SOCIEDAD › GESTIONAN UNA FABRICA DE PANELES PARA EDIFICAR VIVIENDAS

Las Madres, en plena construcción

La planta, que montaron con la Corporación Buenos Aires Sur, puede producir paneles para levantar 10 mil viviendas sociales por año.

 Por Eduardo Videla

No es fácil de creer que una plancha de telgopor, protegida por dos mallas de alambre y cubiertas por dos delgadas capas de cemento sea capaz de sostener un edificio de tres plantas. Pero ocurre, y las construcciones están en pie, en un barrio de Villa Soldati. Las planchas se fabrican en una planta inaugurada hace menos de dos meses en el barrio de Barracas, gestionada por la Fundación Madres de Plaza de Mayo y la Corporación Buenos Aires Sur. Y las viviendas son las que construyen, en el barrio Los Piletones, 300 obreros y obreras que hasta hace poco eran desocupados de ese barrio. “Esto es parte de lo que pensaban nuestros hijos, que trabajaban en los barrios, para que el pueblo tuviera viviendas dignas. Nosotros continuamos ese trabajo social dando capacitación y trabajo genuino”, dijo a Página/12 Hebe de Bonafini, presidenta de la Fundación.

El bloque de poliestireno expandido (más conocido como telgopor) tiene un metro cincuenta de ancho y tres de alto, pero la máquina la corta en fetas de 8 centímetros con un alambre caliente. Otro equipo arma las mallas a partir de alambre de acero de dos milímetros de espesor. “Trabaja como si fuera un telar”, describe Bonafini, buscando un paralelo más doméstico a una operación compleja. Una tercera maquinaria une mediante soldaduras las dos mallas, una a cada lado del telgopor. Y el panel ya está listo para convertirse en una pared o en un techo.

“Tienen aislación acústica y térmica, son ignífugos y hasta podrían resistir un sismo”, explica Sergio Schoklender, quien representa a las Madres en el consorcio que integraron con la Corporación Buenos Aires Sur.

Esos mismos paneles ya pueden verse en forma de casa en Los Piletones. De cada lado reciben un baño de tres centímetros de cemento con un componente plastificante, que las hace resistentes a los golpes de maza que, como demostración, ensaya uno de los técnicos.

La planta, inaugurada el 1º de junio, está ubicada en Pedro de Mendoza al 3800, frente al Riachuelo. Se trata de un edificio de 5000 metros cuadrados que hasta hace poco estaba abandonado pero que en su época de esplendor fue sede de una barraca lanera. Fue alquilado por la Corporación por 10 años, que invirtió en la recuperación de la construcción 2,4 millones de pesos. Los trabajos incluyeron una obra en la fachada, en mosaico bizantino, del muralista Marino Santa María.

Para llevar adelante el proyecto, las madres y la Corporación integraron un consorcio de cooperación, que lleva el nombre Construcciones Modulares Inteligentes Buenos Aires (Cmiba). En conjunto, compraron maquinaria –tecnología italiana– por valor de dos millones de euros.

El consorcio es una empresa capaz de producir bloques para construir 10.000 viviendas en un año. Pero no sólo apuntan a las casas sociales: “Hay hoteles en Puerto Madero que han sido construidos con esta tecnología”, informa Schoklender. Claro que no fueron hechos con paneles producidos en esta planta sino en otra, radica en San Luis, que hasta ahora tenía el monopolio de la producción de estos bloques.

Hoy, con una docena de operarios trabajando en un turno de ocho horas, en pleno período de ajuste de las maquinarias y capacitación del personal, la planta está produciendo mil metros cuadrados de paneles por día, lo que equivale a los insumos necesarios para levantar 40 viviendas en un mes.

El Estado también saca un rédito económico con la inversión. “Con este método, los costos de construcción de las viviendas sociales se reducen en un 30 por ciento”, aseguró el ministro de Producción porteño, Enrique Rodríguez, titular además de la Corporación Buenos Aires Sur.

Esa ventaja la pudo comprobar la propia Corporación, cuando llamó a licitación para construir 432 viviendas en Los Piletones: la Asociación Madres de Plaza de Mayo les ganó a otras cuatro empresas constructoras la licitación para levantar el nuevo barrio, en el Parque Indoamericano, al presentar el mejor precio, aun cuando todavía no fabricaban los paneles sino que tenían que comprarlos.

Enrique Rodríguez imagina el sistema que puso en marcha como “parte de la solución para el problema de vivienda en el sur de la ciudad”. Al mismo objetivo podría contribuir la “inminente firma por parte del presidente (Néstor Kirchner) del decreto” que devuelve a la ciudad el predio de Avenidas Cruz y Escalada, “donde podrían construirse viviendas para erradicar a todas las villas del sur de la ciudad”.

En la obra de Los Piletones, de los 300 obreros la mitad son mujeres que aprendieron el oficio de la construcción. Los varones también tuvieron que capacitarse: sólo el 10 por ciento tenía conocimientos de la actividad. Para la mayoría, es la primera vez que trabajan en blanco, con obra social. Si hasta tienen a la primera mujer delegada de la construcción en el continente.

En Barracas, la presidenta de las Madres recorre la planta con el entusiasmo de quien muestra su casa nueva.

–¿Es el sueño de las Madres, de la fábrica propia? –pregunta Página/12.

–Es el sueño del pueblo –corrige–. Lo hicimos pensando en el pueblo, que es como pensaban nuestros hijos.

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La máquina entrelaza el alambre para los paneles “como si fuera un telar“, explica Hebe de Bonafini.
 
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