Sábado, 5 de enero de 2013 | Hoy
EL PAíS › OPINIóN
Por Horacio Pietragalla *
Las embestidas contra los organismos de derechos humanos, que desde el 24 de marzo del 2004 llevan adelante la ardua tarea de resignificar un lugar que funcionó como uno de los mayores centros clandestinos de detención de Latinoamérica, me hacen recordar a cuando desde las páginas de Clarín y La Nación se denunciaba que en las escuelas se estimulan la reflexión y las soluciones colectivas a los problemas. Hoy están denunciando que en la ex ESMA hay vida.
Cuando el predio les fue cedido por Néstor Kirchner, los organismos de derechos humanos se encontraron frente a un inmenso desafío: transformar un lugar que funcionó como centro de muerte y exterminio en un sitio que pudiera transmitir todo ese horror a las nuevas generaciones. Fue un desafío muy grande a la hora de pensar qué hacer con un lugar por el que pasaron cinco mil detenidos. Fueron días y días de discusiones acaloradas que atravesaron todos los organismos de derechos humanos. El resultado de esas discusiones dio lugar a lo que es el predio hoy: un lugar de la memoria, visitado por 20 mil personas este año, donde un grupo de guías preparadas hace diariamente recorridos de los que participan desde turistas hasta miembros de las fuerzas de seguridad, donde los estudiantes escuchan esa parte de la historia que durante tantos años fue ocultada. Pero hoy la ex ESMA es también una escuela de música popular, es un lugar de encuentros y discusión entre distintas agrupaciones políticas y sociales, es un centro cultural, es una hermosa galería de arte, es un maravilloso canal de televisión con contenidos culturales, es un lugar de formación y es también una revista hecha por jóvenes que pertenecen a los sectores más golpeados de nuestra sociedad. Hoy la ex ESMA no es más un lugar de muerte. Es un lugar que rebalsa vida. Se puede no estar de acuerdo con la resignificación de los sitios del terror como lugares llenos de vida. Lo que no se puede hacer es, a través de una operación berreta, pedir la cabeza de un ministro. Que casualmente no es cualquier ministro, sino uno de los actores visibles en esta gran batalla contra el monopolio.
La ex ESMA no es un dato menor, es hoy gestionada por personas que toda su vida lucharon por el Juicio y Castigo, por personas que perdieron a sus familiares allí, por otras que de ahí se escaparon, en definitiva, por personas que pusieron su vida al servicio de la lucha contra la impunidad. Y que nunca fueron noticia. Pero hoy es noticia un asado. Tal vez mañana se ataque por uno de los mayores logros de los organismos: haber transformado la ex ESMA en un lugar lleno de jóvenes donde se hace política. Esta es, a mi criterio, la mejor manera de honrar, recordar y revindicar la lucha de nuestros viejos. ¿Será el próximo zócalo de TN? ¡Hacen política en la ex ESMA!
* Diputado nacional. Nieto recuperado.
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