EL PAíS › LOS DIPUTADOS DEL PJ BUSCANDO EL APOYO DE LA UCR
Todos unidos contra el ARI
El oficialismo quiere aprobar mañana el proyecto de internas abiertas simultáneas y obligatorias, cuestionado por Carrió. Para lograrlo necesita el voto de los radicales, que está en duda.
Por Eduardo Tagliaferro
Además de lograr un acuerdo con el Fondo, las energías de los hombres del peronismo están puestas en el armado de una arquitectura que le permita a Eduardo Duhalde una retirada ordenada del Gobierno. Así se entiende el apuro del bloque del PJ que busca convertir en ley, mañana, dos temas enmarcados en la denominada reforma política: acortamiento de las campañas proselitistas, y obligatoriedad de internas abiertas y simultáneas. Para ello deberá afilar el lápiz y obtener el necesario respaldo del radicalismo parlamentario. Si no fuera así, difícilmente haya sesión, ya que el oficialismo no está dispuesto a sufrir un rechazo a su propuesta y de esta manera congelar por un año el tratamiento del proyecto legislativo.
“Después del voto femenino, la transformación más grande que hay en el sistema electoral es la propuesta de internas abiertas y simultáneas”, dijo a Página/12 el duhaldista José María Díaz Bancalari. Para los diputados del PJ, la medida va en línea con los reclamos “de la gente”. Aquí es donde critican a los partidos provinciales, al ARI, y a los distintos bloques que se oponen a la medida. El tema fue analizado el pasado viernes en el cónclave que en la Casa Rosada reunió al ministro del Interior, Jorge Matzkin, al vocero presidencial Eduardo Amadeo, al secretario general de la Presidencia, Aníbal Fernández, al senador Miguel Angel Pichetto y a los diputados Díaz Bancalari, Juan Manuel Urtubey y Miguel Angel Toma. Hasta ese momento, Díaz Bancalari se mostraba partidario de atender las críticas del ARI a la obligatoriedad de las internas abiertas. Fundamentalmente en los casos en los que hubiese lista única. Entre los cuestionamientos, los aristas hacen hincapié en lo costoso que resulta la movida para esos casos. Pero, luego del encuentro en la Rosada, el bonaerense cambió de parecer y se muestra inflexible con que las internas deben ser simultáneas y obligatorias. Para defender su posición, suele decir que la medida aporta transparencia ya que, ese día, todos los partidos estarán ocupados y de esta manera no intentarán influir en la elección de los candidatos rivales. Motivos para la desconfianza no le faltan.
Si bien la primera interna abierta fue en 1988, cuando los seguidores de Izquierda Unida eligieron su candidato presidencial entre Néstor Vicente y Luis Zamora, en la memoria de muchos avezados en las disputas internas está el recuerdo de aquélla del Frepaso en la que José Octavio Bordón se impuso a Carlos “Chacho” Alvarez. En esa ocasión nació el mito de que Alberto Flamarique había logrado el triunfo de Bordón con tan sólo un celular. Claro que también quedaron las sospechas de que no fueron pocos los punteros peronistas que le dieron una mano al mendocino.
“Dependemos de que el radicalismo ponga 30 votos favorables en el recinto”, comentó a este diario un dirigente del PJ al analizar el escenario necesario para convertir en ley al proyecto que ya cuenta con la media sanción del Senado. La frase explica el fracaso de la última sesión. En aquella ocasión, ante las dudas de que los números no les jugaban a favor, los legisladores del oficialismo se levantaron de la sesión y ésta quedó sin quórum. Los radicales Mario Capello y Jorge Pascual habían sembrado las dudas en el bloque peronista cuando les señalaron “que no podían garantizar el respaldo de los suyos a la iniciativa”. En la bancada justicialista critican a sus aliados parlamentarios por lo que llaman doble discurso: “En público respaldan la propuesta y en privado la critican”, dijo un hombre del oficialismo a este diario. “En Buenos Aires el radicalismo nunca hizo internas abiertas”, afirmó. Inclusive fue un poco más allá y dijo “consideran que elegir los candidatos es una atribución de los partidos”. El proyecto del PJ contempla que se utilice el padrón general que tiene la Justicia y que todos los partidos pongan sus fiscales. Una suerte de elección primaria, como sucede en Estados Unidos.