En el enrevesado conflicto por las pasteras, lo que se dice hoy mañana es papel viejo. El canciller de Uruguay, Reinaldo Gargano, aseguró que sus declaraciones acerca de que “se acabó el tiempo de la buena voluntad” de parte de su país habían sido sacadas de contexto por periodistas con intencionalidad política. Una radio argentina le pasó luego la grabación con el textual y no tuvo más remedio que aceptarlo, pero lo matizó. El cambio de postura le hizo decir a un funcionario cercano al canciller Jorge Taiana que en la orilla de enfrente “están improvisando peligrosamente”. En la Cancillería argentina trazaron ayer los lineamientos de lo que será su estrategia judicial, buscando poner de relieve “la política de hechos consumados” que en su visión viene aplicando el gobierno de Tabaré Vázquez. También medirán la contaminación que pudiera generar la planta de Botnia, pero aclaran que, aunque la genere, lo principal seguirá siendo la violación del Estatuto del Río Uruguay, el pecado original de esta historia.

Dentro del gobierno uruguayo, Gargano era considerado en algún momento como uno de los funcionarios más proclives a llegar a un acuerdo con la Argentina. Por eso, cuando el lunes cerró toda posibilidad de negociación, no dejó lugar a dudas de cuál era ahora la postura uruguaya. Pero ayer, luego de leerse en letras de molde, Gargano buscó remontar.

“Hay gente en los medios de comunicación que no informan, sino que hacen política y sintetizan en cuatro líneas una entrevista de cuatro horas. A eso no me voy a prestar más”, se enojó. Pero luego en Radio Continental le pasaron la grabación que corroboraba que la cita era textual. No tuvo más remedio que reconocerlo. “Pero el diálogo sigue y seguirá todo el tiempo necesario”, añadió esta vez.

La voltereta no convenció a la Cancillería argentina. En los despachos de los principales funcionarios circulaba ayer una fotocopia del diario El Observador, de Montevideo, que repetía los textuales de Gargano. “Si lo dicen allá también, es porque es verdad”, sentenciaban.

En el piso 15 de la Cancillería relataban los futuros pasos de la Argentina en materia judicial. Recordaban que el gobierno argentino debe presentar el 29 de enero en la Corte de La Haya “la réplica”, que será contestada por Uruguay en julio. Luego llegará el momento de la apertura de las audiencias orales, que se extenderán aproximadamente un mes. Después de las exposiciones, el Tribunal estará listo para fallar. Se calcula que será hacia fines de 2008.

Para esa instancia, esperan dejar en claro que Uruguay actuó desde que arrancó el conflicto en 2003 con una posición de “hechos consumados”, en la que no dejó de avanzar hasta que Botnia entró en funcionamiento. En el racconto, un funcionario de la Cancillería recordaba que cuando en 2003 los presidentes Kirchner y Vázquez se encontraron en Colonia, el uruguayo prometió informar sobre cualquier decisión que tomaran sobre las pasteras y que días después habilitaron el emplazamiento de Ence sin avisar.

“De ahí para adelante siempre actuaron igual”, aseguraba el funcionario. Uno de los puntos que la Cancillería busca poner en claro es que a Uruguay no le corresponde colocarse en el papel de víctima en el conflicto. Que el origen del entuerto es la violación unilateral del Estatuto del Río Uruguay y que todo el resto es consecuencia de ello.

Obviamente, a partir de esta semana comenzó un monitoreo sobre las aguas y las orillas del río para determinar si la planta contamina como se teme. De aquí a poco más de un año, cuando se supone que el Tribunal se reunirá para dar su veredicto, esperan tener evidencias de cómo Botnia alteró los recursos naturales. Sostienen que si se prueba que produjo “un perjuicio sensible” –como establece el estatuto–, La Haya podría determinar el desmantelamiento de la planta.