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Los economistas que integran el grupo conocido como Plan Fénix difundieron un documento, un análisis sobre la situación del Indec. Se publicó ayer en Página/12. Definieron a la información como “un bien público” y resaltaron, no por primera vez, la necesidad de “preservar las estadísticas oficiales”. Remarcaron “el creciente descrédito y la pérdida de credibilidad en la confección” de los datos del Instituto. El texto, al que se remite, es una crítica impecable a uno de los más graves errores de los gobiernos kirchneristas, cuya persistencia agrava el dislate originario.

El Plan Fénix se ha caracterizado por la consistencia de sus posiciones, que tienen mucha analogía con líneas rectoras de la acción de los dos últimos gobiernos. Sencillamente, en este punto es más coherente que ellos en la defensa del patrimonio público, resentido por medidas de funcionarios que se reclaman defensores de las potestades estatales.

Es un alegato digno de ser escuchado, también revelador de un hecho no siempre reconocido. Aunque se diga lo contrario, es en área del oficialismo y sus aliados donde existen mayores debates. En parte, claro está, se motivan por un debilitamiento de la capacidad convocante del kirchnerismo. Pero hay una parte que alude a su propia dinámica, bien propia de espacios democráticos.

Si bien se mira, la galaxia opositora es mucho más pobre en introspección, en cuestionamientos parciales, en sectores críticos que la acompañen en general pero reivindicando banderas o ideas fuerza históricas. Está fuera de moda decirlo así. Y sin embargo, bastante de eso hay. El tema da para más y volveremos sobre él. Por ahora, vaya esta mención y el elogio al Grupo Fénix, una luz en el opaco conjunto del pensamiento económico, tan cooptado por las corporaciones financieras o patronales. Porque, aunque también se lo oculte, el poder económico sí que sabe cooptar.