EL PAíS › TERMINO EL MOTIN EN CORDOBA, CON DUDAS SOBRE LOS FALLECIDOS

La incógnita del muerto número 9

El gobierno provincial dio por terminada la revuelta en el penal a las 16, pero los incidentes siguieron todo el día. El número oficial de muertos es ocho, pero el intendente Juez denunció el caso fatal de un chico de 12 años.

 Por Camilo Ratti

Ocho muertos y decenas de heridos graves, según la información oficial, es el saldo del motín que culminó ayer en la Cárcel de San Martín que tuvo en vilo a todo el país durante más de veinticuatro horas. Después de agotadoras negociaciones entre la policía y los internos, la revuelta se fue aplacando paulatinamente y llegó a su fin cuando las autoridades provinciales aceptaron evaluar un petitorio elaborado por los reclusos, en el cual exigen mejores condiciones carcelarias, respetar el anterior régimen de visitas y que no sean reprimidos ni trasladados a otras penitenciarías. Por su parte, Luis Juez, intendente de Córdoba, disparó la polémica al afirmar a Página/12 que serían nueve los muertos y no ocho, ya que un chico de 12 años, hijo de uno de los presos y que se encontraba como rehén, murió en un hospital de la capital cordobesa. Además, distintas versiones indicaban que podría haber fugados, hecho que no pudo ser desmentido oficialmente porque se quemaron todos los archivos del penal y porque algunos presos se disfrazaron de guardiacárceles. Durante todo el día, sin embargo, se sucedieron incidentes dentro del penal.
La revuelta de presos más importante de la historia cordobesa finalizó ayer por la tarde con un saldo de ocho muertos y decenas de heridos, según información oficial, luego de que los negociadores llegaran a un acuerdo con los internos, quienes pidieron algunas condiciones para firmar la tregua, que serán elevadas en un petitorio que el lunes harán llegar a las autoridades judiciales que entienden en la causa. Entre esas “exigencias”, los reclusos piden mejorar las condiciones carcelarias, respetar el régimen de visitas que hasta el momento tenían y que el gobierno pretendía modificar, y que no sean trasladados ni reprimidos por la revuelta que protagonizaron durante más de veinticuatro horas.
Con la promesa oficial de respetar estos pedidos, los internos del penal más antiguo y deficiente de la provincia de Córdoba fueron durante el transcurso del día de ayer cediendo en sus posiciones y terminaron entregando las armas y aceptando que las fuerzas policiales entraran a la cárcel, y poco a poco éstas tomaran el control alrededor de las 16. “Hemos revisado toda la penitenciaría, los fiscales recorrieron los techos, los subsuelos y la situación está totalmente controlada”, decía a las cinco de la tarde de ayer el fiscal general de la provincia, Gustavo Vidal Lascano.
Fue en esta minuciosa requisa liderada por los fiscales Pradaudde y Matheu, a cargo de la investigación, cuando se secuestró la gran cantidad de armas blancas y de fuego que los reclusos se habían apropiado para tomar el control de la situación. Una vez concluida esta tarea, el jefe de policía, comisario Jorge Rodríguez, enfrentó a los medios para anunciar que el motín “ha finalizado”.
El mismo Rodríguez aclaró que aunque los destrozos en el interior de la cárcel eran importantes, no iba a haber traslados de internos hasta otra unidad penitenciaria, porque los pabellones donde se alojan los reclusos no habían sufrido grandes daños. “Se ha quemado mucho del mobiliario del penal, como el casino y algunas oficinas del Servicio Penitenciario, incluyendo los archivos de los detenidos, pero igualmente están dadas las condiciones para que los reclusos permanezcan aquí”, aseguró.
Fue precisamente la quema de los archivos lo que impide a las autoridades provinciales asegurar que no se hayan producido fugas el jueves, cuando los enfrentamientos llegaron a su punto cúlmine. “Hasta tanto no podamos realizar una inspección más precisa y podamos contar a los internos, no vamos a poder confirmar si hubo fugados”, dijo el fiscal Lascano, visiblemente agotado por lo sucedido estos últimos dos días en Córdoba capital.
Cuando todo parecía controlado y la satisfacción por lo realizado embargaba a todos los funcionarios provinciales, nuevas corridas depolicías devolvieron la intranquilidad al lugar y la tensión se adueñó otra vez de la penitenciaría. Sin perder el tiempo y antes de que el miedo volviera a circular en la ciudad, la directora del Servicio Penitenciario de la provincia, Graciela Lucientes de Funes, se apresuró a aclarar a los medios que solo se trataba de una “riña entre presos sin gravedad, que ya está controlada por la policía”. La misma respuesta llegó de parte de los jefes policiales y el fiscal Vidal Lascano, quienes trataron de minimizar los hechos, argumentando que “todo está bajo control y que no hay ninguna posibilidad de un nuevo motín. Sólo hay dos heridos que fueron trasladados a distintos nosocomios para ser atendidos”. No obstante, también un guardiacárcel resultó atacado en la trifulca entre estos internos que, según la policía, provinieron del sector siete del penal, donde se ubican los reclusos de mayor peligrosidad.
Superada provisoriamente la situación, que se repetiría durante unas cuatro horas luego de anunciado el final del motín, el comisario Rodríguez volvió al penal para conocer el estado de situación. Después de una manifiesta tensión, salió a la puerta y enfrentando a los medios todavía apostados en la puerta de la cárcel anunció otra vez: “La situación está totalmente controlada. La presencia del Servicio Penitenciario, la policía de la provincia en sus distintas fuerzas y la Gendarmería Nacional son la garantía de que ninguna otra situación va a poner en peligro o en riesgo la convivencia pacífica en este penal. No hay riesgos de otro motín, porque los presos están controlados, no hay rehenes y tampoco posibilidades de que tomen nuevamente algún tipo de armas”.
Uno de los fiscales de la causa, Javier Pradaudde, explicó la situación diciendo que “por el escaso tiempo que tuvimos para efectuar la requisa, evidentemente no llegamos a secuestrar todos los elementos punzantes que tienen los internos. La cárcel es muy grande, y eso complica esta tarea”.
Por si la confusión que se vivió ayer en barrio San Martín no fuera suficiente, el intendente de la ciudad, Luis Juez, avivó la polémica diciendo a Página/12 que los muertos son nueve y no ocho como aseguran los funcionarios provinciales. “Existe un chico de 12 años que murió en uno de los hospitales municipales, luego de haber sido tomado como rehén el jueves.” Además, el jefe comunal sostuvo que es muy posible que pueda haber internos que se fugaron el jueves, “ya que algunos se disfrazaron con el uniforme de guardiacárceles, que les quitaron cuando tomaron el control del penal”.
Este diario intentó comunicarse telefónicamente con Vidal Lascano o Rodríguez para confirmar las declaraciones del líder el Partido Nuevo, pero fue imposible. Hasta las últimas horas de ayer, ambos funcionarios se encontraban apostados en la Cárcel de San Martín, monitoreando que la situación no volviera a descontrolarse, y la locura no se apropiara nuevamente de una ciudad que todavía no sale del espanto.

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Las fuerzas de seguridad retomaron el control a la tarde, pero hubo corridas y tiros hasta la noche.
 
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