EL PAíS › LULA MOSTRó SU FASTIDIO. URIBE COLó A LA OEA

Las cuitas en vivo y en directo

 Por Martín Piqué

Desde San Carlos de Bariloche

La presidenta Cristina Fernández ya se estaba acomodando para empezar el debate. Desde un coqueto salón del Hotel Llao Llao con ventanales a la montaña, CFK se dispuso a inaugurar la cumbre. No pasó mucho tiempo hasta que constató que faltaba un participante. Era el colombiano Alvaro Uribe. El invitado especial de esta cumbre extraordinaria –había faltado al anterior encuentro en Quito– se había demorado en la puerta del complejo para hablar con los periodistas. Ante una nube de cronistas, cámaras y fotógrafos, el mandatario de Colombia advirtió a la prensa que algunos presidentes no querían transmitir en vivo y en directo lo que sucediera en el plenario. En ese momento circuló la versión de que quien se oponía a la transmisión en directo de las imágenes a la prensa era el venezolano Hugo Chávez. Pero quien dudaba de que la cumbre fuera televisada era Lula. “Yo les advertí que no tenía sentido que la cumbre fuera transmitida a la prensa”, reconoció luego el mandatario brasileño.

El fastidio de Lula se hizo indisimulable cuando la cumbre ya llevaba cuatro horas. A esa altura, tras la intervención de Correa y los discursos posteriores de Hugo Chávez y Evo Morales, el debate pareció entrar en un clima de incertidumbre. El desenlace era de difícil pronóstico. Correa había acusado a Uribe, Chávez y Morales habían redoblado las críticas, Uribe había contestado con algunas advertencias que no pasaron desapercibidas para la delegación brasileña. “No tenemos inconveniente en que el Consejo de Defensa Sudamericano, sin prescindir de la OEA, mire nuestro acuerdo de cooperación con Estados Unidos”, había lanzado Uribe. La inclusión de la OEA –el colombiano mencionó dos veces al organismo interamericano– era un mensaje sutil a Brasilia. El Consejo de Defensa Sudamericano es una iniciativa impulsada sobre todo por Brasil. En la OEA, dato no menor, está representado Estados Unidos.

Cuando llegó su segundo turno para hablar, Lula no hizo ningún esfuerzo por ocultar su descontento. Y lo retó públicamente a Correa. “El dato concreto es que cuando nosotros estábamos encarrilando la reunión, usted habló otra vez. Lo que dijo en ese momento lo debió haber dicho en su primera intervención”, lo reprendió. El reto de Lula fue una de las comidillas de la cumbre. Para los periodistas hasta tuvo un sesgo humorístico porque la mujer que le hacía la traducción al castellano también se mostraba fastidiosa por la extensión del debate.

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