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“Rafael Bielsa es un compañero de ruta. En lugar de levantamanos que lo acompañen en la lista, podemos incorporar más gente con criterio propio”, afirma María José Lubertino que se postula para diputada nacional y legisladora porteña de su partido, Espacio Abierto. En el comando de campaña de Bielsa, le pusieron como apodo “Droopy”, porque –como el perrito– aparece en todas las fotos. “Droopy es el personaje más inteligente: se las ingenia para estar en todas las fotos y es el que hace la reflexión sobre los otros en la foto. A mí no me molesta”, reconoce Lubertino cuando recibe a Página/12 en su PH en Palermo.
Lubertino es militante feminista y entró en la política de la mano de Rodolfo Terragno como constituyente de la UCR por la ciudad de Buenos Aires en 1996. En 2003 asumió como diputada, luego de la muerte del dirigente socialista Alfredo Bravo. Estuvo entre julio y diciembre en el Congreso y presentó más de cuarenta proyectos sobre cuestiones de género.
–¿Por qué le dicen Droopy?
–Porque estoy en todos lados. Incluso, un día leí que Bielsa iba a hacer un acto en el Día del Jubilado. Me acerqué a la cena, él no fue y la que terminó hablando fui yo. En un acto del Hotel Panamericano le dije a Bielsa: “Si no me dejan estar en su lista, Droopy y todo vamos a presentar nuestra propia lista y seré tu Droopy cuando me siente al lado tuyo en el Congreso”. Se rió y me dijo: “Donde manda capitán, no manda marinero”.
–Y, al final, no les permitieron colgarse de la lista de Bielsa.
–Me desilusionó un poco. Buscamos dinamizar propuestas que el reloj de la política, que atrasa 50 años, no registra. Rafael Bielsa es un compañero de ruta. En lugar de levantamanos que lo acompañen en la lista, podemos incorporar más gente con criterio propio.
–¿Cómo evalúa su participación en 2002 en El candidato de la gente?
–La única boluda no fui yo... Formaron parte de ese reality show Patricia Walsh y Nito Artaza puso a uno de sus muchachos. No éramos boludos. Yo voy a programas de Mauro Viale y Chiche Gelblung porque sé el valor de ese minuto en televisión. El objetivo fue aprovechar ese pequeño espacio.
–¿Cómo ve a los otros candidatos, como Macri y Carrió?
–Macri es Menem y López Murphy y Olivera son De la Rúa. Con Carrió tengo coincidencias de agenda, pero diferencias de estilo. Ella decía “soy una gorda periférica” y después se fue al spa. Yo siempre me vestí como me visto. Su déficit político más importante es típico de los radicales. Creen que por su sola capacidad personal la realidad se ordena.
–En su heladera tiene todavía un imán de Facundo Suárez Lastra, de cuando era intendente en los ochenta. ¿Cómo sigue su relación con la UCR?
–En esta casa vivo desde 1986, son recuerdos kitsch de mi pasado. Facundo Suárez Lastra y Rodolfo Terragno son amigos. Pero saben que cuando decidí seguir mi camino, no me quedé con ninguna deuda con el partido. Pensá que yo venía de un colegio de monjas y fui medalla de oro de la UCA. Entrar al radicalismo fue como el primer cambio de pieles hacia otros horizontes.
–¿Y cómo fue el cambio de pieles hacia el kirchnerismo?
–No cambié de pieles hacia el kirchnerismo... Las posiciones que sostuve en la UCR son las que sostengo ahora. Yo me opuse a Fernando de la Rúa porque rechazó mi posición sobre la despenalización del aborto. En cambio, el ministro (de Salud) Ginés (González García) mantiene una posición firme en relación con la salud sexual y reproductiva.
–Sin embargo, cuando le preguntan a Cristina Fernández de Kirchner sobre el aborto suele responder que está en contra...
–Puede ser por cierto temor reverencial a la Iglesia. Más allá de lo que digan los Kirchner, ningún gobierno tuvo un ministro de Salud que dijera que está a favor de la despenalización del aborto. Este no es un gobierno de izquierda, pero vamos a lograr la despenalización del aborto no por una concesión de un príncipe, sino porque somos un movimiento que sostenemos esta posición a lo largo y lo ancho del país.

Reportaje: Werner Pertot.