EL PAíS › EL CRIMEN DE DIEGO PERALTA CONVULSIONA A LA POLICIA Y LA POLITICA BONAERENSES
“Nos están sembrando de cadáveres”
Entre las versiones que apuntan a las internas de la Bonaerense y del PJ como responsables del aumento de la criminalidad, el gobernador dividirá el ministerio y acelera el pase de Juan Pablo Cafiero a Trabajo y Desarrollo Social.
Por Raúl Kollmann
Quienes rodean al gobernador Felipe Solá creen que no pueden ser tantas las casualidades. La aparición de semejante cantidad de muertos en pocos días, inexplicablemente ejecutados, torturados, descuartizados y degollados sólo tiene una lectura: “Nos están sembrando de cadáveres”. En otras palabras, que las internas del PJ y el sabotaje policial crearon un clima al que el gobernador busca ponerle freno. Por ello, anoche puso en marcha la división del megaministerio de Justicia y Seguridad, actualmente a cargo de Juan Pablo Cafiero, por lo que hoy enviará un proyecto a la Legislatura. Desde este mismo jueves habría un Ministerio de Justicia y otro de Seguridad. Lo más probable es que Cafiero, que cuenta con toda la confianza de Solá, siga en Seguridad, aunque el gobernador prefiere que pase –tal vez no en forma inmediata– a la cartera de Trabajo y Desarrollo Social bonaerense.
Hace un mes, Página/12 adelantó la guerra de los comisarios contra Cafiero y describió lo que era una virtual huelga activa de la Bonaerense. Se ponía en marcha lo que se conoce en la interna de la fuerza como “poner palanca en boludo”, o sea dar la impresión de que se trabaja, se investiga, pero al mismo tiempo los resultados son escasos por una supuesta mala suerte o por un súbito crecimiento de la eficiencia de delincuentes y asesinos.
“Es garantista”, “exoneró a 300 muchachos”, “nunca quiso a la fuerza”, son algunos de los argumentos esbozados por los comisarios que, en verdad, sólo buscan más piedra libre para sus negocios. La gente de El Jagüel lo tenía en claro el lunes a la noche: fueron contra la comisaría porque sabían que allí está la fuente de negocios y protección a los delincuentes. Nadie sabe si es cierto, pero todo el barrio dice que el jefe de calle de la comisaría anda en un Vectra, un auto demasiado caro para los menos de 1000 pesos que gana por mes. No se habla ya de la increíble fortuna de gran parte de los comisarios. La prueba más nítida de las movidas contra Cafiero fue la profanación del Cementerio Islámico, históricamente un recurso típico de los uniformados para hacerle saber al ministro que no habrá quien los controle.
La interna política se disparó también ayer con las palabras de Marcelo Sain, el segundo de Cafiero, quien mencionó la soga en la casa del ahorcado: dijo que la política, específicamente la del peronismo bonaerense, se financia en parte con los ilícitos policiales. Esto puso en marcha la respuesta del titular de la Cámara de Diputados y lanzado candidato a gobernador, Osvaldo Mércuri, quien amenazó, durante una reunión de diputados justicialistas autoconvocados: “Después de esto no le dejamos pasar más un proyecto. Queremos la cabeza, por lo menos de Sain”. Esto no fue todo: “Una cosa es decir que la política se financia con la corrupción policial, eso hace rato se viene diciendo. Otra cosa es tirarnos encima el asesinato de Diego Peralta. Nos está diciendo que nosotros le tiramos ese cadáver. Duhalde le tiene que contestar”, reclamaba Mércuri ante sus pares.
En verdad, Saín no hizo ninguna vinculación del caso Peralta con la policía y la interna del PJ. Es más, sostuvo que no hay ninguna prueba todavía de que al joven lo haya asesinado una banda de policías. Igualmente, la estrategia de Mércuri consistía en enfrentar a Solá con Duhalde y algunos de sus hombres hablan de maniobras de lo más sofisticadas y sórdidas: “Felipe nos culpa del cadáver a nosotros. Le hizo decir a Saín lo que él no se anima. Acá encima hay una maniobra macabra: el Presidente le dio el visto bueno a Aldo Rico para que se mandara como candidato a gobernador, ponerlo así en aprietos a Felipe, después asegurar que las encuestas no dan bien y así abrir el espacio para proponerla a Chiche”. Como se ve, el envío de cadáveres y las zancadillas de las internas aparecen en su plenitud.
En semejante clima irrespirable, Solá resolvió anoche acelerar un plan que ya venía barajando: dividir el megaministerio de Juan Pablo Cafiero, que tiene responsabilidad sobre los casi 50.000 policías bonaerenses, la totalidad del inmenso aparato judicial de la provincia y el enorme complejo de prisiones del territorio provincial, con más de 25.000 presos en cárceles y comisarías. Todo ello en un territorio que combina grandes extensiones y millones de personas agolpadas en una franja –el conurbano– con la mayor densidad de pobreza, desempleo y criminalidad. El megaministerio era una estructura casi imposible de manejar, Solá siempre la quiso dividir, pero Cafiero prefería mantener todo concentrado y unificado. Las muertes y la interna impusieron la postura de Solá.
En principio, se dice que Cafiero seguiría a cargo de Seguridad, al menos por un tiempo: la idea es que termine varias investigaciones que tiene en marcha y después, tal vez, pase a Trabajo y Desarrollo Social.
Queda en pie uno de los interrogantes que persiste desde hace una década: cómo ganar seguridad, cómo transformar la Bonaerense. Los cambios que se pusieron en marcha ayer no parecen tener ese objetivo. Tienden más bien a apaciguar las internas con los comisarios y dentro del aparato del PJ.