Miércoles, 7 de septiembre de 2011 | Hoy
Sobre la calle Cellini, a metros de la colectora del Acceso Oeste, en el lugar donde encontraron el cuerpo de Candela Rodríguez, los vecinos levantaron un modesto santuario donde muchas personas concurren para dejar flores, ofrendas, mensajes, rezos y reclamos de justicia. “Candela, Dios te va a cuidar y te prometemos todos que vamos a buscar justicia por vos. Te queremos muchísimo”, escribió Agustina. Por la letra y por los dibujos que acompañan la notita, se intuye que se trata de una niña.
Otra pequeña, Lourdes Serrano, dejó una carta en la que dice: “Chau Candela. Mi familia te quiere”. Abajo, tal vez como expresión de deseo, de festividad, se cierra el texto con la palabra “Navidad”. Sobre la vereda de tierra de la calle Cellini, sobre el pasto quemado, hay una cruz de madera atada al alambrado del baldío en el que apareció el cuerpo de Candela. Una adolescente se acerca, se persigna, saca un par de fotos y se va deseando “que se haga justicia”.
Una pareja madura pasa en auto, se detiene por unos minutos, y luego se aleja meneando la cabeza como diciendo “no puede ser que haya ocurrido algo así”. Más tarde son dos chicos los que se acercan al improvisado santuario. Cuando Página/12 les pregunta si conocían a la víctima, responden que no, que ellos vinieron desde Rafael Castillo, en La Matanza, sólo para “pedir justicia y encender una vela por Candela”.
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