Domingo, 29 de junio de 2014 | Hoy
Por Mario Wainfeld
El libro se llama Memorial del engaño, se publicó recientemente, su autor es J. Volpi. Está escrito en primera persona y presentado como una autobiografía del susodicho. El hombre se autorretrata como un genio del sistema financiero, que está en apuros. Se describe como uno de los tantos talentos que generaron plata del aire en el glorioso siglo XXI y que se vino abajo a partir de la quiebra de Lehman Brothers. Fue acusado por las autoridades de haber cometido un desfalco de 15 mil millones de dólares. El tipo bromea, sin restarse lustre: es menos que los 65.000 millones que dejó Bernard Madoff, pero no es poca cosa. Fugado y escondido en un paraíso fiscal, Volpi comparte su vida en un relato que incluye una mirada cínica y amable sobre el mundo de la especulación financiera, Wall Street y la lógica económica que domina el mundo.
El texto interesa al editor, se publica. Lejos de la excitación autodestructiva de El Lobo de Wall Street, Volpi es un sujeto extremadamente racional que trabaja sobre las debilidades humanas, la credibilidad, la laxitud o inexistencia de los poderes políticos en los que no cree. Defiende su praxis, la desnuda, la cuenta como un mago retirado que describe sus trucos.
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Volpi escribe y sintetiza: “¿Se puede hacer dinero de la nada? Los alquimistas antiguos trataron de transmutar el plomo en oro a través de un arcano mecanismo de trasmutación. (...) A diferencia de sus ancestros, nuestros modernos alquimistas financieros renunciaron a cualquier materia prima y en su lugar conjugaron etéreas fórmulas matemáticas para enriquecerse a voluntad. (...) ¿Su objetivo? Crear millones de dólares del aire”.
Se puede, claro que sí. El mayor portento, “la mayor belleza”, es ganar millones sin poner un dólar, jugando con la plata de los otros.
Se puede, con tiempo e ingenuidad de los inversores a favor.
Volpi lo consigue, lo va narrando. Las hipotecas subprime son como los famosos tulipanes de Holanda, los principios son los mismos, las cantidades se potencian.
Lejos de ser un sujeto descontrolado y casi salvaje como el personaje que interpreta Leonardo DiCaprio, Volpi es un sujeto sensato, un mecenas que promociona las bellas artes, un amante de la lírica.
Cuando la burbuja se pincha, deja en banda a los inversores, hurta su cuerpo, se salva.
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El libro juega con el engaño del título. Jorge Volpi es un intelectual y escritor mexicano, no el magnate que afecta ser. La obra es, en gran medida, un texto de ficción. El magnate que la cuenta no existe o, por mejor decir, no existe exactamente.
El subterfugio, que forma parte de una serie de cajas chinas, sirve para presentar en primera persona la lógica del sistema financiero, su perversión extrema. También su sencillez última.
La impunidad que logra el protagonista se parece mucho más a la realidad que las incursiones de Hollywood en ese tema.
El libro suma otros encantos, algo exóticos a esta columna. Se mencionan sólo al pasar, para recomendarlo. Por razones subjetivas, el protagonista explora la vida de su padre y con ella la fundación del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Llega, con una interesante investigación histórica, a develar debates de la época y también a escudriñar infiltrados asombrosos en su estructura original.
Nada es lo que parece, nada es tan intrincado. La codicia de personas del común, la falta de regulaciones, la astucia de un puñado de canallas construyen una realidad virtual que barre con patrimonios familiares y hasta con países.
Se aconseja la grata lectura de Memorial... El cronista cree que enseña más sobre la catástrofe económica financiera que mucha literatura técnica especializada.
Que ilustra mejor que sesudos editoriales de diarios de postín.
Lectores o lectoras pueden alzar la guardia: suponer que un libro de ficción no puede superar tantas miradas expertas, a los masters o doctores en Ciencias Sociales, a la voz calificada de los expertos. No vayan a creer...
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