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Por Hugo Yasky *

Desde el 10 de junio, unas 70 carpas con docentes bonaerenses estamos instalados frente a las puertas mismas de la Dirección General de Escuelas. Este Campamento Educativo es la expresión de la lucha contra la política de ajuste del gobernador Felipe Solá.
Esa política tiene víctimas de carne y hueso: los alumnos y los docentes. Nuestros alumnos empobrecidos y con hambre, que hoy todavía esperan cobrar las becas que el ajuste les pulverizó.
Nuestros docentes –el 60 por ciento de ellos ubicados debajo de la línea de pobreza– exponentes de una clase media extinguida y asediada. El año pasado fue el recorte salarial directo. Ahora el mazazo de la eliminación del pago de la ruralidad y la desfavorabilidad que terminó de destruir el ingreso de unos 100.000 educadores provinciales.
¿Qué es lo que explica la indignación y la férrea determinación de los educadores?
La respuesta está en la realidad que cotidianamente golpea en las escuelas cuando hay que elegir qué alumnos van a tener o no el plato de comida en los comedores escolares.
La respuesta está en tener que partir un lápiz en tres pedazos, mientras desde el autismo oficial siguen hablando de nuevas tecnologías educativas y las redes informáticas.
La respuesta está en el par de zapatillas que se alterna entre hermanos para ir salteado a clase.
Las respuestas están en las vaquitas que hacemos los docentes para comprar la leche del lunes, cuando hay alumnos que entran al aula sin haber comido el fin de semana.
La respuesta está en la indignación de la maestra que camina por el campo para llegar a una escuela que fue despojada del pago de ruralidad, mientras los funcionarios cobran viáticos hasta por ir al baño.
La respuesta está en ese docente del Conurbano que se enfrenta cada día con más impotencia a la realidad arrasadora de la miseria que tiene el nombre y apellido de sus alumnos, sabiendo que, a pesar de todo, la escuela sigue siendo la última trinchera contra la exclusión social.
El Campamento Educativo es expresión de una voluntad que se resiste a aceptar como inevitable esta devastación.
Es nuestra forma de decir basta.
¿Hasta cuándo... ? Esa respuesta la tienen los que gobiernan.

* Secretario general de Suteba.