EL PAíS › EL COSTO DE VIDA AUMENTO 1,5 POR
CIENTO EN MARZO Y ACUMULO 4 EN EL TRIMESTRE
La canasta pesa más si trae alimentos
El grueso de la suba se concentró en los rubros alimenticios, impactando fuertemente en el costo de la canasta básica respectiva, que tan sólo en marzo subió tres por ciento. Los cortes de carnes rojas y los quesos, entre los que más crecieron.
Por Claudio Scaletta
La inflación de marzo fue del 1,5 por ciento y creció en el primer trimestre el doble de lo esperado: el 4 por ciento. Si bien se registraron aumentos estacionales puntuales en rubros como Indumentaria y Educación, el grueso de las subas se produjo en Alimentos, y dentro de ellos, especialmente en Carnes y en Productos Lácteos y huevos, que aumentaron el 6,7 y el 3,3 por ciento, respectivamente. Esta situación tuvo fuerte impacto en la evolución de la Canasta Básica Alimentaria, que aumentó en marzo el 3 por ciento. No obstante, también implica que la economía no muestra aumentos generalizados sino circunscriptos a sectores cuya oferta mayorista se encuentra determinada por la mejora de las cotizaciones internacionales.
Tras la suba del 1,5 por ciento en el IPC de enero, desde el equipo económico se ensayaron dos estrategias para contener el impulso de los precios. La primera fue atacar las subas puntuales, lo que llevó a la firma de distintos acuerdos sectoriales con quienes se habían mostrado más dinámicos en la remarcación. La segunda, el freno al crecimiento mediante tenues medidas ortodoxas destinadas a operar sobre las expectativas.
La primera estrategia dio resultados en algunos sectores, como el de los útiles escolares, que en marzo sólo subieron el 0,3 por ciento, pero parece haber fracasado allí donde las fuerzas del mercado fueron más poderosas.
Los rubros cuyos precios más aumentaron en marzo y también en el primer trimestre fueron esencialmente carnes y lácteos. Si bien no puede descartarse completamente que parte de las subas respondan a la natural búsqueda empresaria de ampliar márgenes de ganancia –la puja distributiva no se resuelve sólo en los salarios–, la realidad muestra también que se trata de productos que gozan de excelentes condiciones en los mercados internacionales, con precios, y en consecuencia exportaciones, en alza.
Hubiese sido difícil prever que esta clase de bienes registren precios diferentes según se trate de ventas al mercado interno o al externo. Los resultados del Indec son contundentes. Los cortes de carnes rojas más tradicionales aumentaron entre 7,4 y 8,8 por ciento en el mes y entre 11 y el 13,5 por ciento en el primer trimestre. El pollo entero, en tanto, aumentó el 9,4 por ciento en marzo y los huevos el 11,4. El queso cuartirolo el 8,3 por ciento en el mes y el 17,3 en el trimestre.
Como puede observarse, los aumentos se produjeron en rubros con fuerte incidencia en la Canasta Básica Alimentaria, cuyo aumento duplicó a la inflación de marzo y sumó el 5,8 por ciento en el primer cuarto del año. La cifra destaca quiénes son los sectores más afectados por los aumentos de precios.
Si bien se registraron algunas subas importantes en otros rubros, como por ejemplo en Equipamiento y mantenimiento del hogar, 1,2 por ciento en marzo y 3,3 en el trimestre, se trata de sectores con baja incidencia global en el indicador. Queda claro que los bienes con precios regulados, como combustibles, electricidad, gas, teléfonos y transporte público, que sólo crecieron el 0,3 por ciento en el mes, y los netamente estacionales, como turismo, frutas y verduras, que tuvieron un impacto negativo del 0,9 por ciento, actuaron en marzo como freno de una suba de precios mayor, pues el resto de los bienes creció el 2,2 por ciento.
Aunque, con resultado dispar, el Gobierno apuntó en la dirección correcta al intentar contrarrestar los aumentos puntuales, también puso en marcha una segunda estrategia de matriz ortodoxa. Para esta corriente de pensamiento económico la inflación es el resultado, antes que de causas estructurales, de un exceso de dinero en circulación. Por lo tanto, una buena forma de mitigarla es a través de políticas monetarias y fiscales contractivas. Esto significa que el Banco Central tome decisiones que reduzcan la Base Monetaria, que la AFIP apure el cobro de impuestos y que, en los próximos meses, se subejecuten partidas presupuestarias. Elpresidente del Central, Martín Redrado, ya confirmó que en lo que va del año la base se redujo en 2700 millones de pesos. El resultado de esta menor cantidad de dinero en circulación en una economía en crecimiento es previsible. La pregunta del millón es qué resulta “más caro”, el menor crecimiento o la inflación que se ahorraría. Sin embargo, la pregunta de fondo es otra: por qué aplicar una receta ortodoxa destinada a conjurar aumentos generalizados cuando los aumentos son preponderantemente puntuales. En el entorno del ministro Lavagna tienen la respuesta. Sostienen que los actores económicos se guían también por expectativas.