EL PAíS › GERARDO ZAMORA SE IMPUSO POR
SIETE PUNTOS AL PERONISTA JOSE FIGUEROA
Santiago del Estero se tiñó de radical
El 23 de marzo asumirá el primer gobernador radical de Santiago del Estero desde que en 1963, con el peronismo proscripto, Benjamín Zabalía había logrado esa hazaña. La intervención federal no logró mantener la hegemonía peronista y, como siempre sucede, nadie asumió el padrinazgo de la derrota.
Siete puntos de ventaja nunca son pocos, pero en el caso de Santiago del Estero adquieren muchísima más relevancia. Esa fue finalmente la diferencia por la cual el candidato del Frente Cívico, el radical Gerardo Zamora, derrotó en las elecciones a gobernador santiagueño al oficialista José Figueroa. Atrás quedaron medio siglo de hegemonía peronista –encarnada en la persona del histórico caudillo provincial Carlos Juárez– y también los esfuerzos de la administración nacional que, aun con el instrumento de la intervención federal a su favor, no pudo retener el control de ese distrito. Así, el próximo 23 de marzo la provincia pasará a manos del radicalismo, que –a pesar de que Zamora encabeza, en verdad, una alianza con otras fuerzas políticas– celebró la victoria como un paso más en la recuperación de su “vigencia mayoritaria a nivel nacional”.
El conteo de los votos determinó que Zamora recibió el apoyo del 46,6 por ciento de los santiagueños que el último domingo pasaron por las urnas. Figueroa, el candidato auspiciado por la intervención federal y el gobierno nacional, obtuvo el 39,83 de los sufragios. En tercer lugar quedó el postulante del Movimiento Viable, Héctor “Chabay” Ruiz, con el 9,72 por ciento de los votos. El Frente Cívico se impuso también en la elección de diputados, aunque no tendrá mayoría propia en la Cámara baja provincial.
Zamora, actual intendente de la capital santiagueña, asumirá la gobernación unos días antes de fin de mes. Entonces, tendrá que hacerse cargo de una provincia que tiene sus finanzas en orden, pero cuya situación económica y social es crítica. “No hay infraestructura, no hay caminos ni agua, ni energía eléctrica y existe una fuerte exclusión social con hambre, pobreza, desocupación, enfermedades endémicas y analfabetismo. Hay que comenzar a reconstruir Santiago”, fue una de sus primeras declaraciones con el traje de gobernador puesto.
En vista del desafío que deberá enfrentar, Zamora también eligió dónde pegar y dónde no. Uno de sus blancos fue el interventor federal, Pablo Lanusse, a quien acusó de haber sido “vocero” de Figueroa en los últimos días de campaña y de utilizar el aparato estatal santiagueño en favor del candidato peronista (ver aparte). También le endilgó al PJ provincial haber nacionalizado la contienda, agitando el fantasma de “que si no se votaba a Figueroa, (Néstor) Kirchner no iba a ayudar a Santiago”, y arremetió contra el ministro del Interior, Aníbal Fernández. “Es cierto que, lamentablemente, Fernández vino y avaló ese discurso”, apuntó.
No fue el ministro del Interior el único que desfiló por Santiago antes de las elecciones. El apoyo de la administración nacional al candidato peronista también quedó reflejado en las visitas del vicepresidente Daniel Scioli y de los ministros de Educación, Daniel Filmus; de Salud, Ginés González García, y de Desarrollo Social, Alicia Kirchner.
Zamora no habló de ellos y mucho menos de Néstor Kirchner; es más, cuando le recriminó a Fernández su apoyo a Figueroa, se cuidó de aclarar que “no creo que ése sea el pensamiento del Presidente”. También amistoso con Kirchner, recordó que durante la campaña “jamás planteamos una política en contra del gobierno nacional” y confió en que logrará establecer una “buena relación” con el santacruceño.
En la Casa Rosada tampoco hablaron de Zamora ni de las elecciones en Santiago. Quien sí lo hizo fue Lanusse y negó que la victoria del candidato del Frente Cívico haya significado un revés para el kirchnerismo, como también que desde la intervención federal o desde la administración nacional se haya tratado de “imponer” a Figueroa, aunque admitió que “no podemos desconocer el apoyo que tuvo”. En tono ecuménico, el interventor agregó que “lo mejor que podemos hacer es respetar esa elección y confiar en que la gente no se equivoca” y ensalzó su gestión: “Hay un marco de libertades públicas absolutas y garantizadas; es un fallo irreversible para el pasado, una conquista de la sociedad, que no temió votar a un candidato que no sea justicialista”.
Desde el peronismo fue nada menos que Eduardo Duhalde quien hizo un análisis. “Siempre he dicho lo mismo: no estaban dadas las causas que la Constitución establece para que se pueda intervenir una provincia”, reflexionó y sostuvo que el PJ santiagueño “entró en una debacle después de la intervención”. El ex mandatario subrayó que al cabo del año que la provincia lleva intervenida hubo “líneas internas muy enfrentadas entre ellas y este es el resultado: se perdió”.
Los radicales, en cambio, disfrutaron esta vez de la victoria. “El triunfo en Santiago muestra que la UCR se encamina hacia la vigencia mayoritaria a nivel nacional, recuperando paso a paso, con actitudes renovadas, la confianza y el apoyo de los argentinos”, destacó el Comité Nacional en un comunicado. Aunque entusiasta, el texto guardó el estilo acartonado del centenario partido, que pasará a gobernar siete provincias: “El histórico papel del radicalismo, eje convocante del Frente Cívico, reafirma una vez más el ejercicio de las virtudes democráticas que viene proclamando en su ideario desde hace más de cien años, como herramienta del pueblo argentino al servicio de la reparación nacional y social.