EL PAíS › LOS GOBERNADORES DEL PJ NO DEBILITARAN AL GOBIERNO DE DUHALDE

Una ayudita para llegar a la salida

Los mandatarios se reunieron en la Casa de Formosa.
Debatieron adelantar aun más las elecciones generales, para diciembre, pero dieron marcha atrás.

 Por Diego Schurman

El gran acuerdo fue no debilitar a Eduardo Duhalde. Y en ese marco los gobernadores justicialistas respaldaron con una declaración el adelantamiento de los comicios dispuesto por el Presidente. Pero las muestras de unidad no quedaron reflejadas puertas adentro ya que un grupo planteó la necesidad de votar antes de fin de año y no el 30 de marzo. En donde prácticamente hubo consenso es en la defensa de sus propias poltronas: casi todos pusieron sobre la mesa una amplia y variada gama de dificultades que impedirían en el cuarto oscuro la renovación de los mandatarios provinciales.
El encuentro de los gobernadores del PJ se desarrolló en la sede porteña de la Casa de Formosa. La agenda se abrió con la discusión de la fecha establecida por Duhalde para llamar a elecciones.
Juan Carlos Romero fue punta de lanza de los críticos. El salteño, a quien muchos consideran como el alter ego de Carlos Menem entre los mandatarios, se mostró tibio. Pero dejó en claro que a su entender debían ser mucho antes que el 30 de marzo. Néstor Kirchner, que ingresó con atraso al encuentro, evitó los ambages. El santacruceño siempre dijo que el cronograma ideal serían internas en septiembre y generales en diciembre.
El pampeano Rubén Marín y el cordobés José Manuel de la Sota fueron oscilantes, aunque dejaron entrever que de aquí a marzo en la Argentina es lo más parecido a una era glaciar. Finalmente la mayoría volvió sobre sus pasos y sacaron a relucir el acuerdo de Santa Rosa, de hace un mes atrás, que faculta a Duhalde a establecer la fecha y la modalidad de los comicios.
–Es la medida más importante que toma en los últimos meses. No lo vamos a desautorizar justo ahora –susurró un mandatario de provincia chica.
En efecto, la mayoría consideró que una reprobación de la fecha dispuesta por Duhalde –como lo hicieron por distintos motivos el radicalismo y el ARI– daría luz verde a una caída precipitada del Gobierno, y en consecuencia no habría forma de asegurar un traspaso ordenado del poder.
Todos acordaron en ese punto. El propio Carlos Reutemann consideró que el respaldo sería la única manera de garantizar la gobernabilidad de Duhalde en los próximos 10 meses. Para el santafesino se trata de un gesto que tendrá su retribución, al entender que tanto el Presidente como el resto del PJ deberá transpolar esa garantía al candidato que surja de la interna abierta de próximo 24 de noviembre.
La aparición de Kirchner y la puntana Alicia Lemme no pasó desapercibida. Algunos creyeron ver allí todo un indicio: que el gobernador santacruceño y Adolfo Rodríguez Saá no sacarán los pies del plato justicialista.
A la hora de redactar el tercer y último punto de la declaración, que horas después llevarían a la Residencia de Olivos, no hubo casi objeción. De la Sota junto al jujeño Eduardo Fellner afinaron el lápiz: “El llamado anticipado a elecciones para elegir Presidente y vicepresidente de la Nación efectuado por el Poder Ejecutivo Nacional, refleja el deseo de la mayoría del Pueblo Argentino, de ejercer su derecho a elegir y se elegido, para sacar a la Patria de la grave crisis actual”.
El problema fue el segundo punto. Había que fijar postura sobre el deseo de Duhalde de renovar todos los cargos. El papel de los gobernadores es clave para generar un efecto arrastre sobre los legisladores, quienes desde ayer se muestran remisos a producir una renuncia masiva.
Sin embargo, salvo el bonaerense Felipe Solá, Reutemann y Kirchner, no hubo manifestaciones abiertas en ese sentido. Más bien fue todo reparos. Hubo un cóctel de argumentos. En todos los casos apuntaron a la “diversidad” de las constituciones provinciales. Unas no permiten la reelección y ninguno –entre los que no aspiran a la presidencia– pareceestar dispuesto a irse para no volver. Otras no admiten “enmiendas” como para habilitar la convocatoria a elecciones por un nuevo período antes de tiempo.
El vicegobernador fueguino, Daniel Gallo, quien reemplazó en el encuentro al mandatario Carlos Manfredotti, expuso razones de sentido común. En su distrito la Constitución desdobla los comicios presidenciales de los de gobernador –estos deben ser 60 días antes–, en un esquema pensado para evitar un efecto de arrastre nacional. Por lo tanto habría que llamar allí, además, a elecciones para gobernador en enero.
La idea de reformar todas y cada una de las constituciones locales la interpretaron como un trabajo de ingeniería difícil de llevar adelante. Reutemann, que demostró mucha unidad de criterio con De al Sota, tuvo una actitud más política y menos reglamentarista. “Hay que renovar todo”, manifestó.
Esta vez, el mandatario cordobés debió hacer malabares para contener todas las posturas. En el segundo punto de la declaración escribió: “auspician la renovación de todos los mandatos políticos actuales, según lo permita la legislación”. Un textual para no contradecir los deseos de Duhalde pero que marca la dificultad de llevarlos a cabo.
En ese sentido, los gobernadores encontraron el aval de Jorge Matzkin. El ministro del Interior pasó la jornada anunciando que la renovación se limitará al presidente, al vice, al 50 por ciento de los diputados y a la tercera parte de los senadores.
Antes de marchar a Olivos, Kirchner logró colar en el primer punto, donde se avala el llamado a internas abiertas y simultáneas, la palabra “obligatorias”. El santacruceño cree que sólo así se podrá morigerar la influencia de los aparatos políticos.
A pesar de la resistencia de algunos a firmar el texto –como fue el caso de Romero, Lemme y Kirchner–, todos terminaron poniendo el gancho.
Ya en la quinta presidencial, le presentaron la declaración a Duhalde. El Presidente agradeció el gesto y se despidió contándoles algunas misceláneas que dejó estupefacto a varios de los presentes.
Primero les confió que echó a Jorge Vanossi del Ministerio de Justicia por “inútil” y que esa cartera se unificará con la secretaría de Seguridad que conduce Juan José Alvarez (ver página 8).
Después se sumergió en la masacre de Avellaneda. Aseguró que existe en la sociedad una corriente a favor de la mano dura pero que al cambio de política pensado por el Gobierno lo cagaron “unos boludos”, en referencia a la policía bonaerense. En este punto se sumó Solá, para quien “aparentemente” el que disparó fue un cabo y no el lamentablemente famoso comisario Franchiotti.
Finalmente admitió haber hablado con Elisa Carrió. Pero dijo que la líder del ARI está “emputecida” por la fecha de los comicios y la modalidad de elecciones internas abiertas y simultáneas.
Saludó a todos y quedaron en volverse a ver.

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Los gobernadores peronistas llevaron su apoyo a Duhalde.
Casi ninguno quiere dejar su cargo antes de diciembre de 2003.
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