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El gobierno nacional ensayaba anoche dos estrategias frente al paro de los pilotos y técnicos de Aerolíneas Argentinas. Por un lado, el propio Presidente le dio la orden al ministro de Trabajo, Carlos Tomada, de que avance en el quite de la personería de los dos gremios en conflicto e incluso que analice la intervención de ambos sindicados. Pero, paralelamente, se decía anoche que desde el Ministerio de Trabajo se le estaba ofreciendo a los trabajadores y la empresa una mediación. Los delegados de los pilotos y los técnicos sostenían al cierre de esta edición que “el espíritu es muy alto, tanto de unión como de acatamiento al paro”, pese a que ayer Aerolíneas envió cien telegramas de despido más. En la Casa Rosada había un fuerte enojo por las consecuencias de la huelga e incluso se hicieron presentes los gobernadores de Santa Cruz y Chubut, Sergio Acevedo y Mario Das Neves, quienes contaron las enormes dificultades que se estaban produciendo, en especial a los turistas concentrados en el Sur. En su encuentro con los dirigentes de la CGT, el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, expresó el disgusto presidencial por una huelga que considera desmedida, “muy parecida a la del Garrahan”, al decir del primer mandatario.
“Los despidos no son virtuales sino reales –dijo ayer el vocero de Aerolíneas, Julio Scaramella–. Esto es como una inundación. Cuando bajen las aguas, veremos el daño. Después del conflicto veremos quién queda y quiénes no quedan, pero alguna vez tendremos que negociar”.
Frente al total de 337 telegramas enviados hasta ahora, los dirigentes del conflicto, Jorge Pérez Tamayo, de la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA) y Juan Pappalardo, de la Asociación del Personal Técnico Aeronáutico (APTA), sostuvieron que “el sistema que está utilizando Aerolíneas lleva a la provocación. Los grupos humanos reaccionan de acuerdo a lo que le hacen. Los dos gremios estamos a disposición de una negociación cuando la empresa lo requiera para dialogar y ver cómo se puede destrabar el conflicto. Nuestra voluntad es sentarnos a negociar”.
Ayer por la tarde, en el Ministerio de Trabajo, la decisión era de no intervenir más en el conflicto. “Dictamos la conciliación obligatoria. No la acataron. Dispusimos las multas a los sindicatos, que es lo que corresponde. Más no podemos hacer”, argumentaban. En privado, los funcionarios hicieron notar que la empresa envió los telegramas de despido y ninguna voz oficial le salió al cruce. Anoche, se hablaba de subir aún más la apuesta y la orden del Presidente consistía en estudiar el quite de la personería e incluso la intervención de ambos gremios.
Sin embargo, algunas fuentes del Ministerio de Trabajo le deslizaron a este diario que se le hizo saber a los gremios y a la empresa que los funcionarios de esa cartera podrían actuar como mediadores de buena voluntad. Al cierre de esta edición, nadie sabía si la iniciativa podía o no prosperar.
Hoy por la mañana, habrá una asamblea de pilotos y técnicos. En la tarde del lunes, salió un vuelo de Aerolíneas a Iguazú y había muchos rumores de un quiebre de la huelga. Sin embargo, pese a que se percibieron polémicas dentro de ambos gremios, ayer el acatamiento fue otra vez total y no aparecieron fisuras. La asamblea de hoy evaluará la situación.
El subsecretario de Transporte Aerocomercial, Ricardo Cirielli, está en la picota. En la Casa Rosada cuentan que el hombre fuerte de los técnicos, ahora devenido en funcionario, aduce que el movimiento huelguístico lo sobrepasó y que no controla a las bases. Sin embargo, no faltan quienes en la propia Casa Rosada desconfían de sus dichos y lo perciben alentando el conflicto y, en especial, el choque con quien considera su archienemigo, el titular de Aerolíneas, Antonio Mata. Algunos incluso sostienen que pilotos y técnicos tienen la aspiración de que Aerolíneas sea reestatizada, algo categóricamente rechazado por el Ejecutivo: “en los últimos tiempos, sucumbieron Lapa, Southern Winds, Lafsa y Dinar. Noqueremos más experiencias de este tipo”, argumentaron cerca del Presidente.