EL PAíS › EL SENADO NO SESIONO PARA AMINORAR LA INTERNA
Cuando una tregua viene bien
La sesión en el Senado prometía un enfrentamiento de los peronistas con el Gobierno. Pero los legisladores oficialistas la levantaron evitando el choque y dando tiempo al Ejecutivo.
Por Eduardo Tagliaferro
Cuando parecía que la sangre llegaría al río, el bloque justicialista del Senado logró una tregua en su interna. Lo hizo a costa de derrumbar la sesión parlamentaria. El tema que dividía las aguas era el rechazo a los decretos presidenciales que convocan a internas abiertas. De esta manera, la conducción de la bancada oficialista evitó que el Gobierno recibiera un nuevo cachetazo. Ninguno de los legisladores podía asegurar ayer cuáles hubieran sido las consecuencias de la derrota del oficialismo. Por eso apostaron a ganar tiempo a la espera de que Eduardo Duhalde modificara los decretos. “Este no es un problema de la Cámara. Por eso es necesario que lo resuelvan los referentes partidarios”, reconoció ayer un prominente miembro del bloque oficialista al admitir que fue la pelea interna el motivo que llevó a que no se sesionara.
La chicharra que convoca a sesionar recién se había acallado cuando el titular de la bancada radical, Carlos Maestro, mostró su “profundo disgusto por la actitud del bloque justicialista”. El senador radical explicó que su enojo se debía a que “el PJ trasladó su situación interna al cuerpo”. La UCR criticó al oficialismo en una conferencia de prensa, en la que no ahorró calificativos a la hora de hablar de los decretos que convocan a las internas abiertas. “El Ejecutivo ha hecho una flagrante intromisión en la vida de los partidos políticos y consagró la falta de trasparencia en la convocatoria a internas”, precisó Maestro.
El radicalismo explicitó su rechazo a los decretos mediante un proyecto presentado por el senador Eduardo Moro. En él se insiste en rechazar el veto presidencial a la ley de internas abiertas. En este punto coinciden la mayoría de los bloques legislativos. Precisamente uno de los mayores temores que ayer mostraba el oficialismo era que finalmente el riojano Eduardo Menem presentara sobre tablas un proyecto aclaratorio de los decretos presidenciales. En él buscaba que en los comicios sólo voten los afiliados y los independientes.
Fueron sus colegas de bloque los que le pidieron al riojano un poco de paciencia. El cruce más duro fue con el titular de la bancada, el sanjuanino José Luis Gioja. La mayoría aparecía unificada contra los decretos. Los pocos que defendieron la convocatoria del Gobierno fueron la santafesina Roxana Latorre, la bonaerense Mabel Müller y María Perceval. Los senadores, por un lado no quisieron forzar un nuevo revés del Gobierno y por el otro buscaron que éste se saliera con la suya. Finalmente dejaron que el tema se resolviera en la reunión que los gobernadores tendrán con Duhalde.
Luego de esto no había mucho más que hacer. No había muchos proyectos de peso para ser analizados. Es más, los pocos que podían llegar al recinto no los entusiasmaba. Principalmente las dos iniciativas que convertían a Ushuaia y a Lobos en capitales. En el caso de la ciudad más austral del mundo se pretendía declararla la “capital del muñeco de nieve”. Más de un senador sintió que el frío lo recorría. Lo cierto es que su voto hubiera convertido al proyecto en ley, y a ellos mismos en muñecos. La otra medida buscaba que Lobos fuera declarada “capital del paracaidismo”. Prefirieron que no hubiera sesión y esperar una semana. Era una decisión sensata, para los intereses del Gobierno. Si los decretos se votaban llevaba todas las de perder.
A última hora, cuando ya casi no quedaba nadie en el Congreso se conoció el anuncio de Jorge Matzkin haciendo saber que el Gobierno “está dispuesto a flexibilizar” el decreto que convoca a las primarias, y convocaba a los precandidatos del PJ y a los opositores a presentar propuestas alternativas (ver página 4). El oficialismo volvía a zafar de un brete y a poner la pelota del lado de sus adversarios. Sus senadores, con el sencillo recurso de pegar un faltazo, le habían dado una mano.