Domingo, 26 de febrero de 2012 | Hoy
Por Horacio Verbitsky
Un economista inglés de la London School of Economics que cursó aquí la maestría de FLACSO en Política Económica Argentina, dejó al partir un documento de lectura pertinente en este momento. Se trata de un cable enviado al Departamento de Estado, el 22 de mayo de 1965, sobre la anulación de los contratos petroleros por el presidente Arturo Illia y las restricciones a la remisión de utilidades al exterior. Narra una comida oganizada por el banquero Alex Shaw para que el embajador estadounidense Edwin Martin conociera a su primo, el jefe de Estado Mayor del Ejército, general Jorge Shaw, convencido igual que su colega Alejandro Lanusse de que “este gobierno debía irse”. Los otros comensales fueron el presidente de Shell, Enrique Puricelli, y Joe Martínez de Hoz. “Alex organizó la comida para persuadir al general Shaw de la necesidad de un golpe”, palabra que el embajador escribió en castellano. Alex comenzó por exponer todos los posibles aspectos erróneos en la política petrolera del gobierno y luego destacó “el daño de largo plazo a la confianza de los inversores europeos en la Argentina por las actuales dificultades para remitir utilidades”. Luego comentó “sin dar precisiones”, los comentarios críticos de unos ministros contra otros, “como ilustración de que el gobierno se estaba cayendo a pedazos”. También criticó “la completa rigidez mental de Illia dentro de la doctrina partidaria y varias veces sugirió que [el vicepresidente Carlos] Perette era una mentalidad más abierta”. El general Shaw y Martínez de Hoz hablaron poco. El militar expresó dudas sobre la apertura mental de Perette y dijo que el “gran problema de la Argentina era el peronismo”. Lo que hacía falta, agregó, era el “liderazgo fuerte” de un caudillo, pero “sólo había políticos que se pasaban el tiempo cortejando a los votantes en vez de decirles qué debían hacer”. También expresó su firme apoyo a la invasión estadounidense de la República Dominicana y se mostró preocupado por las manifestaciones callejeras en contra. Martínez de Hoz criticó la “inmadurez política de la Argentina en comparación con los Estados Unidos”. Al salir, el banquero Shaw le dijo al general Shaw que algo habría que hacer respecto al presidente del Consejo Federal de la Energía Eléctrica, Abraham Eidlicz, porque era “un conocido comunista”. Trece meses después, las “bellas almas” de esa clase “temperamentalmente inclinada al asesinato” derrocaron a Illia. Que sus guardaespaldas castrenses, y algunos de sus propios miembros, purguen hoy sus crímenes en cárceles o arrestos domiciliarios, permite discutir sin esas presiones los perdurables asuntos estructurales de la economía y la sociedad argentina.
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