Martes, 20 de agosto de 2013 | Hoy
EL PAíS › OPINIóN
Por Carlos Belvedere *
A mediados del siglo pasado, el filósofo y sociólogo Alfred Schütz se preocupaba por las consecuencias que un predominio de la opinión pública desinformada podría tener en la vida política contemporánea. Uno de sus temores era que la desinformación hiciera de las mayorías presa fácil de la manipulación mediática. Esta parece ser la situación de buena parte del electorado, según lo muestra la investigación del Cedop.
El panorama es preocupante si se tiene en cuenta que la mitad de quienes votaron consideran a la política carente de interés o utilidad, y uno de cada cinco decidió su voto ese mismo día.
La falta de interés en la política no tendría los perniciosos efectos que entrevió Schütz si no se diera en el horizonte de la manipulación mediática. Lamentablemente, esa condición se cumple, siendo que los medios de comunicación son vistos como más poderosos que el gobierno nacional por cuatro de cada diez encuestados. Además, son considerados por lejos el principal contrapoder, triplicando en fuerza a los sindicatos y empresarios.
¿Qué costos tiene esto para la calidad de la política? Una entre muchas consecuencias aparece con claridad cegadora en el estudio comentado. Estamos ante una política altamente personificada. Sólo así puede entenderse que, al ser consultados sobre el punto, el 70 por ciento de los votantes quiera tomar un café con su candidato...
¿Qué le dirían? Sería bueno desentrañarlo en futuros estudios, a fin de comprender mejor la “cabeza” del votante. Sin embargo, algo cierto sabemos ya: que los liderazgos personalistas han sustituido a los partidos políticos, que hoy sólo pueden “salvar” una elección si han conseguido su cuota de carisma mediático. No por nada uno de cada cinco encuestados ha decidido su voto durante la campaña electoral. La política argentina hoy pasa indefectiblemente por el filtro de los medios.
¿Hay esperanzas de revertir esta situación? Sí, hay tantas esperanzas cuanto temores. No es menor que en este contexto más de la mitad de los votantes crean que la actividad política sirve para encarar los problemas del país y de la gente. Aunque no son pocos quienes le dan a esta finalidad una expresión personalista (tres de cada diez votantes), cierto es que la política no ha perdido totalmente su eficacia. Es cuestión, entonces, de seguir llenando el vaso. Para ello, los penetrantes interrogantes que abre este estudio pueden ser el inicio de una búsqueda feliz.
¿Por qué participaron de las PASO hasta los desinteresados y escépticos? Debe haber algún motivo por el cual hasta los desmotivados e incrédulos han ido a votar el domingo pasado. Quien logre descifrar eso, tendrá las claves de la política argentina.
* Profesor UBA/UNGS e investigador del Conicet.
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