EL PAíS
Otras voces
- Susana Vior, pedagoga: “Hace mucho tiempo que vengo planteando que los docentes no necesitan un incentivo salarial. La educación no va a mejorar mientras los docentes tengan estas condiciones laborales y estos sueldos indignos, aun en los distritos más ricos del país. Para un sueldo de 300 pesos un incentivo de 60 es un 20 por ciento, pero creo que sería bastante más importante que los Ministerios de Educación de todo el país revisaran cuánto gastan en contratos, asesorías internacionales y cuánto de nuestra deuda externa se ha originado en muchos de los proyectos que se impusieron a partir del año ‘90. A los docentes no les soluciona la vida y además yo no creo en la política de incentivos. Incentivo es ya una expresión netamente neoliberal. Los docentes necesitan sueldos que les permitan vivir con un solo cargo, dedicarse a ese único cargo, estudiar, formarse y poder realmente gozar de una serie de bienes culturales, como libros, ir al teatro o a un concierto, que para un trabajador de la cultura representan necesidades básicas”.
- Guillermina Tiramonti, directora de Flacso: “Por fin nuestros gobernantes se han hecho cargo del conflicto docente. Era indispensable garantizar un acuerdo mínimo para que los alumnos tengan clases. Me parece bien que el Ministerio de Educación, que ha estado retraído en los últimos dos años, haya tomado el asunto en sus manos. Por supuesto que ahora le tocará al Gobierno que viene, pero no podemos pensar en salir de la crisis postergando a la educación. Los docentes son trabajadores y deben tener sueldos dignos. Hay además una sospechosa ausencia de opiniones de los candidatos presidenciales sobre el tema. Ninguno tiene una posición clara. Deberían pronunciarse, decir si aceptan o no esta herencia que les deja el Gobierno (la modificación de la Ley de incentivo docente) y dar su propuesta al respecto”.
- Gustavo Oliva, ex secretario de Educación bonaerense: “Siempre es positiva la inversión en educación. Los legisladores pudieron saldar la deuda histórica de los sectores políticos con la educación, entendiendo que este es un tema estratégico. Como precondición para el crecimiento económico, invertir en educación es garantizar la única herramienta de movilidad social que queda. Hubo un gran consenso para la aprobación de esta ley. Con esto no quiero soslayar la lucha de la Ctera. Esta posibilidad cierta de cobro es más concreta que todas las iniciativas anteriores. Este es un paso importante, pero debe ser sólo el primero hacia una profunda revisión del financiamiento y, lo que es todavía más importante, para recuperar al sujeto educativo, que es el alumno, como centro de cualquier política educativa. No podemos seguir pensando el sistema educativo con cortapisas, desde un punto de vista sectorial. Hoy el sistema educativo hace agua. Hemos comprado una reforma malísima y vemos ahora con pavura el poco nivel de los jóvenes, la falta de articulación entre la educación media y la educación superior. Ojalá podamos aprender a vivir en un país donde el diálogo razonable sea normal y no debamos movernos sólo por presiones del momento”.
- Adriana Puiggrós, pedagoga: “Me parece bien que se solucione el problema del incentivo docente. Es inconcebible que los docentes tengan que seguir peleando por el incentivo, que había sido aprobado en 1999 luchando contra (el entonces ministro de Educación, Juan) Llach. Es una cuestión de Justicia. Si no se les paga a los docentes un salario que les permita vivir dignamente, después no se les puede exigir. De todos modos, esto es un parche. Cuando la situación del país mejore, hay que ir hacia una recomposición del salario de los docentes”.