EL PAíS
“¿Dónde estabas cuando en la ESMA se torturaba y se robaban niños?”
El textual es de una carta que Scilingo le envió al jefe de la Armada. Es una prueba que presentó el periodista Horacio Verbitsky.
“No puedo aceptar que ahora desde tu alta responsabilidad digas que lo que sabemos hoy por la acción de la Justicia es que la ESMA fue utilizada para hechos calificados como aberrantes, ya que te recuerdo una vez más que tú lo sabías desde marzo de 1976 y no hiciste nada para evitarlo porque estabas de acuerdo con ello.” La declaración, clara y alejada de las ambigüedades que marcaron el testimonio de Adolfo Scilingo durante la semana pasada, forma parte de una carta que el ex represor envió hace diez meses al actual jefe de la Armada, Jorge Godoy. El documento fue presentado ayer por el periodista de Página/12 y presidente del CELS, Horacio Verbitsky, que como primer testigo se presentó a declarar en la causa que Scilingo enfrenta en España por los delitos de torturas, terrorismo y genocidio. Junto con la carta, Verbitsky ratificó toda la información contenida en su libro El vuelo, que recogió las confesiones que el ex capitán de navío dio acerca de su participación en dos vuelos de la muerte y negó estos últimos días con una nueva versión. Tras las fallidas peripecias que improvisó ante la Audiencia de Madrid, fingiendo estar enfermo, Scilingo aseguró la semana pasada que jamás presenció un vuelo. Contra todo pronóstico, justificó aquellos dichos en su presunto interés por impulsar la investigación sobre los crímenes cometidos durante la última dictadura.
“¿Dónde estabas cuando en la ESMA se torturaba, se hacía desaparecer a miles de personas y se robaban niños?”. La carta, con fecha 16 de marzo, contrasta con las desventuradas versiones del ex marino, quien la semana pasada reconoció que en la ESMA existieron grupos de tareas pero negó saber que tuvieran cualquier otra actividad “más allá de la lucha antisubversiva”, al igual que afirmó desconocer que allí hubiera ocurrido algún parto.
Verbitsky agregó además que las líneas, escritas de puño y letra por Scilingo, revelan su participación en los vuelos de la muerte. Algo que el militar reconoció al periodista en 1994 y ratificó en 1997 ante el juez Baltasar Garzón pero negó la semana pasada. Apelando a un vasto y contradictorio abanico de argumentos, que incluyó desde un supuesto interés por incentivar la investigación sobre los delitos cometidos por la dictadura hasta una presunta venganza personal contra el dictador Emilio Eduardo Massera, Scilingo aseguró que todo lo confesado con el autor del libro que lo incrimina, pese a estar testimoniado en cartas y grabaciones, es falso y que jamás participó en los vuelos.
Frente a la nueva versión, Verbitsky aseguró ayer que el represor le declaró que, como jefe de talleres de la ESMA, conoció la camioneta que se utilizaba para practicar torturas, participó en una sesión y presenció además cómo se arrojaron 30 personas a las “aguas del Atlántico Sur”. Para no dejar lugar a dudas agregó que “los aviones que se utilizaron en los vuelos de la muerte” eran efectivamente los que le describió el acusado.
Scilingo se presentó ante Verbitsky en 1994, alentado, según interpretó el periodista, por un remordimiento que persistía a pesar del consuelo buscado en “la Iglesia, las drogas y el alcohol”. Tres meses y trece entrevistas permitieron recopilar el material que dio luz a El vuelo, publicado en 1995. Dos años más tarde Scilingo fue citado por el juez Garzón, a quien le ratificó sus declaraciones. De esta forma, mientras las leyes de Obediencia Debida y Punto Final lo eximían de la Justicia argentina, la causa avanzó en España.
Tan sólo algunas horas antes de la declaración que ayer dio Verbitsky, Scilingo terminó con su presentación al responder las preguntas de su abogado defensor, Fernando Martínez. Con un renovado look de traje y corbata, alejado de los días en donde lo aquejaban las consecuencias de la presunta huelga de hambre que mantiene, Scilingo repitió la estrategia adoptada la semana pasada e insistió que nunca podría haber participado en los dos vuelos de la muerte por estar “enfermo y de vacaciones”.
Con respecto a las torturas que se llevaron a cabo en la ESMA reiteró que nunca integró el grupo de tareas que operaba allí y que solamente sedesempeñó como un “simple electricista”. Sus palabras incluso dieron lugar una vez más al incomprensible humor sarcástico del represor quien, indagado sobre sus anteriores confesiones, expresó que también podría haberse “autoinculpado” por los delitos de la “Caravana de la muerte” que durante la dictadura pinochetista en Chile ejecutó a más de 70 personas.
Sumado al testimonio de Verbitsky, deberán declarar en los próximos dos meses alrededor de 120 testigos. Entre ellos se encuentran varios sobrevivientes de la ESMA, el ex fiscal en el Juicio a las Juntas, Julio Strassera, la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela Carlotto, representantes de la Federación Universitaria Argentina (FUA), el escritor Ernesto Sabato y el Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel.