EL PAíS › EMPRENDIMIENTOS DE DESOCUPADOS Y ASISTENCIA DE GRANDES EMPRESAS

Una tensión con el Estado mediando

Son cooperativas que reciben apoyo técnico de grandes empresas. En Desarrollo Social están conformes; los desocupados discuten.

 Por Laura Vales

Pequeños emprendimientos de desocupados que reciben asistencia técnica de grandes empresas. Ese es el modelo que el Ministerio de Desarrollo Social está impulsando para los mejores proyectos del plan Manos a la Obra, con la idea de que se fortalezcan aprovechando el contexto de crecimiento económico. La experiencia se realiza con 150 de los 54 mil emprendimientos que financió el Manos a la Obra, en una práctica que no está libre de tensiones, ya que los beneficiarios se quejan de que las multinacionales los ayudan poco y los visitan “para sacarse la foto”. En Desarrollo Social, sin embargo, valorizan el aporte de las compañías, que tras su contacto con los desocupados redactan un diagnóstico sobre cómo mejorar los proyectos productivos. Aquí, el secretario de Políticas Sociales, Daniel Arroyo, e integrantes de cooperativas laborales hablan sobre el difícil cruce entre el sector privado y la economía social.

Según los datos de Desarrollo Social, desde agosto del 2003 el Manos a la Obra subsidió o entregó préstamos a 54.146 proyectos, que beneficiaron a su vez a medio millón de personas. “Clasificamos los emprendimientos en tres tipos: los experimentales, que son en general el primer intento de personas sin experiencia; los que ya están un paso más arriba formando parte de cadenas de producción y los estratégicos, iniciativas que dieron el salto, que consiguieron sostenerse. En Corrientes, por ejemplo, se armó una cooperativa citrícola que exporta sus productos a Rusia; existen también algunas metalmecánicas que proveen a empresas”, detalló Arroyo.

El ministerio convocó a los grupos empresarios y, luego de seleccionar los emprendimientos más avanzados, puso en contacto a ambos sectores. Las compañías visitan a los desocupados, elaboran un diagnóstico sobre cómo están funcionando sus proyectos en base al cual el Gobierno puede darles un apoyo extra, con capital, maquinaria o capacitación.

El panorama observado de acuerdo con los informes de estas visitas es que los proyectos productivos “tienen mercado pero sufren como problema principal de retraso tecnológico”. La buena noticia es que, a diferencia de lo que pasaba en el peor momento de la crisis, ya no sobreviven solamente las panaderías, sino que tienen posibilidad de crecimiento un espectro más amplio de propuestas.

Telefónica, Repsol-YPF, Arcor, Shell, Nestlé están entre quienes integran este consejo empresario. Todas con desarrollo en el concepto de responsabilidad social empresaria, no fue complicado que aceptaran la invitación de ser parte de este intercambio. Pero su concreción, para algunos de los desocupados, está lejos de ser satisfactoria.

Carlos Benítez es integrante de la cooperativa de Consumo y Vivienda Quilmes Limitada, una asociación que construyó un barrio para 300 familias dentro del cual tienen huertas, una carpintería, una panadería y un comedor comunitario. “Vino a visitarnos gente de Nestlé. Pensábamos que íbamos trabajar juntos, pero lo primero que hicieron fue traer fotógrafos y tomar imágenes para su revista. Nosotros no somos modelos publicitarios”, dice Benítez. “A nosotros, particularmente, no nos ayudaron. Me parece que tenían que cumplir algunas metas, rendir cuentas a sus fundaciones y nos habrán querido meter en la bolsa, pero nosotros nos tratamos de correr de eso. Piense que hicimos un trabajo de años para construir este ámbito, creamos nuestro mercado, hicimos una experiencia muy particular.”

Ximena Domínguez, de Kailas, un taller de muebles y marcos de la Capital Federal con la que se sostiene junto a dos compañeros, hizo también un balance negativo. “Vinieron de una empresa, hablaron de capacitarnos en distintas áreas, pero no aparecieron nunca más.”

La cooperación del sector privado con los desocupados ha sido históricamente complicada. El antecedente inmediato es el intento del Ministerio de Trabajo de que las grandes firmas incorporasen a beneficiarios del plan Jefes de Hogar, pagándoles la diferencia entre los150 pesos del subsidio y el mínimo de convenio. A pesar de las campañas publicitarias sobre el tema, la idea nunca consiguió masividad.

Desarrollo Social ha decidido, por otra parte, comprar la producción de algunos emprendimientos. Este año lo hará, por ejemplo, con los guardapolvos, “aunque en un porcentaje pequeño –señaló Arroyo–, porque queremos evitar que los grupos sean Estado-dependientes”. Lograr una comercialización exitosa será así el gran desafío para los emprendimientos.

El Manos a la Obra tiene su inscripción abierta y un presupuesto de 400 millones de pesos para el 2006. El grueso de estos fondos se otorgan en forma de subsidios para maquinarias e insumos. El eje del programa es el otorgamiento de créditos sin garantías ni hipotecas. Hasta un monto de 15 mil pesos, la asistencia se hace en forma de subsidio, a cambio del cual los beneficiarios se comprometen a devolver el 20 por ciento en donaciones. Por arriba de ese monto, el préstamo debe devolverse, con plazos amplios.

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Las cooperativas de desocupados reciben el apoyo de grandes empresas que evalúan sus performances.
 
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