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Carrió y López Murphy empezaron a los besos y terminaron peleados

Fue durante la presentación de un libro de la que ambos participaron. Los candidatos coincidieron en las críticas al Gobierno, pero se pelearon por las características de un acuerdo.

 Por Werner Pertot

Con aires de dúo Pimpinela, Elisa Carrió y Ricardo López Murphy discutieron en público en la presentación de un libro, que se llama Kirchner & yo. Por qué no soy kirchnerista. No lo escribió ninguno de los dos, sino el escritor Fernando Iglesias, que integra las listas de la Coalición Cívica (CC) y que los invitó a ambos. En el teatro Del Nudo, sobre la calle Corrientes, los candidatos a presidente descartaron una alianza, compitieron por derramar la mayor cantidad de críticas sobre los Kirchner y terminaron con un cruce sorprendente, con Carrió indignada.

Tres jarritas para tomar vino con forma de pingüino separaban los libros que llevaban esa imagen en la tapa. Lo comentaban, entre el público, Marcos Aguinis y Juan José Sebreli. Por el fondo, se podía ver al ex candidato a vicejefe Enrique Olivera, no demasiado lejos del peronista Gerardo Conte Grand y de un surtido grupo de bulldoguistas paladar negro.

López Murphy fue el primero en llegar. Mientras el ex ministro de Defensa de la Alianza dejaba un pequeño ultimátum dedicado por tevé a Mauricio Macri (ver aparte), Carrió hizo su entrada, con una blusa color crema y un saco largo de color rojo furioso. Se saludaron con un beso, mientras los fla-shes los iluminaban.

Iglesias –futuro candidato a diputado de la CC– explicó que también había invitado al candidato de UNA, Roberto Lavagna, quien no pudo asistir “por problemas de agenda”. Se detuvo en algunos conceptos de su libro: indicó que aunque al Gobierno le cabían muchos adjetivos (“neofascista”, “autoritario”) el más claro “es el de una monarquía absoluta”. También planteó que el PJ “es el Partido de Judas”. “No soy gorila”, aclaró después, por las dudas. Y le pasó el micrófono a López Murphy.

–Acá invertimos. Son primero las damas –dijo él, con una amplia sonrisa.

–No tengo problema –aseguró ella, y le arrebató el micrófono.

Al principio la relación entre los candidatos anduvo bien, mientras cada uno se concentraba en las críticas al Gobierno. “Esto no es una monarquía, yo discrepo”, planteó Carrió, quien detalló que el término no era académicamente correcto. Sí aseguró que compartía las críticas a la política de derechos humanos. Consideró que Kirchner “no fue víctima ni héroe y coopta con dinero a muchas personas que lucharon”. Y elogió la convocatoria del presidente uruguayo Tabaré Vázquez a un “nunca más a la violencia”, que “incluye a las organizaciones guerrilleras”.

López Murphy elogió el libro de arriba a abajo. “En Corea del Norte, el padre fue sucedido por el hijo, y a Fidel lo sucedió el hermano Raúl. ¡¡Y nosotros integramos esa camada!!”, se espantó. “En el único punto en el que discrepo es en donde está López Murphy –se cariaconteció–. Dice que me he extraviau. Y no me he extraviau para nada.” Los candidatos tocaban casi la misma sintonía. Hasta algún dirigente sentado en las gradas los podía imaginar ya tomados de la mano (en los afiches de campaña). Pero la telenovela de la oposición no podía durar.

Pimpinela cívica

Llegó la hora de las preguntas y alguno quiso saber por qué no se unía la oposición. La dirigente de la CC se ocupó de aclarar que la foto de ambos de anoche “no se presta a las especulaciones”. “Si estoy acá como candidata a presidente, es porque garantizamos desde una diferencia clara y manifiesta, una relación concreta y no a través de los diarios”, le facturó al Bulldog la publicación de una carta que le había enviado, para iniciar un diálogo sobre una base de puntos en común.

“Voy a seguir debatiendo aquí y por los diarios, porque forma parte de la sal y la pimienta de la vida”, contraatacó el líder de Recrear, a su tiempo, con su propuesta de diálogo. “No quiero convertir la política en un colegio de señoritas”, aclaró, antes de plantear otra vez que los opositores debían usar la primera vuelta como una interna. Y se refirió largamente a los puntos que le gustaría discutir con los otros candidatos.

Uno de ellos era la colaboración para fiscalizar la elección nacional.

–Se trata de un trabajo sostenido escuela por escuela y no de una foto –le devolvió Carrió.

–Vamos a hacer el trabajo. Propongo encontrar un mecanismo de coordinación. Y voy a insistir con la misma tenacidad –remarcó López Murphy.

Y allí, finalmente, Carrió abandonó las sonrisas y cambió el tono de voz.

–¡Pero! ¡A ver! Este es un acuerdo de fiscales y no de candidatos. ¡¡Cada uno se instala con autonomía y no usando al otro!! ¿¡Está!?

“Ricardo es el candidato por el que voté en 2003. Y Lilita es a la que voy a votar en 2007, con muchísimo gusto”, zanjó el autor del libro. El fugaz ministro de Economía, que jugaba de local, se resignó: “A pesar de que esta vez no va a votar por mí, estoy contento de estar aquí. Incluso la pasé bien”.

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López Murphy y Carrió se saludaron amablemente cuando se encontraron en la librería.
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