El cuerpo de Juan Domingo Perón todavía no descansa. Los líderes de la CGT y de las 62 Organizaciones se reunieron ayer en Casa de Gobierno con el ministro del Interior, Aníbal Fernández, para acordar el traslado definitivo de los restos del General a su vieja quinta bonaerense de San Vicente. La ceremonia proyectada con caravanas de autos que partirán del cementerio de Chacarita y se detendrán en el edificio de la CGT para un breve homenaje, se hará el 17 de octubre. Pero, ¿se hará? El cadáver de Perón aún es objeto de litigios judiciales, entre ellos una causa iniciada por Martha Holgado quien desde hace más de diez años reclama su filiación como hija biológica del General. En el marco de esa causa existe una medida de “no innovar” y una orden que puede impedir el traslado.

El proyecto del traslado del cuerpo de Perón no es nuevo. “El movimiento obrero a través de las 62 Organizaciones peronistas hará el traslado del cuerpo para cumplir con el deseo que tenía el General, de ser enterrado en la provincia que lo vio nacer”, dice entusiasmado como si el tiempo no hubiese pasado Gerónimo Venegas, jefe de las 62 Organizaciones peronistas. Venegas llegó ayer a la Casa de Gobierno con Hugo Moyano y Omar Viviani, el líder de la CGT y de los taxistas. Aunque el proyecto estaba en marcha desde hacía varios años y el homenaje empezó a pensarse hace varias semanas, la decisión del traslado se anunció oficialmente ayer luego de la reunión con Fernández. “No fuimos a pedir permiso”, dijo Venegas y aclaró que “el movimiento” lleva años construyendo el mausoleo que quedó terminado recién ahora. El proyecto original contemplaba espacio para albergar, también, al cuerpo de Eva Perón. Pero ese programa fue abandonado porque los restos de Eva están en medio de otro proceso judicial abierto por su familia. “Como somos respetuosos de la familia, ahora sólo vamos a llevar al General”, aclaró Venegas.

El cuerpo de Perón en este momento está, literalmente, preso de una batalla judicial de larga data. A la causa penal por la profanación de su cuerpo en el juzgado de Alberto Baños, el 2 de julio de 1993 se sumó un expediente civil por filiación abierto por Martha Susana Holgado. Esta mujer, de 73 años, demandó a la hasta ahora única heredera Isabel Martínez de Perón y reclama su identidad como hija biológica del ex jefe de Estado. Según Holgado, Perón la reconoció como hija biológica en un acta de nacimiento labrada en la ciudad de La Plata durante la década del treinta y desaparecida durante el mandato de Isabel Perón. En la causa, ella reclamó un examen de ADN. Luego de varias apelaciones, el juzgado autorizó la medida que fue confirmada por la Cámara de Apelaciones en noviembre de 2005. Esa resolución fue festejada. Holgado creyó que finalmente lograría el examen, pero el estudio no prosperó.

Como sucedió hasta entonces, el apoderado de Isabel Perón, Humberto Linares, presentó un nuevo recurso extraordinario esta vez “en queja” ante la Corte. Allí está el expediente original pero una copia de la causa, en tanto, continuó como “incidente” en el juzgado de Ilundaín. Hasta el día de ayer, la causa de Holgado se mantenía a la espera de avances que ahora pueden ser definitivos. Y ayer algo pasó. Mientras la cúpula de la CGT se reunía con Aníbal Fernández, el juzgado avanzó con la autorización de dos oficios para motorizar los análisis. Un oficio está destinado a la Dirección de Cementerios de la Ciudad de Buenos Aires y el otro al juzgado de Baños, por la causa penal.

El acto proyectado por la CGT y las 62 está previsto para el 17 de octubre a las 8.30 de la mañana con una caravana que parta del cementerio de Chacarita. Según Venegas, los gremialistas no tienen ningún impedimento legal para hacerlo: cuentan con un acta de acuerdo firmada por el apoderado de Isabel Martínez de Perón, el propio Linares. Mientras tanto, Mar-tha Holgado insiste. Cree que la CGT programó el traslado de Perón por iniciativa de Isabel: “Cuando vieron que tienen todo perdido, salieron con esta idea”, dice. “Soy vieja –agrega–. Si estando acá y cuidado como estaba, lo profanaron; en el medio del campo de San Vicente, ¿se imagina lo que le pueden hacer?”.