Miércoles, 9 de abril de 2014 | Hoy
EL PAíS › ZAIDA GATTI, TITULAR DEL PROGRAMA CONTRA LA TRATA
Zaida Gatti es titular del Programa de Rescate y Acompañamiento a las Personas Damnificadas por el Delito de Trata. No sólo presenció el juicio en su nueva fase, sino que fue testigo ante el primer tribunal, el que dispuso la absolución de los imputados. “Recién hoy sentimos que algo de justicia se hizo. Hoy pensaba en cada una de las víctimas que vinieron a declarar y en la necesidad de contarles sobre este revés de la causa, en que pueden salir a la calle sin miedo, en que no tienen que ocultarse y en que lo que hicieron no fue en vano”, dijo a Página/12 en comunicación telefónica.
“El Poder Judicial ha sido el obstáculo más grande que tuvimos en la lucha contra la trata –señaló Gatti–. Fue el más difícil de capacitar porque no aceptaban participar en cursos de capacitación en los que las/los capacitadores fueran psicólogas/os o especialistas de áreas por fuera del Poder Judicial.”
Zaida Gatti sostuvo que durante el juicio que finalizó en diciembre de 2012, el fallo absolutorio, que alcanzó a todos los imputados, “surgió del desconocimiento que tenía el tribunal de lo que les pasa a las víctimas de la trata y se basó en que cuando se produjo el delito no había ley que la sancionara. El fallo de hoy es un ejemplo de lo que se puede. El tribunal se apoyó en tratados internacionales firmados por el país, previos a la sanción de la ley de trata”. La especialista agregó que “cuando no hay intenciones de sancionar la trata es porque se está viendo a una mujer pobre y prostituta. Ese es el Poder Judicial que no queremos. Como dijo la Presidenta, queremos una Justicia que no le dé la espalda a la sociedad”.
Respecto del fallo del tribunal que ayer impartió las condenas, dijo que su “importancia es muy grande, no sólo por las sentencias, que fueron muy cercanas a lo que se pidió, sino que esta sentencia evaluó el testimonio de las víctimas de otro modo. En diciembre de 2012 no sólo sentimos un dolor tremendo por la injusticia de las absoluciones, sino porque ellas nos decían que ‘ellos están libres y nosotras tenemos miedo’. Hubo casos en que no las pudimos volver a conectar. no quisieron volver a hablar ni aparecer. Fue muy difícil. Los días que tuvimos que ir a declarar no es que sólo habían pasado diez años... Las víctimas tampoco habían recibido asistencia psicológica en aquel momento. Muchas de ellas tuvimos la suerte de que se ubicaran con los profesionales de la Fundación Marita Verón, pero muchas otras volvieron a sus casas y trataron de borrar lo que les había pasado. Es uno de los efectos que produce el trauma. Esas chicas sufrieron violaciones, violencia, física y psíquica, torturas, no hay psiquis que pueda soportar, por eso se escinden cuerpo y psiquis, y borran la experiencia”.
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