EL PAíS › REPORTAJE AL EMBAJADOR BRITANICO SOBRE ECONOMIA Y MALVINAS
“Hemos pasado por tiempos un poco difíciles”
Antes de dejar la Argentina luego de cuatro años, Robin Christopher concedió una entrevista exclusiva en la que remarcó que la suspensión de los vuelos a Malvinas había creado dificultades, pero dijo que la oferta británica apunta sólo a los charters y no a los regulares. También repasó los vaivenes de la economía desde el 2000 hasta aquí.
Por Andrew Graham-Yooll
El jueves a la mañana el embajador británico saliente, sir Robin Christopher, abandonó Buenos Aires luego de cuatro años en la Argentina, rumbo a la jubilación. Celebró su 60 cumpleaños el miércoles y, regido por un sistema estricto que establece el retiro de la función a esa edad, cuando levantaba vuelo de Ezeiza ya no era embajador. Su sucesor, John Hughes, ex embajador británico en Venezuela, llegará a Buenos Aires a mediados de noviembre.
Sir Robin Christopher declaró a Página/12 que los grandes logros de su gestión fueron la restauración de la residencia de la embajada, su intervención para lograr la instalación de un monumento en las islas a los argentinos caídos en la guerra de Malvinas entre abril y junio de 1982 y la creación de lo que él llama la “diplomacia intelectual”, una nueva forma de relación entre gobiernos y sociedad civil.
En cuanto a su relación con el gobierno argentino, la cautela, casi se puede decir que extrema, influyó en sus respuestas. Leer entre líneas puede ser un ejercicio entretenido, dado que el diplomático primero pidió que se evitaran temas delicados, y los que apenas se tocaron lo llevaron a usar todos los recursos del lenguaje diplomático para rodear una respuesta directa. Veterano de embajadas bastante controvertidas, como las de Etiopía e Indonesia (donde le tocó vivir la crisis de 1997), sir Robin Christopher comenzó su carrera luego de la Universidad de Oxford como maestro de inglés en Bolivia. Allí volvió en el último año para encontrar a la familia con la que vivió y a alguno de sus alumnos de hace más de treinta años.
Conocido por la prensa como un hombre sociable, dijo que uno de sus mejores recuerdos será el viaje en su motocicleta entre Mendoza y Salta que hizo con amigos el verano pasado. Aparte de eso, otro gran recuerdo será haber bailado con una señora de la colectividad británica en el día en que ella cumplió cien años.
–¿Qué opina de lo logrado en sus cuatro años en Buenos Aires? ¿Qué piensa que le quedó por hacer?
–Prefiero comenzar con lo que se ha hecho. Cuando llegué hace cuatro años, en noviembre de 2000, la Argentina se hallaba en un proceso deflacionario bastante serio. Nuestro primer año fue difícil ante la convicción de que la convertibilidad no iba a sobrevivir. Si bien en la superficie el gobierno de Fernando de la Rúa intentaba atacar las crecientes dificultades, la sospecha general era que la convertibilidad era un callejón sin salida. Tarde o temprano habría un estallido. Esto sucedió a fines de 2001. Siguió un período difícil de inestabilidad, luego vino un gradual ordenamiento de los problemas, una paulatina vuelta a alguna forma de normalidad económica. Al margen de las tragedias en todos los frentes, y la de los afectados por la devaluación masiva, hemos visto cómo comenzó a levantarse la economía en forma significativa, por lo menos para el corto y mediano plazo. El desafío hoy es volver a una economía de mercado eficiente. Bueno, ése era el telón de fondo cuando llegamos. Hay un número de áreas en mi trabajo en este país que puedo observar ahora con cierto placer y satisfacción.
–¿Por ejemplo cuáles?
–Cumplir con el compromiso de julio de 1999, que estableció que debía haber un monumento en las islas Malvinas a la memoria de los argentinos caídos en combate en ese territorio. Las dificultades inmediatas eran obvias y ya se venían enfrentando desde antes que yo llegara. Me alegró poder darle al proceso burocrático un empujoncito y trabajar con los miembros de la Comisión de Familiares de Caídos en Malvinas e Islas del Atlántico Sur. Fue un placer muy grande este año ver que la estructura del monumento realmente se comenzaba a erigir.
–¿Fue a ver el monumento en las islas?
–No. Visité las islas una vez antes de llegar a Buenos Aires y una vez más cuando ya estaba instalado en la Argentina. El objetivo del segundo viaje era explicar a los consejeros del gobierno isleño los sentimientos expresados en la Argentina, y lograr que comprendieran el esfuerzo humanitario que debía reconocerse en los que querían levantar el monumento. Me gustaría pensar que esa gestión mía ayudó a lograr la aceptación.
–Usted dijo antes de comenzar que quería evitar temas difíciles en esta conversación, pero lo que esto refleja es que el Ministerio de Relaciones Exteriores argentino ha cooperado muy poco en las últimas etapas de instalación del monumento.
–Este proyecto de levantar un monumento siempre fue un emprendimiento privado de la Comisión de Familiares, por lo tanto los gobiernos no tuvieron un papel en el asunto. A mí me queda claro que en el gobierno argentino hay satisfacción porque el monumento se ha construido. Se aprecia el hecho de haberlo logrado. El tema de la inauguración es algo para el futuro, cuando la situación esté un poco más clara acerca de cómo hacemos llegar a la gente a ese acto.
–A la gente y a los funcionarios...
–Claro. Le aseguro que los miembros de la Comisión de Familiares han estado aquí, en esta residencia. Son gente que he llegado a conocer bien en los últimos cuatro años. Vinieron a mi fiesta de despedida (el 12 de octubre) y me presentaron una pieza del mármol usado para el monumento. Los conozco bien, los respeto, porque han demostrado una enorme fuerza y compromiso para honrar la memoria de sus seres queridos. Eso lo admiro y consideré mi deber darles todo el apoyo que podía.
–Bien, ése es un contacto a nivel privado. Ahora, ¿en qué estado se encuentra su relación con el ministro de Relaciones Exteriores, Bielsa?
–Creo que nos entendemos muy bien a nivel privado. Siento un enorme respeto por el ministro y pienso que disfrutamos de la compañía de cada uno. Tuvo la amabilidad de recibirme en una reunión privada de despedida muy amistosa. Tenemos muy buenas relaciones personales.
–Qué extraño. No vino a su fiesta de despedida, tampoco vino a la fiesta nacional (el cumpleaños de la Reina Isabel II). Y recuerdo que un periódico comentó que el funcionario de más alto rango presente en la reinauguración de la residencia fue el jefe de Estado Mayor del Ejército, el general Bendini.
–Entiendo que el ministro Bielsa no es muy entusiasta de las fiestas nacionales. Sin embargo, su esposa y su principal asesor se acercaron para la despedida. Es cierto que desde la cancelación de la autorización de los vuelos charter en noviembre del año pasado, hemos pasado por tiempos un poco difíciles. Yo estaba en la obligación de expresar que mi gobierno espera que superemos este período. Lo que anhelo es que, especialmente después de la reunión muy positiva de los ministros de relaciones exteriores de ambos países en el entorno de la Asamblea General de Naciones Unidas, podamos superar este período y lograr cierta comprensión del estado de cosas.
–¿Se entienden el secretario de Relaciones Exteriores Jack Straw y el ministro Bielsa? ¿O no andan bien?
–Se llevan muy bien.
–En estos cuatro años usted ha sido anfitrión de las visitas esperables del mundo comercial e industrial, pero hubo una presencia cultural con un perfil más alto, a través del British Council y la acción de la embajada. ¿Significa eso que, aparte de algunas empresas grandes, la presencia comercial británica en la Argentina no es significativa? La Cámara de Comercio Argentino-Británica tiene unos sesenta y tantos miembros, más bien chicos. ¿Qué perspectiva hay de una presencia más grande en el futuro?
–Creo que esa descripción no se ajusta a la realidad. Doce de las veinte mayores empresas británicas están representadas en la Argentina. Tenemos intereses muy importantes en el sector bancario, a través de HSBC, y en el sector petrolero y de gas. Tenemos la operación conjunta de BP (British Petroleum) y Pan American, que seguirán invirtiendo fuertemente, y tienen planes importantes en el área de producción. También hay presencia en los servicios públicos, como la de British Gas (Metrogas). Es cierto, y triste, que Lloyds Bank se retira de la Argentina luego de casi un siglo y medio. Pero esa decisión responde a la estrategia global de Lloyds Bank. Ya se ha retirado de varios países, incluyendo Nueva Zelanda, para consolidar sus operaciones de base. También debo decir que creo que la estructura de Lloyds Bank ha sido comprada aquí por un banco local (Patagonia Sudameris) que es sumamente confiable y competente. Creo que este banco va a seguir haciendo un aporte importante al sector financiero en este país. Si se mira desde otro ángulo, la retirada de National Grid/Transener fue lamentable, pero forzada por la crisis. Del otro lado de la moneda está el hecho de un creciente interés en la Argentina en las empresas.
–¿En qué sectores?
–Especialmente las exportadoras operando en el sector agropecuario. Y éstas andan muy bien. Esto habla de una presencia mayor en un momento en que la economía comienza a crecer nuevamente, cuando la Argentina es un destino competitivo para atraer inversiones, y donde crece el mercado de exportación. Le puedo ofrecer una lista de empresas británicas que están invirtiendo en la Argentina.
–Démela.
–Las empresas bajo control británico han invertido 1,5 mil millones de dólares en la Argentina. Claro que Lloyds Bank, National Grid y United Utilities se han ido. Lástima. Pero las que quedan se interesan por el mercado exportador, dado que las circunstancias son favorables. También hay que recordar que el tipo de cambio es favorable, hay bastante industria ociosa y se puede aumentar la producción. Las empresas que crecen son Unilever, Cadbury, GSK, Allied Domec y Viaggio, entre otras. Todas han crecido en los últimos dos años. Hay otras como Willys, Anglo Gold y Terry Johnson que también han expandido su presencia. Ah, y también P&O en el puerto. BP continúa siendo uno de los mayores inversores. A través de su acción conjunta proyecta invertir mil millones de pesos en la Argentina en dos años, para incrementar la producción de petróleo. En las circunstancias actuales, todo esto refleja una presencia impresionante.
–Antes usted mencionó los vuelos desde el continente a las Islas Malvinas. Hay un aspecto netamente comercial de los vuelos, y también hay un lado político. ¿El Reino Unido va a redoblar su esfuerzo para restablecer esos vuelos?
–Eso lo vamos a tener que ver en los meses venideros. Hicimos una propuesta y está sobre la mesa desde hace algún tiempo. No es discriminatorio y simplemente se dirige a abrir el mercado a los vuelos charter. Estamos hablando únicamente de vuelos charter, y no de vuelos regulares. Hasta ahora la propuesta no ha sido aceptada aquí, por lo tanto tendremos que hablar más sobre el tema y vamos a ver cómo se presenta la situación. Pero eso es para el futuro.
–Evidentemente usted observó las negociaciones por la deuda pública argentina. Esto coincide ahora con la decisión de la Tesorería británica de cancelar las obligaciones de los peores deudores. Esto ya lo hizo antes Londres, durante el gobierno de Margaret Thatcher, cuando su secretario del tesoro, Nigel Lawson, anunció la cancelación de las deudas impagables, incurriendo en el enojo de Estados Unidos y Canadá. ¿Qué efecto puede tener esta nueva decisión sobre las actitudes y formas de negociación, queno incluye una decisión igual pero sí influye en la política, en la Argentina?
–No se puede establecer relación alguna entre las dos situaciones. Aquella iniciativa que usted menciona se dirige a los 32 países más pobres del mundo, y básicamente atiende las deudas oficiales contraídas con agencias internacionales. La situación argentina es totalmente diferente. Este país no está, me alegra decirlo, en la liga de los más pobres, y sus problemas de deuda se hallan principalmente en el sector privado. Por lo tanto no hay conexión real entre la situación argentina y la decisión reciente del gobierno británico. Los acreedores van a tener que considerar la oferta hecha por el gobierno argentino, su grado de aceptabilidad... La situación está ahí y va a tener que ser decidida en base a la propuesta que se ha hecho. Creo que los argentinos en general anhelan el día en que este tema ya deje de estar sobre la mesa, causando dificultades en las relaciones con otros países donde hay gran número de acreedores. Debo decir que el Reino Unido no es uno de ellos.
–Y sin embargo el Reino Unido optó por una posición bastante dura en las consultas en los países miembro del G-7.
–Creo que eso se debe a una gran consistencia en la forma en que el gobierno británico ejerce sus responsabilidades en el FMI frente a cualquier país que tiene un acuerdo con el Fondo. Eso se aplica cualquiera sea la condición que se ha negociado y acordado entre el Fondo y un país. Eso es así para cualquier país del mundo.
–El Foreign Office algunas veces apoyó y en otras parecía simpatizar muy poco con los esfuerzos de constituir el Mercosur. ¿Tuvo algo que ver con este grupo en estos cuatro años?
–A esta altura, quisiera ver un acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur. Creo que le haría mucho bien a ambos grupos. Sé que alentaría el proceso de desarrollo. Como miembros de la UE nosotros reclamamos, desde adentro, la liberalización del comercio agrícola. En ese sentido se puede decir que somos el mejor aliado de América latina para ayudarlos a acceder a los mercados de Europa. Por lo tanto nos interesa el progreso en todos los frentes. Esto se juega ahora, mientras dialogamos. Espero que de alguna manera este acuerdo emerja porque es un aporte fundamental para construir relaciones más estrechas entre América latina y Europa.
–Cuando usted describe al Reino Unido como solitario en su campaña contra la protección de productos agropecuarios, ¿qué cambios se pueden esperar?
–El Reino Unido está avanzando en esta campaña. Creo que la expansión de la comunidad a veinticinco miembros jugará a favor de políticas agropecuarias más abiertas. Esto sería de beneficio para el resto del mundo que quiere exportar productos agrícolas a Europa, y a Europa le favorecerían los precios más bajos.
–Le pregunté cuando empezamos qué cosas le hubiera gustado lograr y qué no se dio. Quisiera volver a esa pregunta.
–Repito, quiero mirar estos años en términos de lo que se logró y no en lo que falta hacer. Lo que sí me gustaría hacer es ver cómo se podría mejorar lo hecho y más. Hemos construido bases para una relación mucho mejor entre el Gobierno y la sociedad civil aquí y con sus similares en el Reino Unido. Esto tiene que llegar mucho más lejos. Hemos ampliado los contactos en el campo de los derechos humanos, contactos en materia de regulación de temas clave a través de conferencias, como la regulación financiera y la regulación energética, y espero que se pueda avanzar mucho en estos campos. Confieso que me hubiera gustado lograr mejores contactos aun en estos temas, y si estuviera aquí un año más seguramente hubiera sido así.
–También quiso alentar el concepto de una radiodifusión de servicio público, pero aquí se encontró con que el servicio de difusión pública es la radiodifusión de Gobierno.
–Ese es uno de los campos en los que es importante conocer todas las opciones disponibles, saber cómo funcionan y cómo se pueden aplicar en el ambiente local. Los argentinos tendrán que decidir si quieren un servicio de difusión público y, en tal caso, qué forma tomará. En cierto sentido, las consultas y conferencias que organizamos en esta casa tienen mucho que ver con el programa que llamo “diplomacia intelectual”, que permite estudiar diferentes aspectos y sugerir opciones políticas. Difusión pública entraba bajo esta clasificación. Opino que la reparación de nuestra residencia fue parte de ese tipo de diplomacia. Ofrece un foro de discusión para una variedad de temas bajo el título de “diplomacia intelectual”. Esto ha incluido todos los niveles del sector público, radiodifusión, acceso a la justicia, regulación, independencia y seguridad jurídica, acceso a la información, transparencia y también una muy entretenida experiencia reciente en torno a relaciones del Gobierno con los medios. Esto último tuvo un gran apoyo cuando lo organizamos en la Universidad de Palermo. Trabajamos mucho con universidades locales y las ONG. Todo eso puede ser mejorado y llevado más lejos en los años venideros.
–Su idea de “diplomacia intelectual”, a diferencia de diplomacia secreta o pública, fue algo que se generó en Buenos Aires.
–Hace un par de años redactamos un documento como resultado de las reuniones que habíamos tenido aquí. Es obvio que vivimos en una sociedad más abierta que nunca. El mundo ha cambiado mucho desde el fin de la Guerra Fría y parece haber una agenda global compartida, si bien tenemos que considerar en esto la proliferación de nuevas identidades que nos dividen. A pesar de ello hay una agenda común que apunta al bienestar de la humanidad, que requiere su desarrollo, que representa el progreso, que significa compartir ideas acerca de lo que funciona y lo que no. Una de las cosas que me ha dado mayor satisfacción en estos cuatro años ha sido lanzar el programa que denominé “diplomacia intelectual”. Esto implica el reconocimiento de que hemos superado el viejo estilo de diplomacia para entrar en algo mucho más compartido en el mundo de las ideas, la academia, el intercambio entre profesionales y de gente que trabaja en instituciones oficiales en sus respectivos países. El programa de diplomacia intelectual atrajo a muchísima gente en los últimos dos años a la Argentina, para compartir e intercambiar información e ideas con representantes de la sociedad civil y el Gobierno. Atrajo a un gran número de personas a los seminarios y conferencias que hemos organizado. Funcionó bien y ha provocado aportes interesantes de gente del interior, además de Buenos Aires.