Sábado, 27 de marzo de 2010 | Hoy
EL PAíS › ARGENTINA Y BOLIVIA CAMBIARON EL CONVENIO DE 2006
Por Cledis Candelaresi
Argentina y Bolivia sinceraron ayer el vínculo energético bilateral, difiriendo para el año 2021 el compromiso del país vecino de entregar 27 millones de metros cúbicos de gas por día, objetivo que originalmente estaba previsto para este año. Como una prueba de la voluntad común de asegurar ese suministro, Cristina Fernández de Kirchner y Evo Morales también acordaron los términos para construir el gasoducto Juana Azurduy, que permitirá llevar algo más de ese fluido hasta territorio salteño. El proceso se coronaría cuando a esta obra estimada en casi 100 millones de dólares se añada otra mucho más ambiciosa en tendido y costo como el pendiente Gasoducto del Nordeste.
Según aseguró el ministro de Planificación, Julio De Vido, los trabajos comenzarán en junio y terminarían en mayo de 2011. Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos financiaría poco menos de la mitad y Enarsa el resto de este ducto, que permitirá incrementar las compras de gas boliviano compensando así la caída de la producción argentina (retrocedió un 3,5 por ciento este año).
El acuerdo firmado ayer modifica el que se había suscripto en 2006, estableciendo un nuevo cronograma de entrega creciente del producto. Según información difundida ayer por la agencia oficial, ésta subiría desde los 5 millones de metros cúbicos diarios que ese país vende actualmente a 7 millones este año. Habría otro salto a 18 millones en 2013 para llegar a los proyectados 27 millones en 2021.
La base para fijar el precio no se habría modificado: son 5 dólares el millón de BTU (unidad calórica), ajustados por una canasta de combustibles donde el valor del crudo es prioritario. En base a esta fórmula, hoy Argentina paga 6,3 dólares el MTBU, muy por encima de lo que se remunera el gas producido localmente, pero por debajo de los 9 dólares que cuesta importar gas por barcos. En ese contexto, poder traer más gas de Bolivia es una noticia auspiciosa.
El país de Evo Morales tiene una de las reservas continentales más ricas de gas, pero no las inversiones suficientes para extraerlo. Por esta razón no pudo hasta ahora garantizar el suministro en las cantidades que se habían previsto en el acuerdo original. La otra restricción para comprar a Bolivia los 27 millones de MTBU diarios es la capacidad para transportarlos, algo que hoy no existe en la magnitud requerida. Por eso el Azurduy es un paso importante pero no suficiente en ese sentido.
El nuevo gasoducto llegará hasta Salta y permitirá inyectar algo más de combustible al sistema a través del Gasoducto del Norte, operado por TGN, consorcio que lidera el grupo Techint. El proyecto se analizó en la década pasada, pero no prosperó. La iniciativa permitiría incrementar las importaciones de gas boliviano si no distribuirlo luego por provincias norteñas que todavía no disponen de ese carburante por redes como Chaco, Formosa, Corrientes, Entre Ríos y norte de Santa Fe.
Enarsa decidió hacer propia esa propuesta y ejecutar con recursos estatales el emprendimiento. Esta segunda obra será vital para que el gas boliviano alimente las redes locales en la cantidad prevista y a un precio que irá creciendo tanto como el barril de petróleo.
Finalmente, el flamante acuerdo anunciado ayer en Sucre parece una especie de armisticio que diluye tensiones bilaterales. Argentina lamentaba que el país vecino no tuviera disponible el gas comprometido. Y Bolivia replicaba que no valía hacer millonarias inversiones para extraerlos si de este lado de la frontera no había cómo transportarlo ni convincentes garantías de pago.
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