EL PAíS › EL FUTURO DE CFK Y LA CHANCE DE KIRCHNER DE PRESIDIR EL PJ
La herramienta política
En el Gobierno analizan el nuevo escenario interno previendo que se avecina una dura pelea con el Fondo Monetario Internacional. La evaluación del acercamiento a la UCR y la posibilidad de que Néstor Kirchner presida el peronismo para cambiarlo de adentro. Su mujer, una carta que en la Rosada creen ganadora en el distrito donde compita, aún no tiene destino fijado. La batalla por sumar diputados y el escenario en la provincia de Buenos Aires.
Por Sergio Moreno
“Nosotros estamos acá para cambiar el país. Para eso hay que tener, además de la decisión, la herramienta política. Una parte importante de esa herramienta se expresa en el Parlamento, por lo cual hay que obtener diputados y senadores propios. En el interior, los acuerdos con los gobernadores nos permitirán incorporar gente nuestra a las listas. Y la mayor cantidad de legisladores se obtienen en la provincia de Buenos Aires. Esta es una de las razones por las que, entiendo, Cristina Fernández de Kirchner debería competir por la provincia, no por la Capital.” El razonamiento proviene de un integrante de la mesa chica-chica de Olivos, a la que el presidente Néstor Kirchner invita a poquísimos de los suyos. La lucubración surge del permanente brainstorming al que se ha dado el Gobierno en estas últimas semanas, inmerso en un clima hostil creado por los intelectuales de la derecha –y agrandado por algunos (tontos) errores propios– y ante el advenimiento de una durísima puja con el Fondo Monetario Internacional.
Karl Von Clausewitz decía que por más claro que tuviese uno las posiciones y poderíos de las tropas que van a contender, nunca podía saber de antemano el resultado de la batalla, ya que los imponderables del campo hacían a su resultado. Así lo entiende –y así lo cita– uno de los principales pensadores de las estrategias de la Casa Rosada. “Este Gobierno ha sido muy flexible, se ha adaptado a varios escenarios muy distintos. Vamos a seguir variando cuando sea necesario; por ahora gobernaremos con una pata en el peronismo, una pata fuera del peronismo y la relación del Presidente con la sociedad”, dice el confidente de Página/12, desdeñando la arquitectura que se ha hecho alrededor de una supuesta apertura del oficialismo y el retorno a las fuentes del PJ.
Según un añejo operador del Presidente, las movidas de marras respondieron a la necesidad de descomprimir una situación tensa que, en las últimas cuatro semanas, había tornado “irrespirable” el aire y que melló los resultados de las encuestas para el oficialismo, básicamente en la Capital Federal y el conurbano. Uno de sus pares remite a un episodio clave para poner un mojón en el momento en que el Gobierno comenzó a recibir críticas in crescendo. “Yo diría que desde el 24 de marzo, desde el acto en la ESMA, se desató una andanada de varios medios contra nosotros, para limar, esmerilar al Presidente. En algunos medios se tornó virulenta, ideológicamente virulenta”, describe.
Dicho esto, el mismo confidente se detiene en otro elemento que tributa al clima menos favorable que atisban en el aerópago del poder. “Estamos en medio de una situación compleja –acomete la fuente–: atravesamos el período en que se hicieron los grandes anuncios y todavía no se concretaron porque se están ejecutando. Entonces cuando comiencen a verse las obras, cuando empiecen a hacerse las viviendas, cuando se ocupe la mano de obra, este clima se va a ir diluyendo. Hay que atravesar estos meses”, estima.
Desmenuzando la coyuntura, otro integrante del gabinete nacional –cuya condición de peronista es irreductible– ironiza sobre las circunvoluciones del Gobierno. “Andamos a los barquinazos: antes no hablábamos con nadie, estábamos de romance directo con la sociedad, sin intermediarios y en medio no había nada, ni partidos ni corporaciones. Llegamos a mandar tres ministros a un acto piquetero y hacíamos loas al movimiento transversal. Ahora, en un día, el Presidente y tres ministros se abrazaron con los gordos de la CGT. ¿En qué cambiaron los muchachos (sindicalistas) de antes a ahora? En nada. No se puede ir de una esquina a otra. Deberíamos ir siempre más por el medio”, categoriza, con una sonrisa en los labios, desnudando una versión criolla de aristotelismo. Dicho esto, el mismo consiglieri de la Rosada entiende que la situación ha mejorado “un poco, un matiz” en la última semana y media. “Se descomprimió. La salida de (Gustavo) Beliz y (Norberto) Quantín descomprimió. Incluso el acercamiento con los radicales ayudó”, especula.
–¿De qué manera? –quiso saber este reportero.
–Es un movimiento esencial que ayuda a la gobernabilidad. Su presencia en el Parlamento y su apoyo, de la manera que apoyan ellos, dando quórum aunque voten en contra, para aprobar leyes. Para eso sirven, y para eso se hizo el gesto hacia la UCR.
La idea de que Kirchner sea presidente del PJ derramó como un bálsamo hacia los intestinos del peronismo. “A todos los gobernadores peronistas los hizo suspirar, están más relajados. Cuando se enteró, Obeid (gobernador de Santa Fe) respiró hondo y se aflojó la corbata, satisfecho; el Gallego (José Manuel de la Sota, gobernador de Córdoba) también. Ellos dos sufrían demasiado la transversalidad”, cuenta el operador presidencial.
El relato remite a la chance de que Kirchner efectivamente presida su partido. El Presidente suele decir a sus íntimos que no quiere hacerlo, y cuando lo dice muestra un desdén por esa estructura multiforme y pluriideológica, que ha servido tanto para dignificar la existencia del trabajador argentino cuanto para arrojarlo a la pobreza más abyecta. “A mí me dice que va a ser presidente del PJ, a varios gobernadores también les dijo”, revela un integrante del elenco oficial, como deseando que esa palabra se cumpla. Otro habitante del poder kirchnerista, venido del sur, aporta: “Creo que Néstor va a terminar siendo presidente del PJ. El tema, la discusión, es para qué. Y el para qué es para que el peronismo vuelva a ser un instrumento de cambio y mejora para la sociedad”.
El mismo funcionario elabora teoría respecto de las necesidades del Príncipe y de su táctica para el corto plazo. “Nos está haciendo falta el instrumento político que cristalice el alto nivel de popularidad de Kirchner –arranca–. No lo hemos podido construir, por diversos motivos, entre los cuales no faltan miserias personales, individualismos, pensamientos cortos. Hay quien quiere mantener su micropoder, su aparatito, y no tiene proyecto alguno. Eso hay que paliarlo. ¿Cómo? Con un ego mayor a la cabeza, desde donde se imponga la convicción del cambio.”
El contertulio de Página/12 ejemplifica: “El Congreso está lleno de diputados surgidos de la vieja Argentina. Necesitamos llenarlo con diputados que quieran cambiar la Argentina. Debemos hacerlo desde todos los distritos y lo vamos a hacer”.
Guardando la dama
El nuevo escenario planteado desde el poder central induce a pensar que el destino de la carta más fuerte que tiene el Gobierno para ganar en distritos (un distrito) claves ha regresado a la baraja. Cristina Fernández de Kirchner (CFK), el comodín del que sabe hablar el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, aún no tiene territorio. Hace unos meses atrás, pareció que su suerte sería jugada en la provincia de Buenos Aires, cuando la confrontación con Eduardo Duhalde lo era todo para los gladiadores de Olivos. Ahora, la mesa de arena mutó y muchos especularon con que CFK jugaría sus kilates en la Capital Federal.
Al respecto, un viejo consejero presidencial ensaya: “El acuerdo en la provincia de Buenos Aires con Duhalde responde a que en la Capital estamos mal. Ocurre algo curioso en algunas encuestas que tenemos: si nuestro candidato es muy fuerte, esto es Cristina, quedamos los tres empatados con 30 por ciento (CFK, Elisa Carrió y Mauricio Macri), con lo cual puede ganar cualquiera por uno o dos puntos, como pasó con Erman González en el ’93; si nuestro candidato es débil, crece la Gorda (Carrió) que se lleva votos del centroizquierda. El único candidato que gana hoy es (Roberto) Lavagna (ministro de Economía), que es el único capaz de retener el voto de centroizquierda y captar algunos de centroderecha. Pero Lavagna no será candidato a diputado nunca”.
Un secretario de Estado de extrema confianza del Presidente apela a la calma. “En Capital el resultado hoy es incierto, pero falta mucho tiempo para la elección. En la Argentina, un año es la eternidad”, entiende, con buen tino. A pesar de así hablar, el hombre –que conoce a CFK desde hace muchos años– arriesga: “Yo creo que Cristina no debe competir en la Capital. La inversión debe hacerse donde podamos obtener gran número de diputados y eso ocurre compitiendo en la provincia (de Buenos Aires)”, especula.
Sun Tzu supo escribir en El arte de la Guerra (Bing Fa) que “las condiciones en la guerra jamás son idénticas ni permanecen las mismas. Todas las maneras de combatir cambian siempre”. Los estrategas del oficialismo parecen seguir ese precepto respecto de la movida de su reina. “Nada está definido con Cristina, por ahora no va a la provincia ni a la capital. Y eso no se va a decidir hasta mucho más adelante. Lo veremos sobre la marcha”, adelanta, alargando el misterio.