La inflación de mayo sería de entre 0,7 y 0,8 por ciento con la nueva metodología de cálculo y del 1,2 con la canasta anterior. La información se maneja reservadamente en el Indec, aunque los números definitivos todavía no están porque se siguen cargando datos. La difusión de los resultados está prevista para el martes 10. Sin embargo, el debut del remozado IPC llegaría envuelto en una polémica, porque el Instituto publicaría ese único índice y se guardaría la estimación del alza de precios con la metodología que se utilizó oficialmente hasta abril. De ese modo, no habría comparación posible. La explicación sería que comparar no es correcto porque cambiaron el número de artículos computados y el sistema de ponderaciones.

Alberto Fernández prometió el 8 de mayo, cuando se anunciaron los cambios al IPC, que el Indec publicaría durante un tiempo las dos versiones, aunque el resultado oficial sería –lógicamente– el nuevo. Eso permitiría saber cuál es la inflación registrada con uno y otro indicador, por más que, en efecto, la cantidad de artículos relevados sea distinta: 440 en un caso y 818 con el esquema que rigió de 1999 hasta abril pasado. Ahora se daría marcha atrás con esa decisión “para evitar confusiones”, de acuerdo con la justificación que mencionan en el Indec.

Con el procesamiento de datos hasta ayer, al organismo le da que la inflación en mayo fue de entre 0,7 y 0,8 por ciento con el nuevo IPC y en torno de 1,2 con el anterior. Especialistas consultados por este diario señalaron que metodológicamente corresponde que se publiquen al menos por un mes las dos versiones o, aunque sea, que se revelen los coeficientes de corrección entre una serie y la otra. Ese es el procedimiento habitual para formalizar el empalme. El Indec está redactando las addendas a la Metodología 13 –marco referencial para la elaboración del IPC– para explicar las correcciones en el índice. Algunos guardan esperanzas de que allí se informen los coeficientes de corrección.

Otro elemento para la polémica es que desde este mes el comunicado de prensa ya no incluirá el listado de precios de los alimentos, sino que sólo se informará sobre su variación. En rigor, así se hizo hasta 2002, dado que el objetivo del IPC es reflejar cómo se mueven los precios y no establecer cuál es su nivel. La lógica es que resulta muy difícil, en Argentina o en cualquier país, que los ciudadanos se sientan conformes con un valor promedio. En el caso del IPC del área metropolitana, el Indec toma datos de un mismo producto tanto en un barrio carenciado de La Matanza como en un shopping en Avenida del Libertador. Sin embargo, frente a los problemas de credibilidad del IPC, algunos analistas consideran que sería preferible seguir dando a conocer los precios, por una cuestión de “transparencia”.

Los datos del Indec perdieron credibilidad a partir de enero de 2007, cuando Guillermo Moreno –por indicación de Néstor Kirchner– ubicó a su gente en el organismo y empezaron una serie de cambios en la forma de medir la inflación, que después se extendieron a otros indicadores. La única vez que las autoridades del Instituto explicaron la necesidad de esos cambios fue el mencionado 8 de mayo, cuando afirmaron que los problemas con las mediciones venían de antes –por ejemplo, al imputar precios erróneos cuando los encuestadores no encontraban determinado producto en el mercado– y que desde su gestión se fueron corrigiendo.

En esa ocasión aclararon que el nuevo IPC seguirá dando cuenta de la evolución de los precios de la medicina prepaga y de los colegios privados. Beatriz Paglieri, quien estuvo a cargo de la elaboración del indicador, avisó que desde junio el dato de la inflación no se publicará la primera semana del mes, como se hizo hasta mayo, sino que el equipo técnico se tomará unos días para controlar los datos. En consecuencia, desde este mes la información se dará unos días más tarde. En este caso, el 10.

El Gobierno señaló que el nuevo IPC tomará una canasta de bienes y servicios de 440 productos que representa los patrones de consumo del 70 por ciento de la población, mientras que los 818 que se utilizaban anteriormente incluían productos importados o viajes al exterior a los que sólo acceden los sectores pudientes de la sociedad.