EL PAíS
Duhalde se dijo optimista sobre un posible acuerdo con el Fondo
El organismo había dicho que no existían condiciones para acordar. El Presidente ayer chicaneó una vez más a la clase dirigente argentina para que se definiera sobre el asunto.
Con un aire de déjà vu, Eduardo Duhalde prometió ayer que el Gobierno logrará firmar el tan postergado acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). “Soy optimista a prueba de balas, vamos a llegar a un acuerdo más rápido de lo que imaginamos”, pronosticó, confiado, el Presidente. Sin embargo, cuando le preguntaron si era posible concretar un “acuerdo nacional” para que todos los candidatos se comprometieran a cumplir las órdenes del FMI, como sucedió en Brasil, Duhalde admitió que tiene “serias dudas”. “Acá no hay candidatos definidos muy fuertes. En segundo lugar, los precandidatos están pensando más en posicionarse ellos”, argumentó.
Cuando reconoció que la posibilidad de lograr un compromiso a la brasileña es muy difícil, Duhalde también admitió, de alguna manera, su propia debilidad y la de su gestión. Algo que no le perdonó un viejo amigo suyo pasado a las filas del menemismo, Alberto Pierri, quien ayer señaló que Duhalde “perdió todo el tiempo buscando un acuerdo con el FMI” mientras “el país está penando, con las variables más increíbles de toda su historia”. Más allá de los intereses de Pierri y la fauna menemista, el Presidente intentó obviar la endeblez del Gobierno –que el FMI no ignora, y por eso no lo acepta como interlocutor– atribuyendo la falta de acuerdo a la irresponsabilidad de los candidatos presidenciales. “La renovación de la política es un componente esencial para que podamos salir definitivamente de la crisis que nos abarca”, remarcó en su programa de radio de los sábados.
En esa línea, ayer Duhalde insistió con su propuesta de abrir un registro para que se anoten los dirigentes que quieran cumplir con el “que se vayan todos”. Y subrayó que no tiene previsto competir por una candidatura en las elecciones del año próximo. “Pasa que la palabra está tan devaluada que muy pocos creían que iba a cumplir con mi promesa. A mí me molestaba mucho que varios políticos o colegas suyos pusieran en duda mi intención, expresada desde el primer día. Este registro que se abrió en la órbita de la Escribanía General del Gobierno está abierto a todos aquellos que creen que realmente debe haber una renovación de la política”, dijo.
La propuesta de Duhalde sonó a desafío, pero hasta ahora no tuvo la respuesta esperada. Hasta ayer el único que recogió el guante, y a medias, es el diputado Daniel Scioli, del PJ porteño: el secretario de Turismo se anotó, pero va a competir por la Jefatura de Gobierno. De cualquier forma, la iniciativa de Duhalde no es otra cosa que una chicana. Oportuna y ocurrente, pero chicana al fin. Y como corresponde a una táctica política, no exenta de picardía, Duhalde acudió nuevamente a ella para cuestionar el reclamo de caducidad de todos los mandatos. “Toda esta campaña de que se vayan todos en realidad es por un porcentaje pequeño que se queda porque tienen derecho a hacerlo, pero que no llega al 20 por ciento. Por lo tanto, si nosotros con este registro podemos agregarle unos cuantos renunciantes más, vamos a estar eligiendo el 90 por ciento y se terminó esta historia que, realmente, no es seria.”
Ayer, mientras opinaba sobre el reclamo que por ahora encarnan Elisa Carrió, Luis Zamora y Víctor De Gennaro, Duhalde se encontraba descansando en la ciudad correntina de Ituzaingó, acompañado por buena parte del gabinete, en las inmediaciones de la represa hidroeléctrica Yacyretá. En el entorno oficial, mientras tanto, sugerían que el Presidente tenía previsto reunirse con el ex presidente y actual senador Ramón Puerta, el verdadero “capo” del peronismo misionero. Una reunión con Puerta implica, sin ninguna duda, una discusión sobre política e interna del PJ.
En el mismo programa de radio, en tanto, Duhalde se encargó de defender una de las medidas más polémicas de su gestión y que ahora está bajo cuestión en la Corte Suprema: la pesificación. “La pesificación benefició a millones de argentinos que tenían deudas básicamente en los bancos y que de otra forma no las podían pagar. Cuando lanzamos la medida surgieronalgunos sectores minoritarios de la prensa o de la política diciendo que se buscaba beneficiar a grandes empresas. Y eso era un absurdo porque, precisamente, las grandes empresas no estaban financiadas internamente, sino que tenían financiación externa”, afirmó. La referencia de Duhalde al tema se debe a que la Corte amenaza con declararla inconstitucional si el Gobierno no desactiva el juicio político en ciernes en el Parlamento.