse delante del pozo y se los fusilaba. En los fusilamientos participaban oficiales de todas las unidades del Tercer Cuerpo, desde los subtenientes hasta los generales”.
En el Tercer Cuerpo funcionó en Tucumán La Escuelita de Famaillá, el primer centro de exterminio de la dictadura. También tuvieron lugar matanzas como la Masacre de las Palomitas en Salta, donde fueron fusiladas doce personas que estaban detenidas en la cárcel de Villa Las Rosas.