“No nos ganaron, no se adueñaron de nuestras vidas ni de nuestras mentes”, dijo Graciela Daleo, sobreviviente de la ESMA, al declarar en el juicio contra el represor Héctor Febres.

Daleo declaró el jueves durante dos horas y media. Su testimonio fue el último de la jornada, después de los también ex detenidos Víctor Basterra, Adriana Marcus y Myriam Lewin. Durante su relato, la mujer recordó uno por uno a sus compañeros de cautiverio y destacó los episodios de solidaridad que se repitieron en el centro clandestino de detención. Narró, por ejemplo, cómo fabricaban regalos de Navidad para todos los secuestrados. Mencionó libritos confeccionados con los chistes que podían recortar de diarios y revistas y un juego de ajedrez de papel con el que se las arreglaban para jugar “de cucha en cucha” cuando la guardia no los veía.

También repasó las brutalidades sufridas por sus compañeros y tuvo un especial recuerdo para la dirigente montonera Norma Arrostito. Describió al acusado como oficial de Inteligencia, que además era operativo, torturaba y se encargaba de las embarazadas y de los bebés nacidos en cautiverio.

Antes de retirarse de la sala de los tribunales porteños de Comodoro Py, Daleo les pidió a los jueces del Tribunal Oral Nº 5, Guillermo Gordo, Ricardo Farías y Daniel Obligado, que unificaran las causas. Es que Febres está siendo juzgado por sólo cuatro casos de tormentos: los aplicados a Carlos García, Alfredo Margari, Carlos Lordkipanidse y Josefa Prada de Oliveri. El hecho de que un solo represor sea llevado a juicio por tan pocos hechos –teniendo en cuenta que se calcula que por la ESMA pasaron más de cinco mil personas– fue criticado por las víctimas, los abogados y los testigos, que se verán obligados a regresar a tribunales a repetir su testimonio. El jueves, los jueces rechazaron ampliar la acusación contra Febres por privación ilegal de la libertad.