Lunes, 25 de febrero de 2008 | Hoy
Durante casi medio siglo al frente del ejército cubano, Raúl Castro se ganó fama de duro, pero cuando llegó el período especial impulsó reformas liberales en la economía.
Aunque sus discursos siempre fueron más breves y menos impactantes que los de su hermano Fidel, Raúl Castro supo ganarse un lugar en el corazón de los cubanos por derecho propio y ayer tuvo su premio al ser electo presidente. Con 76 años, el hasta entonces presidente provisional reemplazó al líder histórico de la isla, luego de que Fidel enfermara hace 19 meses y estuviera a punto de morir. Pese a su fama de duro y ortodoxo, hay quienes le atribuyen al menor de los hermanos Castro las medidas aperturistas que Cuba tomó en sus momentos críticos. No obstante, la historia de Raúl muestra que desde joven siguió los pasos de Fidel, tanto en el asalto al cuartel Moncada como en la incursión a la selva cubana para iniciar la guerrilla. “Raúl puede ser la persona con más autoridad, más experiencia y capacidad para sustituirme. Y la gente tiene gran confianza en él”, aseguró Fidel Castro a Ignacio Ramonet en su libro Cien Horas con Fidel.
Después de servir como primer vicepresidente de ambos consejos, segundo secretario del partido, ministro de las fuerzas armadas y el único en Cuba con rango de general del ejército, ayer Raúl fue nombrado presidente del Consejo de Estado, la máxima autoridad del país. Pero de hecho Fidel ya lo había escogido como su sucesor tras el triunfo rebelde sobre el dictador Fulgencio Batista en 1959.
Mucho antes, Raúl había formado parte del grupo de asaltantes al Cuartel Moncada, como integrante del comando que tomó el Palacio de Justicia, según informó el diario Juventud Rebelde. Tras el fracaso del operativo, el joven cumplió 22 meses de prisión junto a su hermano mayor. Más tarde, en su exilio en México, Raúl participó en los preparativos de la expedición del barco “Granma”, que desembarcó en Cuba el 2 de diciembre de 1956.
De a poco, el combatiente del Ejército Rebelde, dirigido por Fidel, se fue convirtiendo en un estratega militar y político. En febrero de 1958, su hermano le asignó a Raúl la misión de atravesar la provincia de Oriente, al frente de una columna de guerrilleros para abrir al nordeste de ese territorio el II Frente Oriental Frank País, que dirigió hasta el final de la guerra revolucionaria.
Bajo la conducción de Raúl, el segundo frente desarrolló una experiencia de organización formidable durante la cual se construyeron y se pusieron en funcionamiento 400 escuelas. Con el triunfo de la revolución en enero de 1959, fue nombrado ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) e integró la Dirección Nacional de las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI) y del Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba, que luego devendría en el Partido Comunista.
Desde su constitución en octubre de 1965, Raúl es el segundo secretario del Comité Central del partido y, desde su creación en 1976, diputado de la Asamblea Nacional.
Según Ramonet, Raúl era muy cercano a las ideas del Che, con quien compartió trincheras en la lucha revolucionaria. Para el periodista y biógrafo estadounidense Tad Szulc, los hermanos Castro han cumplido un papel político complementario aunque diferenciado. “Raúl dirige la mayor parte de los asuntos diarios del gobierno de Cuba, mientras que su hermano dedica más tiempo a los asuntos globales e ideológicos”, escribió el intelectual norteamericano hace dos décadas. “Con su bigote recortado y su cara redonda, Raúl parece un comerciante español satisfecho de sí mismo, pero es muy respetado por su firmeza y capacidad”, agregó el periodista del New York Times.
Su principal logro, coinciden los analistas, ha sido convertir al ejército insurgente en las modernas Fuerzas Armadas Revolucionarias. También ayudó con sus militares a la supervivencia económica de Cuba durante el “período especial”, en el que la isla se sumergió en un descalabro económico tras el desplome del bloque soviético en 1989. Pese a su perfil más tradicional e intransigente, se cree que fue Raúl quien impulsó para esa época mercados campesinos libres con el fin de garantizar alimentos al pueblo. “Valen más los frijoles que los cañones”, argumentó aquella vez el hermano menor de Fidel.
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