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Hubo denuncias en Tucumán que apuntan a la forma como se redujo la mortalidad infantil allí durante su gestión como ministro de Salud. Dicen que cambió la metodología de contar los fallecimientos, para mejorar el índice, dando la orden de que se inscriban como defunciones fetales a los niños que, aun habiendo nacido vivos, mueren casi inmediatamente al nacer. ¿Qué dice al respecto?

–No sólo no cambiamos ninguna metodología y siempre seguimos las indicaciones a nivel internacional, sino que solicitamos una auditoría externa y fueron agencias internacionales y otras instituciones como el Hospital Garrahan, que estuvieron colaborando con nosotros, y ese informe lo pusimos a disposición.

–Sin embargo, mientras Argentina entre los años 2000 y 2007 redujo las muertes fetales un 22,9 por ciento, la provincia de Tucumán las aumentó un 85,7 por ciento. Y mientras que a nivel nacional en ese mismo período disminuyeron las muertes infantiles un 20 por ciento, Tucumán las redujo un 43,5 por ciento.

–Está la documentación disponible que presentamos a las agencias internacionales en el Ministerio de Salud de Tucumán.

–¿Cuáles fueron los ejes de la política que permitió la reducción de la mortalidad infantil?

–El abordaje que se hizo con la estrategia de atención primaria de la salud, el control de la mamá embarazada, también la planificación familiar y los cambios que se produjeron en las maternidades tucumanas, hicieron que el índice se fuera modificando. Aparte, pusimos en marcha un sistema de parto humanizado, con unidades de trabajo de parto y recuperación (UTPR): hoy cualquier mamá que va a la maternidad en la provincia de Tucumán, tiene su bebé con estas características: en la misma sala donde se desarrolla el parto y en el momento en que nace el bebé está un familiar, un obstetra, una obstétrica, una enfermera y un neonatólogo. Cuando nace, la mamá nunca pierde de vista al bebé. El equipo que participa en el nacimiento de una criatura en Tucumán es realmente importante.