Viernes, 6 de enero de 2006 | Hoy
La calle de Villa Ortúzar en la que vive el suspendido jefe de gobierno porteño Aníbal Ibarra perdió ayer a la mañana la tranquilidad que la caracteriza cuando un grupo de familiares de las víctimas de República Cromañón se instaló frente a su casa y le hizo un escrache. Durante largo rato, los familiares, que no eran muchos más que veinte, golpearon la puerta de la vivienda del jefe de gobierno porteño, pintaron leyendas en su contra y tiraron piedras y huevos dentro del domicilio. “Más allá de lo personal, desde lo institucional es preocupante porque se trata de un grupo que no tiene límites, que cree que puede ir más allá de la ley y hasta amenazar de muerte, como hicieron con el juez (Gustavo) Bruzone, y que las instituciones sirven sólo cuando actúan como ellos quieren”, advirtió a Página/12 el propio Ibarra. Remarcó también que “en esto tiene mucha responsabilidad la política de la ciudad, que exacerbó el dolor y éstas son las consecuencias”, y en ese sentido dijo haber recibido llamados de solidaridad de funcionarios nacionales y dirigentes del radicalismo, pero ninguno del ARI ni del macrismo. Al jefe de Gobierno también lo respaldó el intendente de Montevideo, Ricardo Erlich, quien en una carta le manifestó su “solidaridad y cariño frente a los agravios que sufrió en su domicilio personal”. El montevideano añadió que “nos rebelamos ante la intolerancia, y si bien entendemos el dolor de quienes se sienten afectados, creemos también en la convivencia democrática, pacífica y en los caminos de la legalidad institucional”. Un grupo de familiares que en medio de la protesta salió en defensa de Ibarra y mantuvo cruces verbales con los familiares hará hoy una manifestación para apoyarlo, mientras que el secretario de Cultura porteño, Gustavo López, le reclamó a la oposición que salga en defensa de las instituciones.
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