ESPECTáCULOS
Las locomotoras cobran vida en el mundo fascinado de los chicos
La señal Discovery Kids acaba de estrenar la serie “Thomas y sus amigos”, una propuesta para chicos en edad de jardín de infantes.
Por Oscar Ranzani
Thomas, Percy, James, Gordon, Henry y Edward son grandes amigos. A partir de las travesuras y aventuras que comparten a diario, cualquiera podría arriesgar que se trata de un grupo de niños. Pero no. Son locomotoras que tienen vida. Cada una de ellas con sus particularidades. Thomas es la más pequeña y, a la vez, la más traviesa, pero no por eso deja de ser muy útil. Percy es muy feliz, James se cree constantemente superior a las demás, pero Gordon es la locomotora más veloz de todas. Henry es largo y también veloz, mientras que Edward siempre está dispuesto a ayudar. Este puñado de máquinas vivientes habita en el universo animado de Discovery Kids, de lunes a viernes a las 12.30, con repeticiones a las 20.30. El programa es primo hermano de una ya clásica propuesta de la señal, “Jay jay avioncito”.
“Thomas y sus amigos”, la nueva serie animada del canal infantil, está destinada a los más pequeños. Los seis personajes buscarán captar la atención de los preescolares. Cada uno tiene una tarea: Thomas, por ser el más pequeño, debe arrastrar los vagones hasta un andén para que las demás locomotoras los transporten en los sucesivos viajes. Pero Thomas tiene un sueño: él mismo, y sin ayuda de ninguno de sus compañeros, anhela llegar a transportar un convoy de pasajeros algún día. Desde allí partirán las diversas aventuras de los protagonistas.
“Thomas y sus amigos” forma parte de la camada de dibujos animados que pintan un mundo en el que la tecnología está “humanizada”. Las máquinas tienen vida, sienten, hacen travesuras como los chicos y poseen ojos, nariz y boca. Comparten un universo de relaciones al igual que los humanos en su vida cotidiana. Cada una de ellas tiene un color distinto, pero también posee una determinada personalidad. Cada locomotora es una “persona”. Un niño, más precisamente. Esta encarnación de la maquinaria les permite a los autores resaltar el valor de la amistad y la cooperación que cada integrante ferroviario comparte, sentimientos con los que los niños pueden identificarse. Plantean el mensaje: “Este mundo es también el tuyo: el de los amigos, las bromas, las travesuras”.
No hay violencia en “Thomas y sus amigos”. Tampoco existen antagonismos del tipo “buenos vs. malos” y, por ende, están ausentes los enemigos de cualquier naturaleza. Esto refuerza el sentido de la amistad. Este grupo de entrañables personajes nacidos del ingenio mecánico trabajan todos juntos para llevar adelante la rutina del ferrocarril. Pero a estas máquinas vivientes les falta un componente humano. No tienen voz. La particularidad de la serie animada es que mientras las acciones se suceden, una voz en off se encarga de enhebrar el relato de la historia de cada capítulo al estilo de un cuento. En este sentido, no exige demasiado esfuerzo a los telespectadores infantiles: sólo es cuestión de dejarse llevar por la oralidad del narrador y de sentirse seducidos con las simpáticas imágenes del mundo ferroviario a través de una curiosa técnica de animación que simula paisajes verdaderos.
No faltan, sin embargo, las travesuras. La locomotora más grande, Gordon, regresa cansada a la estación después de haber transportado un expreso. Thomas lo desafía a que lo siga y arranca a máxima velocidad para demostrarle a Gordon que no lo podrá atrapar. Pero pronto, Gordon planea una dulce venganza contra el benjamín y Thomas no puede salirse con la suya. En otro capítulo, Thomas cumple uno de sus sueños: transportar él mismo los vagones, ya que Henry está enfermo y le duelen las ruedas. La ansiedad lo lleva a apresurarse en el arranque y olvidar su carga. Esto deriva en una carcajada generalizada del resto de sus amigos. Pero pronto, Thomas inicia marcha atrás para insertar los vagones y arranca nuevamente. Esta vez, acompañado.