Lunes, 21 de marzo de 2011 | Hoy
EL PAíS › “EL MEOLLO DE LA APROPIACIóN”
En esos primeros tiempos del regreso a la democracia, los familiares –dice Sara– tuvieron que aprender a meterse en ese “meollo duro que fue la apropiación”: Entonces, dice, “yo por ejemplo, tenía que buscar y sabía que en ese momento, mi hijo debía tener siete u ocho años, y todos ellos tenían que pasar por el momento duro de tener que conocer una cosa tan aberrante como es que los que creían que eran sus padres eran apropiadores, que formaban parte de los que les habían dado muerte a sus padres biológicos; que no acabó todo cuando acabó la apropiación, que el mismo familiar tuvo no sólo que investigar, buscar pruebas, hacer una tarea para la cual no estábamos capacitados ninguno, sino después enfrentar esa situación particular: la de enfrentar la verdad”. Y ellos, los hijos, dice Sara, tuvieron que ponerse en el lugar de ser juez y parte de este “drama” a la vez.
Sara siguió esos primeros datos de Abuelas desde el comienzo. Durante años vivió convencida de que su hijo estaba en Uruguay, de que había sido trasladado con ella. “Y durante años no conseguíamos la autorización de la Justicia uruguaya para la prueba de ADN; me llevó diez años hasta que me negaron judicialmente el análisis compulsivo sin aprobación de él. Y recién en el año 2000, tuvimos una confirmación porque el presidente uruguayo de ese entonces, (Jorge) Batlle, supo por fuentes militares que ese chico no era Simón, y con ese dato habló con la familia y el chico para que se hagan el estudio: y así supimos que no era y fue saberlo y empezar todo de nuevo en Argentina”.
Dejaron los datos en la base del Hospital Durand y el proceso que imaginaron largo lo resolvieron en quince días: a través de un periodista uruguayo consiguieron un dato y quienes criaron a Simón le dijeron que su madre lo estaba buscando. Simón sigue viviendo en Argentina, no estuvo en el juicio, no por ahora. Sara dice que hay cosas ventajosas y otras no tanto en la idea de reencontrarse como abuela, y que lo mismo sucede cuando el reencuentro se da con una madre: pero cree que en ese caso los reclamos aparecen de forma más cruda.
“Simón está haciendo un proceso, creo que mucho más profundo, a partir del momento de sentirse padre”, dice. “Yo creo que a través de Martín, puedo encontrarme a vivir lo que no pudimos vivir: él como hijo y yo como madre. Juego con mi nieto. Yo me siento la posibilidad de dar a mi hijo esas cosas, a través de mi nieto. El jardín es uno de esos lugares en los que me siento con la posibilidad de llegar a mi hijo a través de mi nieto”.
Para ambas, los juicios en Argentina son la contracara de lo que sucede en Uruguay. Sara habla de la lucha contra la Ley de Caducidad, que aún impide investigar la mayoría de los casos del terrorismo de Estado en Uruguay. Entre ellos el de Simón, porque sólo se pueden revisar los que ocurrieron fuera del país o los que cometieron fuerzas civiles. Siempre y cuando medie, además, la aceptación del Poder Ejecutivo.
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