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El FMI asegura que lo peor de la crisis ya pasó y el sector financiero presiona para que los países retiren los paquetes de estímulo fiscal. El optimismo se transforma en advertencia cuando se observa la dinámica del mercado laboral. La destrucción masiva de puestos de trabajo en la que se vieron inmersos muchos países y el reclamo de los presidentes de Argentina y Brasil impulsaron la incorporación de la Organización Internacional del Trabajo en la cumbre del G-20.

El organismo que hará su debut hoy en estas reuniones advierte que las posibilidades de recuperación están amenazadas por el desempleo. La OIT estima que la desocupación podría alcanzar a 59 millones de personas para fin de año. “La única forma de mantener la demanda agregada es a través de la preservación del empleo, el mejoramiento de los ingresos y políticas crediticias. No podemos tolerar ajustes por el lado del trabajo. Si no se mantiene el poder adquisitivo de los trabajadores, no se recupera la demanda a nivel internacional”, advirtió el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, desde Pittsburgh, en diálogo telefónico con Página/12.

En la previa de la cumbre, las autoridades de la delegación argentina se reunieron con el titular de la central gremial de EE.UU. y de la Confederación Sindical Internacional, Guy Ryder. El sindicalista norteamericano les presentó a la Presidenta y a los ministros que la acompañan la declaración que llevarán al encuentro. También participó el secretario de relaciones internacionales de la CGT, Gerardo Martínez, titular de la Uocra.

Según comentó Tomada, existió una coincidencia en general en los ejes que presentaron los sindicalistas. “Estuvimos de acuerdo en que el empleo tiene que ser la prioridad, no podemos dejar que se use la crisis para volver a impulsar políticas de flexibilidad y desregulación”, apuntó el ministro. Y destacó la importancia de avanzar en una posición que no limite el análisis al marco financiero, sino que se extienda al empleo y la relevancia de las políticas fiscales.