Miércoles, 4 de enero de 2006 | Hoy
En coincidencia con el pago de la deuda al FMI, el influyente diario norteamericano sacó un artículo de tapa de tono crítico. Allí asegura que Kirchner busca la “concentración del poder”.
Y Néstor Kirchner volvió a las páginas de The New York Times. La cancelación de la deuda argentina con el Fondo Monetario Internacional logró llevar a la tapa del diario norteamericano un artículo sobre aspectos de la gestión del Presidente. Aunque más que ponderarla, el texto denota signos de preocupación por el “giro a la izquierda” y la “concentración de poder” del mandatario.
La extensa nota, titulada “Deuda en baja refuerza al líder argentino”, comienza con una síntesis sobre la crisis de 2001. “Hace apenas cuatro años la economía argentina estaba postrada y su política era un caos después de la crisis financiera causada por el congelamiento de depósitos y por el default.” Aprovecha entonces para contraponer aquel cuadro con la situación actual, que en los últimos años registró un crecimiento promedio de la economía de alrededor del 9 por ciento, lo que –señala– le permitió a Kirchner conseguir un alto grado de popularidad.
A consideración del diario estadounidense, la bonanza económica volvió “arrogante” al staff oficial. En ese sentido, pone como ejemplo que “el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, le dijo a los periodistas, antes de Navidad, que seguramente su gobierno había cometido errores en 2005, pero que no se le ocurría ninguno”.
El New York Times valora el pago al Fondo básicamente en términos simbólicos y lo relaciona a las supuestas ambiciones hegemónicas de Kirchner. “Argentina todavía debe decenas de miles de millones a ahorristas privados pese a la reestructuración de la deuda de marzo, pero los 9800 millones que se pagan ahora son un mojón simbólico de importancia y uno de los varios gestos recientes que muestran que el presidente Néstor Kirchner parece estar concentrando más poder en sus manos y llevando su gobierno hacia la izquierda.” Sustenta ese lugar en el escenario político a partir de “la alianza con el líder populista venezolano Hugo Chávez y, como peronista tradicional, al extender el rol del Estado en la economía, el Poder Judicial y los medios (de comunicación)”.
El artículo hace hincapié en los cambios en la política internacional argentina. “En los ’90, con Menem, las relaciones eran carnales. Pero Kirchner se mueve en la dirección opuesta, buscando el abrazo del líder venezolano, que ya es una espina en el corazón del gobierno de Bush. Los dos hablaron del eje Caracas-Buenos Aires. La elección de Evo Morales, un acólito de Chávez, complica más las cosas.”
Sobre el papel presidencial en la economía recuerda que, ante la inflación galopante, “Kirchner respondió a la manera estatista, tratando de imponer controles de precios en productos esenciales. El primer caso fue en marzo, cuando pedía a los argentinos que compren ‘nada, ni siquiera una lata de aceite’ de la Shell luego de que la empresa ignorara su sugerencia de que no subieran los precios”.
No fue el único ejemplo. “En noviembre le pegó a los dueños de las dos principales cadenas de supermercados (en alusión a Jumbo y Coto) y los acusó de ser extorsionadores, con lo que logró un congelamiento temporario de precios (...) Hay economistas que dicen que temen que estos acuerdos sean apenas un preludio a controles más sistemáticos si las presiones inflacionarias no bajan.”
El artículo se toma de un trabajo de la Asociación por los Derechos Civiles para asegurar que el Gobierno tiene como prioridad “el control de los contenidos en los medios nacionales que lo busca con vigor sistemático sometiendo a los medios a un sitio político detrás de bambalinas”. Pero no sólo habla de la relación de la administración K con los medios, sino también con la Justicia. Así, señala como “controvertido” el proyecto oficial para reducir el número de miembros del Consejo de la Magistratura.
El diario también se refiere a los recientes cambios de gabinete. “Lavagna era el arquitecto de la asombrosa recuperación argentina y que siempre pidió más cautela ante la inflación, pero fue despedido en noviembre y reemplazado por una economista (Felisa Miceli) que se describe a sí misma como un ‘soldado kirchnerista’.” “En la movida del Gabinete –agrega–también aparece un nuevo canciller. Taiana tiene la reputación de ser un nacionalista que propone relaciones más estrechas con el resto de Latinoamérica y una ministra de Defensa, Nilda Garré, que como embajadora en Venezuela elogió a Chávez y sus políticas.”
El artículo concluye con una cita del columnista político del diario La Nación, Joaquín Morales Solá, quien considera que Kirchner “más que un giro a la izquierda hace un giro a un estilo personalista de gobierno, con una dosis de autoritarismo y hegemonía y un estilo agresivo de permanente ruptura y confrontación”.
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