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Una vez dijo “que de Dios para abajo no temía a nadie”; ayer se presentó como la posible víctima de “un complot contra mi vida”. Entre una y otra declaración pasaron muchas cosas. Ya no mora en la Casa Rosada y para muchos hombres del establishment ha dejado de ser el “rubio, alto de ojos azules” siempre dispuesto a encontrar un negocio donde a otros los frenan los prejuicios. “No existe ninguna cuenta. Ninguna cuenta abierta en Suiza a mi nombre”, dijo Carlos Menem desde la casa de su enamorada en Santiago de Chile. No se perdió la oportunidad de calificar de “siniestra campaña” a las informaciones que ratifican la existencia de dos cuentas bancarias en Suiza, con depósitos cercanos a los 10 millones.
A costa de repetirse, al momento de identificar a los partícipes en la campaña, el ex presidente acusó a “algunos periodistas, algunos medios y quizás algunos adversarios políticos, por no decir enemigos políticos”. No por nada, para poner límites a la libertad de prensa, intentando emular al norteamericano Benjamín Franklin, había sugerido poner en vigencia “la ley del palo”. El objetivo de la campaña, dijo, sería “destruir su imagen”. Olvidó que su imagen pública se encuentra entre las que cuentan con mayor rechazo.
“También se habla de algunos parientes míos”, sostuvo para desmentir los datos que transcendieron sobre la cuenta abierta presuntamente en los tiempos en los que ejercía la gobernación de La Rioja. Sobre la segunda cuenta, la Justicia suiza dijo que se pretendía esclarecer si no estuvo vinculada a presuntas coimas que Irán habría pagado para que el gobierno de Menem no lo involucre en el atentado a la mutual judía de la AMIA.
“Tampoco creo que haya una cuenta con depósitos del gobierno iraní, es un absurdo, es muy torpe lo que se dice y tendremos que esperar el tiempo prudente, además de los oficios que enviarán las autoridades suizas, en forma oficial”, aclaró Menem. En verdad, de acuerdo a los dichos del Testigo C, el ex presidente tiene motivos para preocuparse. El desertor de las filas iraníes había admitido que personalmente le había tocado depositar la coima. El testigo no recordó el número de cuenta, pero además de afirmar que se trataba del Banco de Luxemburgo, detalló que estaba a dos cuadras de la Plaza Du Rhom.
“La única forma de esclarecer esto, seguro que no es haciéndose la víctima. Si aparece involucrado por un testigo que en Europa es considerado vital, debería nuevamente tomársele una declaración judicial para que éste amplíe los puntos en duda”. dijo a Página/12 la diputada frepasista Nilda Garré. Para la legisladora, los dichos del testigo “llevan no sólo a las cuentas bancarias, sino también a la conexión local”.
El portavoz del Ministerio Federal de Justicia, Folco Galli, declaró ayer que “en diciembre pasado, el gobierno de Fernando de la Rúa había reclamado ayuda judicial” para dilucidar la existencia o no de los depósitos. En verdad la Cancillería se había limitado a dar curso a los exhortos librados por el juez federal Jorge Urso y reclamados por el fiscal Carlos Stornelli.
El riojano salió a defender, además, sus ideas liberales. “Si se impone el criterio de la pesificación, tendremos que acatarlo”, precisó Menem cuando en diálogo telefónico con la radio La Red se le preguntó qué haría si el Consejo Nacional del PJ así lo decide. Antes de mostrarse dispuesto a facilitar la gestión de su archienemigo Eduardo Duhalde, dijo que “sería un error garrafal insistir con la pesificación, teniendo la posibilidad de ingresar rápidamente a la dolarización”. Menen no rechazó entrevistarse con el Presidente, pero minimizó la posibilidad; “iría sólo si me invita”, dijo cono cierto desdén. Y si de invitaciones se trata, pocos saben más que Menem. Por eso recordó que sus vacaciones en Puerto Vallarta fueron por una invitación de su amigo el empresario mexicano Mario Vázquez Raña. Aferrado a las banderas de siempre, reivindicó la dolarización y la incorporación de nuestro país al ALCA, la iniciativa norteamericana de libre comercio para la región.