EL PAíS
Fanchiotti quedó más complicado después del peritaje que pidió
Camino al juicio oral por la masacre de Avellaneda, el ex comisario no pudo demostrar que estuvo lejos del asesinado.
Por Laura Vales
Esposado, con una campera amarilla demasiado grande para su talla, el comisario Alfredo Fanchiotti volvió ayer a Avellaneda, donde se realizó la pericia por el asesinato de Maximiliano Kosteki. Dos custodios lo bajaron del camión celular que lo trasladó desde el penal de Ituzaingó hasta el sitio donde fue baleado Kosteki. La realización de la pericia había sido solicitada por el propio comisario, en un intento de demostrar que él no fue el autor del disparo. Su principal argumento era que el día de la represión estuvo demasiado lejos –entre 100 y 150 metros– como para que una bala suya causara esa muerte. Sin embargo, los peritos oficiales hicieron la medición y comprobaron que en el momento en que Kosteki fue baleado, entre él y Fanchiotti no hubo 100 metros ni 150 sino 81. Así, su situación quedó más comprometida.
El comisario tuvo tres peritos propios. En el lugar –la avenida Pavón a la altura del hipermercado Carrefour, dos cuadras antes de llegar a la estación de trenes de Avellaneda–, estuvieron además los peritos oficiales designados por el tribunal, los abogados del acusado, los de las víctimas y el fiscal del caso, Bernardo Schell.
Fue una mañana tensa, porque los peritos de Fanchiotti se la pasaron discutiendo con los oficiales. Hubo diferencias desde el comienzo: el perito oficial señaló en el asfalto el punto desde donde disparó el comisario y de inmediato él lo contradijo. Que yo no estaba parado en ese lugar, que usted sí estaba, la pericia se convirtió en larga y trabajosa.
Por suerte para el caso, toda la represión del 26 de junio del 2002 está filmada y fotografiada. Los peritos oficiales tenían imágenes digitalizadas para establecer con exactitud el punto del disparo y el de la víctima. Pero aun así surgieron discusiones sobre cómo debía interpretarse cada fotografía. La medición llevó dos horas y media.
El lunes había sido peor. Ese día se hizo una primera etapa del trabajo, en el interior de la estación de trenes de Avellaneda. A diferencia de lo que sucedió ayer, no estuvo presente ningún funcionario de la fiscalía. Los peritos oficiales y los de Fanchiotti se encontraron por esto discutiendo sin ningún mediador.
La pelea alcanzó tonos más que altos. En ese clima, Fanchiotti hizo una revelación inesperada: cuando le mostraron una de las fotos del asesinato de Darío Santillán, identificó a un policía que nunca había sido implicado en los homicidios, el oficial Guillermo Paggi.
Lo insólito es que Paggi se encontraba en el lugar donde se realizaba la pericia, aunque no como sospechoso sino participando del operativo de seguridad que rodeó a la pericia.
Claudio Pandolfi, defensor de las víctimas, lo había visto al llegar al lugar. El abogado estaba parado en la avenida Pavón cuando vio estacionar a un patrullero conducido por un policía rapado, con anteojos espejados, a quien reconoció como Paggi. El oficial es una cara conocida para quienes investigaron la masacre de Avellaneda, ya que el día de la represión intervino en el allanamiento ilegal al local de Izquierda Unida. Pandolfi anotó el número del patrullero: el móvil 6577.
También pidió que se dejase constancia de las palabras de Fanchiotti, pero no había nadie de la fiscalía para hacerlo. Los peritos oficiales adujeron, con razón, que ellos no estaban autorizados a tomar declaraciones. El abogado planteó que la situación era desprolija y que iba a retirarse de la pericia.
Enredados en su propia pelea con los peritos oficiales, los peritos de Fanchiotti también decidieron irse. Así las cosas, los especialistas designados por el juzgado terminaron las mediciones solos, mientras en la calle los abogados de las partes hacían un escrito ante un escribano público para dejar sentada cada uno su posición. Estaban en eso cuando la Policía Bonaerense dio por terminado el plazo de la pericia –al parecer tenían instrucciones de cortar el tránsito hasta la una de la tarde– y levantaron el operativo antes de que se terminara de redactar el acta. Ayer, la presencia de funcionarios judiciales en el lugar ayudó a atemperar los ánimos. Igual hubo momentos complicados: uno de los peritos de Fanchiotti insultó al perito oficial, quien se quejó ante el fiscal que estaba siendo agredido. Como sea, el trabajo pudo completarse: entre Fanchiotti y Kosteki había habido una distancia de 81 metros. Los peritos del comisario insistieron en fijar sus propios puntos del disparo y de la víctima y midieron entre ellos 118 metros. Reclamaron hacer lo mismo en el hall de la estación de trenes, debido a que el lunes por retirarse antes no lo habían realizado. El fiscal les dijo que estaba bien, pero no pudo hacerse: el perito oficial ya se había retirado tras cumplir con su parte, y los de Fanchiotti no habían llevado ningún elemento de trabajo, ni siquiera una cinta métrica.