Viernes, 14 de abril de 2006 | Hoy
Adolfo Pérez Esquivel intervino en el conflicto de los subtes a pedido de los trabajadores. Reclama que el ministro de Trabajo los reciba. Dice que es un problema “social” y “político”.
“Intervine para ayudar al levantamiento del paro y para que esto no terminara en una represión. Había gente detenida y anunciaban un desalojo en Constitución, de modo que traté de colaborar para encontrar una salida.” Así explicó el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel en qué consistió su intervención en el conflicto de los subtes, que resultó el paso previo a la suspensión de la medida de fuerza que había paralizado el servicio durante dos días. En diálogo con Página/12, el titular del Servicio de Paz y Justicia (Serpaj) dijo que le pidió al Gobierno que el titular de la cartera de Trabajo, Carlos Tomada, reciba a los trabajadores. “Quieren reunirse con el ministro para descomprimir”, señaló.
–¿El Gobierno lo convocó como mediador? –le preguntó este diario.
–No fue el Gobierno ni tampoco se trató de una mediación. En una mediación las cosas son distintas: debería haber un pedido de ambas partes involucradas, pero en este caso provino sólo de los trabajadores. A mí me llamó (la ex legisladora de Izquierda Unida) Vilma Ripoll preocupada por todo lo que estaba pasando, la represión, la expulsión de los manifestantes en Primera Junta y Once y los detenidos. En Constitución, donde iban a desalojar, había gran número de trabajadores. Además, era importante que levantaran la medida porque tuvo un impacto muy fuerte en la sociedad. Buenos Aires fue un caos.
–¿Cómo se desarrolló el diálogo con los trabajadores?
–Yo mismo me puse en contacto con ellos, hablé por teléfono, y estuve con el tema hasta pasada la medianoche del miércoles. También llamé al ministro Tomada. El me dijo que requería un poco de tiempo, que estaban buscando una solución junto con la empresa. Eso fue lo que les transmití a los trabajadores. Ellos quieren reunirse con Tomada para descomprimir y encontrar una salida, así que les sugerí esperar. Hoy (por ayer) no encontré a Tomada entonces me comuniqué con el secretario de la Presidencia (Oscar) Parrilli y le dije que le plantee al ministro la posibilidad de una reunión el lunes con los trabajadores. Yo no voy a estar en Buenos Aires así que irá alguien en representación mía.
–¿Es el Ministerio del Trabajo el que debe resolver el problema gremial o la empresa, Metrovías?
–El ministerio es un intermediario para que se cumplan los acuerdos, pero la responsabilidad es de la empresa.
–¿El Gobierno está actuando bien en el conflicto?
–Primero Tomada me dijo que no se iba a efectuar ningún tipo de represión, que sólo iban a buscar habilitar las líneas y, en efecto, la policía no fue violenta. Los trabajadores me dijeron que venían con el reclamo hacía mucho tiempo y las cosas no se resolvían, por eso llegaron a la medida de fuerza. No conozco en detalle el proceso como para avanzar más en el tema, pero tienen derecho a reclamar. Todavía el conflicto está en suspenso, esperemos que se resuelva.
–¿Qué pasa si Tomada no los recibe? Es una posibilidad.
–Espero que no se niegue a darles la reunión, que los reciba cuanto antes. Su función es resolver los problemas no generarlos.
–Si se confirma la negativa ¿usted hará algo?
–Yo intervine para descomprimir. No estoy en las negociaciones con el Estado y con la empresa. Lo único que puedo decir es que traten las partes de ponerse de acuerdo, en vez de provocar el conflicto. Este es un problema que afecta a la ciudadanía en general, que generó un conflicto social y descompaginó la fisonomía de la ciudad. No se trata sólo de un paro de subterráneos, de un asunto entre la empresa y los trabajadores. Es también un problema político. Mi intervención es lo que hago normalmente, del mismo modo que con los pueblos indígenas o con los campesinos despojados de sus tierras y reprimidos, como recientemente en Jujuy. Pero son cosas menos públicas, no salen en los medios. En el Serpaj no trabajamos sólo con lo que pasó en la dictadura sino con todo lo que haga a los derechos humanos del pueblo.
–¿Es novedoso que le pidan ayuda ante reclamos gremiales?
–Hay momentos en que ciertas problemáticas se intensifican, ahora es en parte la salarial. Me acaban de llamar también de Las Heras para ver si Tomada puede recibir a una delegación de petroleros, porque allí el problema no está resuelto.
–¿Hacia dónde cree usted que se encaminan los conflictos salariales?
–Recomponer una sociedad fracturada por todos lados, con casi diez millones de personas en situación de pobreza, es muy difícil. Las condiciones de vida llevan a la agudización de los conflictos ¿Cómo recuperamos la igualdad? Creo que el Gobierno debería revisar sus políticas, sus prioridades. Se privilegia la deuda externa, que ciertamente es inmoral e ilegítima, sobre las deudas sociales. Igual no es sólo un problema del gobierno nacional. Las provincias son feudos donde los gobernadores manejan todo como se les canta. La economía se concentra en pocas manos y se hace difícil construir y llevar adelante un proyecto de país.
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