EL PAíS › EL EX OBISPO CASTRENSE ECHO A
UN CAPELLAN QUE SE FRACTURO TRABAJANDO
Para alma sensible está Baseotto
En diciembre, el capellán de Prefectura se fracturó una vértebra. Estuvo tres meses internado. Este mes Baseotto aprovechó un pedido previo de renuncia a todos los capellanes para sacarlo. Lo echó el 1° de mayo.
Por Martín Granovsky
El ex obispo castrense Antonio Baseotto no consiguió arrojar ningún ministro al mar pero consiguió un premio consuelo: dejó sin empleo a un capellán general de la Prefectura mientras el sacerdote estaba convaleciente de una fractura de columna sufrida en pleno trabajo. La víctima, José Salvador Torquiaro, tiene 72 años, fue amigo del cura Carlos Mugica, del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, y es el mismo que abría y cerraba Canal 13 con Danos este día y Un momento de meditación.
Torquiaro no formuló ninguna denuncia pero su caso llegó hasta el despacho del presidente Néstor Kirchner.
“Kirchner se interesó en el tema porque Torquiaro es subordinado suyo”, dijo un funcionario del Gobierno a Página/12. “Los capellanes dependen del obispo castrense pero también del comandante en jefe de las Fuerzas Armadas”, añadió.
La Prefectura no es una fuerza armada sino una fuerza de seguridad, pero el obispado castrense controla a sus capellanes, y también a los de la Gendarmería, como una herencia de cuando Prefectura y Gendarmería eran parte del Ministerio de Defensa. Hoy están dentro del Ministerio del Interior pero ni el Vaticano ni el Gobierno argentino pasaron en limpio esa situación legal. La Policía Federal, por ejemplo, tiene su servicio religioso por cuerda separada.
Este diario pudo saber que Kirchner conoció el tema cuando le acercaron un decreto firmado por Pedro Candia, vicario general del obispado castrense. Candia es un ex militar que tomó los hábitos. Tanto él como Baseotto responden al ex embajador de Carlos Menem en el Vaticano, Esteban Caselli, que también fue secretario de Culto de Carlos Ruckauf luego de la huida de la provincia de Buenos Aires y el paso a la Cancillería con Eduardo Duhalde de Presidente.
El decreto de Su Señoría Ilustrísima Pedro Candia tiene el número 26 y fue firmado el 2 de mayo último.
Candia ordenó el cese de Torquiaro por dos motivos.
El primero, que “no sería justo” exigir a Torquiaro que siga cumpliendo con las responsabilidades del cargo, “las que hasta el presenta ha afrontado con incansable y laudable dedicación”. Candia dice haber tenido en cuenta también “sus exigencias de rehabilitación física y los enormes esfuerzos que demanda el cumplimiento de las funciones de capellán mayor”. El segundo motivo, que Torquiaro presentó una renuncia en octubre pasado. Página/12 averiguó la trama verdadera que está detrás de la carta de Candia.
El primer consultado fue Torquiaro.
“A usted le va a resultar extraño que me calle porque tengo mucha experiencia en televisión, pero le pido disculpas”, dijo el sacerdote. “Mi norma es no tratar en público de temas que sólo trato con mis superiores. Es un criterio que apliqué siempre tanto en la Iglesia como en el Poder Ejecutivo Nacional.”
Y completó: “Sólo le puedo decir que es verdad que tuve una lesión, que me estoy recuperando muy bien y que, gracias a Dios, después de dos operaciones estoy en excelentes condiciones físicas.”
Las consultas en el Gobierno dieron resultados más precisos.
Funcionarios de la Presidencia dijeron a este diario que ya pudieron establecer una secuencia de los hechos. El día anterior a la carta de Candia, Baseotto había enviado una carta a Torquiaro anunciándole que le había aceptado la renuncia.
El texto está fechado el 1° de mayo.
La carta tiene membrete del obispado castrense y está archivada en la institución.
La firma el propio Baseotto como “obispo castrense de la Argentina”.
Si esto es así, esa carta se convertirá en un documento diplomático. Luego de que Baseotto rogara –en sus palabras, metafóricamente– que el ministro de Salud Ginés González García terminara en el fondo del mar con una piedra al cuello, el Presidente dio por terminado el acuerdo brindado antes por el Poder Ejecutivo para que Baseotto fuese obispo castrense.
El Vaticano desconoció por carta esa decisión, pero el Gobierno no se echó atrás.
Baseotto no puede ser removido como obispo, y Kirchner no lo hizo. Tampoco puede ser molestado en sus funciones pastorales. El Gobierno tampoco le impidió decir misa.
Sin embargo, el hecho de que Baseotto haya firmado una carta de contenido administrativo aceptando la renuncia de un subordinado puede señalar un desafío al Gobierno.
Hasta ahora el Vaticano había bajado públicamente los decibeles del enfrentamiento con la Argentina.
O la diplomacia vaticana está desplegando un juego doble, o Baseotto está intentando doblar la apuesta y forzar una agudización del conflicto como la que intentó en su momento Caselli.
Mientras se devela ese misterio, queda otro más terreno: ¿Torquiaro renunció a su cargo de capellán mayor de la Prefectura?
Un funcionario del Ministerio de Defensa dijo a Página/12 que en octubre del 2004, fecha que figura en la carta de Candia, Baseotto reunió a los capellanes mayores y a la cúpula del obispado castrense y les pidió a todos la renuncia. “No explicó por qué ni lo hizo por escrito”, dijo el funcionario. “Pudimos verificar que las renuncias fueron elevadas, pero que Baseotto no las aceptó ni las rechazó en ese momento, quizás para quedarse con la mayor libertad de acción posible.”
Un alto oficial de Prefectura que pidió reserva de identidad reveló a este diario que en diciembre, mientras viajaba en un colectivo de esa fuerza de seguridad rumbo a Zárate para bendecir, Torquiaro sufrió un accidente. El micro dio un salto violento por un pozo escondido y el sacerdote, que viajaba al fondo, voló dentro del colectivo y cayó mal. Fue igual a la ceremonia y dijo su mensaje. “Dijo lo que siempre sostiene él”, fue el relato. “Les pidió a los cadetes que buscaran ser reconocidos no por el uniforme de prefecturianos sino por sus obras y su conducta.”
“Recién después del acto confesó que sentía un dolor insoportable y lo llevamos al Hospital Naval”, relató el oficial.
Torquiaro quedó internado hasta que lo operó de una vértebra y le colocó un refuerzo en la columna un cirujano traumatólogo a quien conocía bien. Había sido bautizado por el sacerdote, que también había celebrado el casamiento religioso de sus padres. Luego hubo una segunda operación para corregir la primera.
Entretanto no hubo ninguna noticia de Baseotto y su pedido de renuncia. Llegaría recién este mes, cuando Torquiaro estaba aún convaleciente aunque, según sus propias palabras, en buen estado físico.
Las averiguaciones del Gobierno permitieron establecer que el cuadro no tiene nada que ver con una complicación en la columna o la médula espinal sino que muestra una recuperación muy veloz.
Otras preguntas, de tipo administrativo, hicieron que el Ejecutivo sacara la conclusión de que no había ningún pedido de relevo por parte del prefecto nacional naval, Carlos Fernández.
“El trato con Torquiaro era muy bueno”, dijo uno de los funcionarios consultados. “El monseñor tenía mucha experiencia porque antes de la Prefectura, donde fue designado hace doce años, en 1993, estuvo mucho tiempo en la Policía Federal.”
Torquiaro atendió durante casi 30 años la capilla del Hospital Churruca, en Parque Patricios.
Un artículo de Clarín publicado en 1998 por el periodista Enrique Sdrech, ya fallecido, cuenta que además Torquiaro es un fanático del fútbol. Cuando estaba terminando la escuela primaria fue seleccionado para jugar uno de los primeros campeonatos Evita y llegó a revistar como número tres y pisar la cancha de Boca. Torquiaro le confesó a Sdrech que tomó los hábitos “por una necesidad espiritual”.
Ante Sdrech, el cura contó así su historia: “Me ordené sacerdote en diciembre de 1957, obtuve la licenciatura en teología y fui profesor de esa disciplina en la Facultad de Derecho de la Universidad del Salvador. Entre 1961 y 1964 me desempeñé como profesor de Moral, de Moral Profesional y de Psicopedagogía en el Instituto de Cultura Familiar de la Universidad Católica Argentina y también entre 1985 y 1995 fui profesor de Filosofía en la Escuela de Enfermería del Hospital Churruca”.
Allí dijo que condujo “Un momento de meditación” entre 1960 y 1976, al cierre de la programación de Canal 13, donde lo recuerdan como “el portero”, porque abría con “Danos este día” y cerraba con un pequeño micro después de la medianoche.
Torquiaro tenía una excelente relación con el asesinado Carlos Mugica, que se ordenó sacerdote en 1959. Cuando Mugica oficiaba en su capilla de Núñez, en plena villa miseria, a veces le mandaba gente a Torquiaro para facilitar la búsqueda de trabajo de los desocupados.