EL PAíS › OPINION

Recompensa

Por Raúl Kollmann

El concepto es el de recompensa. El juez Juan José Galeano, transcurridas tres sesiones del Consejo de la Magistratura en las que no contestó a ninguna de las acusaciones en su contra, pronunció ayer la palabra mágica, recompensa. Fue para adelantar su explicación de por qué él y la SIDE le pagaron 400.000 dólares al principal imputado del caso AMIA, Carlos Telleldín. El concepto lleva a varias preguntas:

1. ¿Existía la recompensa para el caso AMIA?
Sí. Hubo un decreto, el 2023, que establecía la recompensa para quien proporcionara información decisiva para esclarecer el atentado. El total era de tres millones de pesos. Esa cifra sigue intacta. O sea que no se le pagó recompensa a nadie. Significa que si hubo pago, no fue de la recompensa prevista legalmente.

2. ¿Quién debía pagar la recompensa?
Según el decreto, la Secretaría de Seguridad Interior, en aquel entonces a cargo de Andrés Antonietti. De acuerdo con la norma, la recompensa debía adjudicarla la Secretaría en acuerdo con el juez. Por lo tanto, si Galeano ordenó pagar la recompensa lo hizo en forma ilegal. No tenía facultades. Además, según reconocieron Hugo Anzorreguy, ex titular de la SIDE, y todos los agentes de ese organismo, la plata salió de la central de espías. Eso también fue ilegal y deriva en una acusación de peculado, que es usar en forma privada dineros del Estado cuya administración le fue conferida.

3. ¿Cuál es el concepto de recompensa?
Se supone que se trata del pago a cambio de información decisiva para esclarecer el caso. Sin embargo, aquí no se pagó por información. El propio Galeano ha dicho que él tenía la información. Es más, en las tres sesiones en el Consejo de la Magistratura se despachó largamente diciendo que todo fue anticipado en la cobertura que en su momento realizó Página/12 a través de Román Lejtman y este periodista. Por lo tanto, el pago de los 400.000 dólares no fue a cambio de información, sino para que Telleldín declarara judicialmente en contra de los policías bonaerenses, sin que se supiera que lo hacía por dinero. Era la forma de brindarle a la sociedad un grupo de culpables.

4. ¿Por qué el pago no está en el expediente?
La función de los organismos de investigación del gobierno de Carlos Menem –las policías, la SIDE– era establecer si lo que Telleldín fue revelando, especialmente a este diario, era verdad o mentira. Pero tanto el gobierno Menem como los investigadores y el juez “compraron” la versión porque les servía políticamente para decir que habían descubierto la verdad, mientras se tapaban otras pistas y otros negocios. En el video en el que aparecen negociando Telleldín y Galeano, el primero dice claramente que no va a decir la verdad en su declaración judicial porque la verdad no le servía a Galeano para cerrar la historia oficial. Incluso acuerda qué fotos iban a señalar los cómplices de Telleldín en un reconocimiento fotográfico trucho. Lo evidente es que no se pagó una recompensa por información, sino una coima para que un imputado mienta y todo le sirva, como señaló el Tribunal Oral, a “políticos inescrupulosos”. El resultado que se venía era obvio: la impunidad. Y como se demostró también en el juicio, ni a Menem ni a los gobiernos que le siguieron les importaba saber la verdad sobre el atentado.

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