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Andorra vendría a ser, según las encuestas, la segunda patria para los argentinos. Al menos proporcionalmente. Según un estudio realizado por el Centro de Investigación Sociológica del Instituto de Estudios Andorranos, los trabajadores temporarios argentinos en Andorra que migraron a ese país en busca de empleo, en diez años pasaron de 113, en el período 1998-1999, a casi 1500 en el período 2006-2007.

El crecimiento es sorprendente y es explicado en el estudio “Los trabajadores argentinos temporales en Andorra”, elaborado por Joan Micó, director del Cisiea, y las argentinas Cristina Raffanelli, periodista, y Perla Alvarez, antropóloga.

Lo que detectaron los investigadores es que el grueso de la inmigración argentina a Andorra es estacional, ocurre en la temporada invernal europea. Y también detectaron que es un fenómeno que viene con incrementos desde hace un cuarto de siglo, según datos del Registro de Inmigración de Andorra. Según esos datos, en el período 1985-1986, cinco personas nacidas en la Argentina obtuvieron permiso de trabajar de forma temporal, pero en 2006-2007 la cifra creció a casi 1500.

La legislación de Andorra privilegia el acceso a los puestos de trabajo a los andorranos y extranjeros legalmente residentes, y luego a los procedentes de los países vecinos, España y Francia, y de otros Estados miembros de la Unión Europea. Recién después estarían los argentinos. Pero lo que revela el estudio, en realidad, es que los puestos de trabajo aumentan y tienen demasiadas vacantes. El fuerte incremento se debe al rubro: mano de obra en pistas de esquí. La mayor parte de los argentinos llegados a Andorra procede de las zonas de esquí de San Carlos de Bariloche. Los empresarios de las pistas de esquí de Andorra coinciden en que los empleados argentinos son un factor “indispensable” para acometer con garantías las temporadas de esquí.