EL PAíS › MILES DE PERSONAS EN EL CIERRE DE LA MARCHA
DE LOS CHICOS CONTRA EL HAMBRE

“Hasta que se cumplan nuestros sueños”

Habían partido el 20 de junio desde Tucumán. Recorrieron 4500 kilómetros en once días. Trajeron un mandato en representación de los chicos de todo el país: bajo la consigna “El hambre es un crimen”, reclaman una asignación universal para todos los chicos del país. Se estima que 9,5 millones de niños viven bajo la línea de pobreza.

Y la Plaza fue de los chicos. En un colorido y multitudinario acto, la tercera marcha del Movimiento de los Chicos del Pueblo culminó ayer, en la Plaza de Mayo, adonde llegó la caravana que nació en Tucumán y recorrió 4500 kilómetros con distintos paisajes y realidades. Los chicos trajeron un mandato que, “como sujetos políticos y de derecho”, leyeron ante miles de personas reunidas alrededor de los edificios del poder. “Recorrimos rutas y vimos que el país es rico. Esto no da para más. ¡Con los chicos no se jode!”, dijo Julio, uno de los niños que leyeron el mandato. Según un estudio de la CTA, la tasa de pobreza en los menores de 18 años del país oscila entre el 60 y 70 por ciento, incluido el 15 por ciento que está en situación de indigencia.
Antes del desembarco en la Plaza, los 300 Chicos del Pueblo homenajearon a las 194 víctimas de Cromañón con una suelta de globos en el santuario de Once. Luego, en un palco montado en Plaza de Mayo y con el fondo de una bandera argentina con la inscripción “El hambre es un crimen”, arrancó el discurso leído por cinco de los chicos que recorrieron nueve provincias. “Queremos decir quiénes somos: Somos chicos, personas, humanos. Somos los villeros, los negritos, la voz de los que no pueden marchar”. El texto fue un compendio de los que elaboraron los niños de organizaciones de Tucumán, Catamarca, La Rioja, Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes y Buenos Aires.
“El Gobierno tendría que poner la plata necesaria para abrir fábricas y sembrar los campos”, dijeron sin dejar de citar la cifra de la “indignación”: 9,5 millones de niños debajo de la línea de pobreza. Por ellos repitieron tres veces y a coro: “Seguiremos marchando hasta que se cumplan nuestros sueños”. Luego de las palabras repartieron pan amasado por chicos de la ONG Pelota de Trapo y con el que quisieron representar su derecho a la alimentación.
“A los pibes que tienen hambre les digo que levanten los brazos, luchen y no se llenen nunca; que si tienen que pedir, pidan hasta que el sueño se les cumpla”, dijo a Página/12 Gabriel Toloza, un cordobés de 15 años que vino por primera vez a Buenos Aires y se sorprendió del recibimiento que les dieron docentes y abuelos de centros de jubilados, que se sumaron a la marcha. Y no fue para menos: a diferencia de lo que ocurre con otras protestas en las calles porteñas, la gente aplaudía el colorido de la marcha y hubo transeúntes que hasta lloraron al ver la fiesta del reclamo, encabezado por un trencito gasolero, muñecos gigantes y payasos zancudos.
Esta fue la segunda marcha para Ayelén Toscano, también de 15, que envió su mensaje a los chicos: “Tienen que sumarse a la lucha del día a día, que es compartir lo poco que tenemos, porque ese gesto contagia; como esa canción que cantamos y dice ‘contagiando la alegría de luchar’”. La vista no les alcanzaba para admirar la fiesta del reclamo, mucho menos la de los que tenían los ojos nublados por lágrimas. Fuegos artificiales sonaron sobre las caminatas ligeras de los habitantes de la City. Miles de niños con pecheras azules bailaron entre banderas y carteles al son de murgas y cantaron aferrados al micrófono del palco, sin que nadie les pusiera límites. Mientras algunos cantaban, con disimulo, Cristian Véliz, un tucumanito de 13 años, se corrió para el fondo del escenario quien, apuntando a la Casa Rosada, preguntó al cronista: “¿Me podría decir adónde es el lugar donde está el Presidente?”
Emocionado por la masividad de la convocatoria, el coordinador del Movimiento, Alberto Morlachetti, se preguntó “cómo le digo a mi país que alguna vez ser niño fue un privilegio” y afirmó que ante las riquezas naturales de Argentina, “si el hambre persiste es porque está planificado”. En su discurso agradeció a los educadores populares y a las organizaciones que marcharon con los chicos: Madres de Plaza de Mayo, CTA y CCC. Recordó a los 30 mil desaparecidos que “si estuvieran en la Casa Rosada, no habría un solo chico en la calle” y advirtió: “O nos dan lo que nuestros hijos nos piden o con ternura, paso a paso venceremos”.
El titular de la CTA, Víctor De Gennaro, resumió que “la marcha interpela y es un ejemplo de estos pibes que ya cambiaron su destino”. En diálogo con Página/12, el dirigente consideró que “no es difícil la definición de candidaturas, difícil es el hambre. Lo otro son complicaciones legítimas de la política, que es la actividad más fundamental del hombre. Pero si no se tiene tiempo para los chicos, el para qué de la política no tiene sentido”.
Un estudio de la CTA indica que, sobre la base de datos del Indec, la tasa de pobreza de chicos menores de 18 años es del 56,4 por ciento. Para precisar esas cifras, el Indec utilizó una metodología basada en la encuesta de gastos de hogares de 1998. En cambio, si se tuviera en cuenta la de 1996 o ’97, la tasa de pobreza oscilaría entre el 60 y 70 por ciento, incluyendo un 15 por ciento de indigentes; lo cual significa que hay entre 8,3 y 9,6 millones de chicos pobres. Para la CTA, la indigencia bajaría al 1 por ciento si la asignación familiar universal fuera de 150 pesos y no el paliativo de 60, tal como lo plantea en un contexto de urgencia.
El acto central de la tercera marcha (las anteriores salieron desde Misiones y La Quiaca) fue el más numeroso y algunos de los organizadores estimaron la participación en la marcha en 20 mil personas. Las 300 ONG que integran el Movimiento fueron a recibir a los “compañeritos heroicos” junto con gremios como el de los docentes, cuya movilización a raíz del paro del jueves y viernes consistió en la bienvenida a los Chicos del Pueblo. “Hay que articular el trabajo de las escuelas con los educadores populares porque hay miles de niños que no pueden asistir a la escuela”, opinó el dirigente del Suteba, Roberto Baradel.
Para la religiosa Martha Pelloni, que ya había recibido a los chicos en su paso por Curuzú Cuatiá, Corrientes, “el recorrido dejó conmovida a cada ciudad visitada –dijo a Página/12–, hubo chicos de escuelas rurales que tuvieron la necesidad de encontrarse con estos niños que son el grito de los excluidos de la niñez”. Leonor, de la ONG tucumana Crecer Juntos, dijo que “hoy mostramos en grande lo que hacemos en chiquito en los barrios. Trajimos el pedido, ahora es el turno del Gobierno de mirar a nuestros hijos y hacerse cargo”. Sergio Val, titular de Che Pibe, una ONG de Fiorito, sintetizó: “No estamos haciendo nada nuevo, Manuel Belgrano decía que hay que distribuir la riqueza”.

Informe: Adrián Figueroa Díaz

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La colorida marcha fue encabezada por payasos zancudos, muñecos gigantes y un trencito gasolero. En la plaza se sumaron docentes y ONG.
 
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