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La depuración del sistema viene con compras y megafusiones

El Hipotecario está detrás del Suquía y Bersa; el Credicoop estudia al Bisel; al Scotiabank le siguen buscando dueño; el Citi y el BankBoston analizan su megafusión regional; el Edificadora de Olavarría quedaría para el Nuevo Banco de Azul, y el FMI quiere achicar la banca pública.

 Por Claudio Zlotnik

Se acercan momentos decisivos en el sistema financiero. Varios bancos ya están negociando absorciones y fusiones. Y aunque la avanzada del proceso estaría liderada por entidades locales de pequeño y mediano porte, Página/12 pudo saber que dos de los bancos ranqueados entre los 15 más importantes del sistema mantienen conversaciones para unir sus operaciones. En el Banco Central dijeron a este diario que si la negociación prospera se tratará de la primera megafusión derivada de la crisis. Operación que tendría como protagonistas nada menos que al Citi y al BankBoston.
El Banco Hipotecario es la entidad que se muestra más activa. Negocia en forma paralela con el Suquía y el Banco de Entre Ríos, ambos formaban parte del grupo Crédit Agricole hasta la retirada del conglomerado francés y ahora son administrados por el Banco Nación. El interés del Hipotecario está puesto en el Suquía, pero los negociadores del grupo IRSA aceptarían también al BERSA si esta es la condición que le termina imponiendo el Central para cerrar trato. La otra entidad con la cual el Hipotecario inició conversaciones es el Nuevo Banco de Santa Fe, que era propiedad del Banco General de Negocios de los hermanos Rohm. En cambio, desistió de quedarse con el Scotiabank Quilmes, que aún se encuentra suspendido por el BCRA, por considerar que su imagen pública quedó muy deteriorada frente a los ahorristas después de que los canadienses pegaran un portazo.
La intención del Hipotecario es reconvertirse. El banco no capta depósitos. La absorción de una entidad minorista, entonces, le abriría las puertas a un negocio que ahora tiene vedado. Considerando que pasarán varios años hasta que la Argentina vuelva a obtener financiamiento desde el exterior –ése era el único abastecimiento de fondos de la entidad que preside Miguel Kiguel para dar créditos–, los directivos consideraron que la única alternativa para sobrevivir sería absorber una entidad minorista en problemas y aguardar mejores tiempos para lanzarse a captar depósitos. Si el negocio bancario no rinde siempre quedará la alternativa del ramo inmobiliario, poniendo cartel de venta a las sucursales que compre ahora, un nicho vastamente conocido por el grupo IRSA, que es dueño de diversos emprendimientos en el sector.
Otro banco de capitales nacionales con chances de expansión es el Credicoop. Esta entidad evalúa la posibilidad de absorber al Bisel, el otro banco que pertenecía al Crédit Agricole y que también tiene un origen cooperativo.
En el directorio del Central creen que la reestructuración bancaria comenzará con los bancos más chicos. Sin dar precisiones, una alta fuente de la entidad monetaria señaló a este diario que las entidades locales tendrán un rol clave, ya que varias de ellas absorberán a las más problematizadas. No obstante, las negociaciones que se vienen serán muy ásperas. En el BCRA, por ejemplo, pretendían que el Nuevo Banco Industrial de Azul se hiciera cargo del Edificadora de Olavarría, que atraviesa un grave problema de liquidez. Pero como las conversaciones se estancaron, a la entidad rectora no le quedó otro camino que suspender ayer, por un mes, a la entidad olavarriense.
Tras el adiós del Scotia y del Crédit Agricole, los operadores extranjeros quedaron a la expectativa de dos cosas: el plan para desarmar el corralito y la resolución de las negociaciones con el FMI. Pero en medio de este compás de espera hay grupos que evalúan su futuro cercano en la Argentina. En el español Santander Central Hispano existe una discusión respecto a la situación del grupo en la Argentina. Emilio Botín, su presidente, no oculta su enojo ante la prolongación de la crisis y lo que, supone, una persecución judicial en contra de su hija, Ana. Y quiere abandonar los negocios en el país. Otros ejecutivos del Santander, en cambio, prefieren seguir apostando, pensando en no afectar sus actividadesen el resto de la región. Fuentes del grupo español manifestaron, en diálogo con este diario, que se tomará una decisión antes de que termine el año. Consultado por Página/12, un vocero del Río dijo que “existe vocación de seguir desarrollando negocios y no existen indicios de lo contrario”.
En el otro banco español con presencia en la Argentina, el BBVA (Banco Francés), también insistieron con la “vocación de permanencia”, aunque ayer desde España, su presidente, Francisco González, condicionó esa actitud a que exista un sistema económico equilibrado y un sistema financiero solvente y eficaz (ver aparte). Metas que, al menos por ahora, aparecen como muy lejanas.
Respecto de los bancos estadounidenses Citibank y BankBoston, sus decisiones en la Argentina dependerán de las negociaciones de fusión que están llevando a cabo a nivel regional.
El Fondo Monetario exige un reordenamiento total. La aspiración es que se fusione el Nación con el Provincia de Buenos Aires y que la banca pública se aparte del negocio crediticio. La excusa es que ese medio sirvió para otorgar préstamos a amigos y familiares del poder. El Fondo reclama que los bancos estatales se limiten a operaciones transaccionales.
Para encarar las reformas del sistema, el FMI propicia una salida a la Indonesia. Allí, en 1998, se creó una Agencia estatal de Reestructuración Bancaria (IBRA) que tuvo la misión de intervenir y asistir a los bancos con problemas. En los primeros meses de existencia cerraron entidades que representaban el 30 por ciento del sistema, y el IBRA garantizó todos los activos y pasivos bancarios. La misión que llegó a Buenos Aires dejó en claro que no quiere que el BCRA siga asistiendo a los bancos. Y que sea el propio sistema el que encuentre la solución a su crisis.
Está claro que se viene una profunda reforma del sistema financiero. Un esquema nacido después del Tequila y que fue promesa de solvencia, eficacia y seguridad. Pero la etapa de extranjerización y concentración de la banca desembocó en un corralito difícil de desarmar.

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En el BC prefieren que el propio sistema encuentre su nuevo orden.
 
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